El animal intelectual es semejante a un robot programado por ruedas mecánicas, y es también similar a un reloj porque vive repitiendo los mismos movimientos de las pasadas existencias.
El ser humano, falsamente llamado hombre, es un robot psicológico que no hace, todo le sucede. El Ser es el único que hace. El Ser hace surgir lo que quiere porque no es un ente mecánico.
Hay que dejar de ser un robot intelectual, porque el robot siempre repite lo mismo, no tiene independencia.
El robot psicológico está influenciado por las leyes de la Luna: Recurrencia, concepción, muerte, odio, egoísmo, violencia, engreimiento, soberbia, auto-importancia, codicia desmesurada, etc.
Hay que trabajar con la super-dinámica sexual para crear un centro de gravedad permanente e independizarse de la Luna.
Para dejar de ser un robot psicológico se hace necesario dominarse a sí mismo. Fausto lo logró, mas no Cornelio Agrippa, porque se puso a teorizar.
La gente se interesa por explotar al mundo, pero es más importante explotarse a sí mismo, porque el que se explota a sí mismo domina el mundo.
El robot psicológico que quiera convertirse en hombre, y luego en superhombre, deberá desarrollar la capacidad de sostener las notas.
Cuando alguien en verdad quiere dejar de ser máquina, tiene que pasar por la primera crisis: Mi-Fa, y luego por la segunda crisis: La-Si.
La clave de los triunfadores para pasar las crisis y dejar de ser un robot psicológico es: elección, cambio y decisión. En siete escalas se hace toda la Obra y se adquiere el sonido nirionissiano del Universo.