Preparación Previa a la Meditación

Para llegar a ser Maestro del Samadhí, es urgente cultivar una Rica Vida Interior.

El Gnóstico que no sabe sonreírse, tiene tan poco control como aquel que sólo conoce la carcajada de Aristófanes.

Hay que adquirir un completo control de sí mismo. Un Iniciado puede sentir la alegría, pero jamás caer en el frenesí de la locura, Un Iniciado puede sentir tristeza, pero jamás llegaría hasta la desesperación.

Aquel que se desespera por la muerte de un ser querido, todavía no sirve para Iniciado, porque la muerte es la corona de todos… Aquellos que quieran ingresar a la sabiduría del fuego, tienen que acabar con el proceso del razonamiento, y cultivar las facultades ardientes de la mente.

De la razón sólo debemos extraer su fruto de oro. El fruto de oro de la razón es la comprensión.
La comprensión y la imaginación deben reemplazar a la razón. Imaginación y comprensión son los cimientos de las Facultades superiores del entendimiento.

Para ingresar al conocimiento de los mundos superiores es necesario adquirir las facultades superiores de la mente…

Debemos aprender a pensar con el corazón y a sentir con la cabeza. Nuestra mente debe volverse exquisitamente sensible y delicada.

La mente debe libertarse de toda clase de trabas, para comprender la vida libre en su movimiento. Nosotros admiramos la intrepidez.

Los deseos de toda especie son trabas para la mente. Los prejuicios y los preconceptos son trabas para el entendimiento.

Las escuelas son “jaulas” donde la mente queda prisionera. Debemos aprender a vivir siempre en el presente, porque la vida es un instante siempre eterno…

Es indispensable que nuestros discípulos cultiven la bella cualidad de la veneración. Debemos venerar profundamente todas las cosas sagradas y divinas. Debemos venerar profundamente todas las obras del creador. Debemos venerar profundamente a los Venerables Maestros de la Fraternidad Universal Blanca.

El respeto y la veneración nos abren completamente las puertas de los mundos superiores.

No debemos tener preferencias por nadie. Debemos tratar con el mismo respeto y con la misma veneración, tanto al mendigo como al gran señor.

Debemos cultivar la misma cortesía para atender igualmente al rico y al pobre, al aristócrata y al labriego, sin preferencias para ninguno.

Debemos cultivar la paciencia y la previsión. Las hormigas y las abejas son pacientes y previsoras.

Debemos acabar con las ansias de acumulación y la codicia. Debemos aprender a ser indiferentes ante el oro y las riquezas. Debemos aprender a apreciar más la doctrina del corazón.

Aquel que desprecie la doctrina del corazón, por seguir la doctrina del ojo (teorías, escuelas, cultura libresca, etc.), no podrá llegar jamás a las grandes realizaciones…

El discípulo no debe juzgar a nadie, ni criticar a nadie, para formar una rica vida interior.

A veces hablar es un delito, y otras callar también lo es. Es tan malo hablar cuando se debe callar, como callar cuando se debe hablar.

Hay que aprender a manejar el verbo, y saber calcular con exactitud el resultado de nuestras palabras.

Una misma palabra puede servir de bendición para una persona y de insulto para otra. Por ello es que antes de hablar una palabra debemos calcular muy bien su resultado.

Los señores del Karma juzgan las cosas por sus hechos, sin tener en cuenta las buenas intenciones.

Nuestra mente debe ser sencilla, humilde y llena del más profundo respeto.

Nuestros discípulos deben evitar cuidadosamente toda disputa para no derrochar sus energías inútilmente.

Quien quiera aceptar la doctrina de los gnósticos, que la acepte, pero quién no quiera aceptarla es porque no está maduro todavía, y es inútil entonces entablar disputas con él para convencerlo.

“Que las disputas sean prohibidas, que la discordia en palabra sea derrumbada, que todas las malezas dejen claro camino. Debemos cultivar la gratitud, porque la ingratitud y la traición se hermanan.

Hay que acabar con la envidia, porque de la envidia salen los Judas que venden al Maestro por treinta monedas de plata.

La envidia es la flor venenosa que más abunda entre los tenebrosos pantanos de todas las escuelas espirituales del mundo.

La envidia suele disfrazarse con la toga del juez.

Debemos cultivar la sinceridad, por que en la substancia la sinceridad germinan las flores más bellas del espíritu.

Todas estas cualidades nos darán una rica vida interior; así es como nos preparamos internamente para las grandes disciplinas esotéricas de la mente, que flamea entre las llamas abrasadoras del Universo.

Samael Aun Weor

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