LAS FAMILIAS POBRES

Hemos visto a infelices madres rodeadas de sus hijos hambrientos y desnudos, buscando por las calles papeles sucios para reunirlos y venderlos en ciertas fábricas por una moneda para calmar el hambre. Nadie se compadece de ellos, ni los grandes señores, ni los políticos que tantas promesas hacen al pueblo. Hemos visto madres, niños desnutridos, miserables, devorar cáscaras de naranjas, desperdicios de comidas encontradas en las canecas de basura. Todo esto sucede mientras los grandes de la tierra lanzan a los cuatro vientos programas agrarios, promesas maravillosas sobre el tema del Capital y el Trabajo. Los políticos prometen… Que ironía de la vida… Prometen… prometen…

¿Hasta cuando tanta injusticia? Entre canales de aguas negras hemos visto en la ciudad de México, a estas pobres madres sumergirse para sacar el cadáver de un cerdo, de un ave de corral, ya en descomposición, para calmar el hambre de su familia.

Y sin embargo los políticos prometen… prometen…

Para las familias pobres no existe más que desprecio. Los grandes de la tierra jamás se acuerdan de los infelices. Ellos no existen en su mente.

Algunos gobiernos inventan ASILOS para familias miserables. Los pobres prefieren vagar por las calles con su miseria a cuestas, antes de meterse en este nuevo tipo de cárcel. Tienen razón.

La Libertad es muy bella y es preferible morir de hambre siendo libre, que morir lleno entre una jaula. La vivienda campesina es para los trabajadores bien remunerados. Las casas-granjas son para los empleados de la burguesía, para quienes pueden darse el lujo de pagar bien.

Nosotros los Gnósticos debemos luchar por estos infelices. Debemos abrir comedores públicos para estos parias de la vida. Debemos luchar ante los gobiernos de la tierra para que estos pobres infelices, tengan también su techo humilde pero limpio, aireado, alegre. Un techo de Libertad, no una jaula piadosa en cuya puerta esté escrita la palabra ASILO. Debemos los Gnósticos luchar por estos infelices; vivir no es un delito. Estas pobres madres, estos niños hambrientos, desnudos, también tienen derecho a vivir.

Samael Aun Weor

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