Analizando detenidamente al bípedo tricerebrado llamado hombre, llegamos a la conclusión lógica de que todavía no tiene un Centro Permanente de Conciencia, de gravedad.
No podemos asegurar que los bípedos humanos estén individualizados, estamos seguros que sólo están instintivizados. Es decir, que solamente son impulsados por yoes que manipulan a su antojo el Centro Instintivo. El querido ego no tiene individualidad alguna, es una suma de factores de discordia, una suma de pequeñas catexis sueltas -energías psíquicas egóicas-. Cada pequeño yo de los que constituyen la legión denominada Ego, tiene realmente su propio criterio personal, sus propios proyectos, sus propias ideas y su propia retórica.
La retórica del ego es el arte de hablar bien y con elegancia, de una manera tan sutil que no nos damos cuenta en qué momento hemos ya caído en el error. La retórica del ego es tan subliminal que por esa razón nuestra conciencia está así de dormida y sin darnos cuenta.
Vemos el ego con su retórica llevando a los pueblos a una carrera armamentista: “El volumen del comercio pesado-aviones, buques de guerra y transportes blindados-entre los países tercer-mundistas se duplicó entre 1973 y 1976, en tanto que se elevaron al doble sus importaciones.” Lo curioso es que en una época en la que se habla de control de armas y de paz, los países en vías de un supuesto desarrollo con la ayuda de los supuestamente industrializados, aumentan su capacidad de ¡destrucción! ¿Es esto cabe preguntar-el camino adecuado para el desarme y la paz mundial? Todo lo contrario, es ¡la retórica del ego!
Mientras los bípedos humanos siguen fascinados con los inventos y con todas las aparentes maravillas del Anticristo -la ciencia materialista-, en Etiopía, desde 1973 hasta la fecha, han muerto 200.000 personas del hambre ¿Es esto civilización? Esta es la retórica del ego…
El bípedo humano sólo quiere vivir en su mundito que ya no sirve para nada. La psicología materialista, la psicología experimental, no sirve para nada. La prueba es que no ha podido solucionar los problemas mentales que afectan al pueblo de los Estados Unidos; prueba de ello es que continúan y se multiplican por las grandes ciudades de la Unión americana las famosas “pandillas”. Veamos: en la ciudad de New York existen “Los Sucios”, grupo cuyos miembros son de unos 30 años de edad, usan “ropas sucias” y botas de piel. Se reúnen en los techos de las casas y se enorgullecen de que se les considere buenos billaristas.
“Los ciclistas desconocidos”, también, más o menos de la misma edad, se visten a la usanza de los “ángeles infernales” y llevan chamarras de cuero con grandes ziperes. Sus bicicletas son viejas Schwinn que han sido adaptadas con horquillas alargadas para que semejen motocicletas.
La violencia es una parte aceptada de su vida, en cada uno de los miles de integrantes y pandillas que existen en ese país y que lastimosamente los bípedos humanos de otros países quieren imitar. ¿Es esto liberación psicológica? ¡Falso! Esta es la retórica del ego que a todos tiene engañados. Solamente viviendo las enseñanzas que entrego en todo este auténtico Tratado de Psicología Revolucionaria llevada a la práctica, podrán los bípedos humanos liberarse de la retórica del ego.