El hombre es la más elevada de todas las criaturas.
La mujer es el más sublime de todos los ideales.
Dios hizo para el hombre un trono, para la mujer un altar.
El Trono exalta, el altar santifica.
El hombre es el cerebro, la mujer es el corazón.
El cerebro fabrica luz, el corazón produce amor.
La luz fecunda, el Amor resucita.
El hombre es genio, la mujer es ángel.
El genio es inmensurable, el ángel es indefinible.
La aspiración del hombre es la suprema gloria.
La inspiración de la mujer, es la virtud extrema.
La gloria hace todo lo grande, la virtud todo lo divino.
El hombre tiene la supremacía, la mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza, y la preferencia representa el derecho.
El hombre es fuerte por la razón, la mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence, las lágrimas conmueven.
El hombre es capaz de todos los heroísmos, la mujer de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece, el martirio sublimiza.
El hombre es un código, la mujer un evangelio.
El código corrige, el Evangelio perfecciona.
El hombre es un Templo, la mujer un Sagrario.
Ante el Templo nos descubrimos, ante el Sagrario nos arrodillamos.
Víctor Hugo