La Iniciación Venusta es únicamente para los hombres verdaderos, jamás para los animales intelectuales.
Entiéndase por hombres verdaderos aquellos que ya fabricaron los cuerpos solares.
Entiéndase por animales intelectuales toda la humanidad, todas las gentes que solamente tienen cuerpos lunares.
La Iniciación Venusta es la verdadera navidad del corazón tranquilo. La Iniciación Venusta es para los pocos, es una gracia del Logos Solar.
En el Nirvana existen muchos Buddhas que, a pesar de sus grandes perfecciones, jamás han alcanzado la Iniciación Venusta.
La ley del Logos Solar es sacrificio por la humanidad. El se sacrifica desde el amanecer de la vida, crucificándose en todos los mundos, en todo nuevo planeta que surge a la existencia, para que todos los seres tengan vida y la tengan en abundancia.
Raro es aquél que recibe la Iniciación Venusta, ésta es una gracia muy especial, se necesita antes haberse sacrificado por la humanidad.
Annie Besant comete el error de suponer, y hasta afirmar, que el Cristo Intimo, el Niño Dios, el Salvador, encarna en el ser humano cuando alcanza la primera iniciación de Misterios Mayores.
Annie Besant quiere ver en las cinco primeras iniciaciones de Misterios Mayores todo el drama cósmico, nacimiento, crecimiento, muerte y resurrección del Cristo.
Annie Besant comete el error de confundir las cinco iniciaciones del fuego con la Iniciación Venusta.
Es necesario saber que el Cristo no puede encarnarse en el animal intelectual, es urgente comprender que el Cristo, Señor nuestro, sólo puede encarnarse en los hombres verdaderos, y que es imposible alcanzar este estado de hombre auténtico sin haber pasado antes por las cinco iniciaciones de Misterios Mayores.
Sólo después de haber pasado por las cinco iniciaciones de Misterios Mayores, y como una gracia, previo sacrificio por la humanidad, puede encarnarse el Cristo en nosotros.
Tal como es arriba es abajo. Al iniciarse la aurora de la creación, el fuego sexual del tercer Logos hace fecundo el vientre de la gran madre, la sustancia primordial.
La segunda parte la realiza el segundo Logos, el Cristo Cósmico, encarnándose en los mundos que nacen, para que todos los seres tengan vida y la tengan en abundancia.
En el microcosmos hombre el acontecimiento se repite; el primero en intervenir es el tercer Logos, fecundando la materia caótica contenida en el semen y en la espina dorsal, fecundando a la madre divina, principio Akashico, para que nazca el universo interior, los cuerpos solares; después nace el segundo Logos dentro de esos cuerpos existenciales superiores del Ser, para trabajar en la Gran Obra del Padre.
Tal como es arriba es abajo, tal como es abajo es arriba. Los eventos cósmicos que se desarrollan en un sistema solar se repiten en el átomo. Los grandes acontecimientos que se suceden en la génesis de cualquier galaxia se repiten también en el microcosmos hombre.
Es necesario trabajar primero con el fuego y luego con la luz. Es indispensable trabajar primero con el tercer Logos, en la novena esfera, y luego con el segundo Logos.
Las cinco primeras iniciaciones de Misterios Mayores son Cosmogénesis microcósmica; el fuego hace fecunda la materia caótica de la divina madre para que nazcan nuestros cuerpos solares; después viene lo mejor, la intervención del segundo Logos, la Iniciación Venusta, previo sacrificio por la humanidad.
Es indispensable saber, es urgente comprender que la Iniciación Venusta tiene siete grados esotéricos.
Primero: Nacimiento en el pesebre del mundo. El Cristo Intimo nace siempre lleno de amor por la humanidad, en ese pesebre interior que llevamos dentro de nosotros mismos, habitado desgraciadamente por los animales de las pasiones, por el yo pluralizado.
Segundo: Bautismo del iniciado en el mundo etérico, Cristificación del cuerpo vital.
Tercero: Transfiguración del Señor; resplandece el Cristo Intimo en la cabeza y en el rostro sideral del cuerpo astral del iniciado, como resplandeció el rostro de Moisés en el monte Nebo.
Cuarto: Entrada a Jerusalem entre palmas y fiestas, Cristificación del cuerpo mental del iniciado.
Quinto: El paño sagrado de la Verónica, en el cual queda grabado el rostro del Maestro. Cristificación del alma humana o cuerpo de la voluntad consciente.
Sexto: Cristificación del alma espiritual (Buddhi); eventos cósmicos formidables en la conciencia Buddhica que desafortunadamente no quedaron escritos en los cuatro evangelios; acontecimientos del drama cósmico íntimamente relacionados con ciertos hechos de otros planetas del sistema solar.
Séptimo: El Maestro es crucificado y entrega el espíritu al Padre, entre rayos, truenos y terremotos.
La mujer sella siempre la sepultura con una gran piedra, la piedra filosofal que simboliza el sexo (la lucha contra Satán fue terrible).
En rigurosa síntesis, estos son los siete grados de la Iniciación Venusta. Sobre cada uno de estos siete grados se pueden escribir enormes volúmenes.
El Cristo, Señor nuestro, nacerá siempre dentro del humilde establo individual de todo iniciado preparado.
La madre del Señor ha sido, es y será siempre la Divina Madre Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes.
Los reyes de la inteligencia, los tres reyes magos, los verdaderos genios, reconocerán siempre al Señor y vendrán a adorarle.
El niño se verá siempre en grandes peligros; Herodes, el mundo, los tenebrosos, querrán siempre degollarlo. El bautismo en el Jordán de la existencia será indispensable, las aguas de la vida limpian, transforman, bautizan. La transfiguración interpreta con suma inteligencia la Ley de Moisés, enseñando a las gentes y desplegando en su trabajo todo el celo maravilloso de un Elías.
El Señor vendrá a nosotros caminando sobre las olas embravecidas del mar de la vida. El Señor Intimo siempre establecerá el orden en nuestra mente y devolverá a nuestros ojos la luz perdida.
El Señor Interior multiplicará siempre el pan de la Eucaristía para alimento y fortaleza de nuestras almas.
El Adorable, encarnado en el iniciado, predicará en las calzadas de esta gran Jerusalem del mundo, entregando a la humanidad el mensaje de la nueva era, y su rostro coronado de espinas, una y otra vez, quedará grabado para siempre en el paño de la Verónica.
En la conciencia del iniciado habrá siempre eventos cósmicos formidables y, entre rayos y grandes terremotos del alma, el Señor siempre entregará su espíritu al Padre, exclamando: “Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu”, y después de bajar el cuerpo al sepulcro, se repetirá la resurrección a los tres días y medio.
El mito solar tiene dos aspectos: el primero representa la actividad cósmica del segundo Logos, en el amanecer de todo nuevo mundo que nace de entre el vientre de la Gran Madre. El segundo aspecto viene a resumir la vida de todo individuo sagrado que se convierte en una encarnación del segundo Logos, el Cristo Cósmico.
El héroe del mito solar ha sido siempre presentado en todos los tiempos como un Hombre-Dios, y su vida se desarrolla y desenvuelve conforme a la carrera del Sol, que es el vehículo cósmico del Logos Solar.
En el pasado, en los antiguos tiempos, el nacimiento de Mitra se celebró siempre con grandes regocijos en el solsticio de invierno.
Horus, espíritu divino, hijo de Isis y Osiris, en el viejo Egipto de los faraones, nacía también en el solsticio de invierno.
Nadie sabe con exactitud la fecha exacta en que nació Jesús de Nazareth. Existieron 136 fechas distintas asignadas al nacimiento de Jesús. Los gnósticos iniciados resolvieron con suma sabiduría fijar la fecha de nacimiento de Jesús para el 24 de diciembre a las doce de la noche, es decir, para los primeros minutos del 25 del mismo mes.
En todo mito solar, el Divino Salvador, el Cristo Intimo de todo individuo sagrado, nace siempre de entre el vientre de la Virgen Inmaculada, la Divina Madre Kundalini; esto nos recuerda al Niño Sol del 24 ó 25 de Diciembre, avanzando, naciendo, caminando hacia el norte en instantes en que la constelación de virgo, la Virgen Inmaculada, brilla resplandeciente en el cenit. Siempre el Sol, siempre el Cristo Cósmico, en el cosmos o en el hombre, nace de entre las entrañas de la Virgen Madre Cósmica.
Buddha nace de una virgen llamada Maía-Devi, de acuerdo con el drama cósmico sabiamente comprendido por los chinos iniciados.
La muerte y resurrección del Señor, en el equinoccio de primavera, está tan ampliamente difundida como su nacimiento en el solsticio de invierno.
En tal época moría Osiris en manos de Tifón, y se le representaba con los brazos extendidos como si estuviera crucificado.
Por esa época llorábase cada año la muerte de Tammuz en Babilonia, y en Siria, por esa época del equinoccio de primavera, había también muchos lamentos sagrados, entonces se lloraba por Adonis, no solamente en Siria sino en Grecia también.
En Persia se celebraba la muerte de Mitra por la misma época del equinoccio de primavera.
En todas las escuelas de misterios se representaba en forma dramática toda la carrera solar, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección. El iniciado constituía su vida con el drama solar y se convertía de hecho en un individuo solar.
La Iniciación Venusta es para los hombres verdaderos, no para las mujeres, ninguna mujer puede alcanzar jamás la Iniciación Venusta.
El grado más alto que la mujer puede alcanzar es el de Virgen Celestial, que corresponde al estado de Buddha.
Cuando una mujer quiere alcanzar la Iniciación Venusta debe desencarnar y reencarnarse en cuerpo de hombre.
Por estos tiempos, en el valle del Nilo, en Egipto, está encarnado en cuerpo de hombre aquel gran ser que se llamó María, Madre de Jesús de Nazareth.
H.P.B., la autora sabia teosófica que escribió los seis volúmenes de la Doctrina Secreta, se está preparando para reencarnarse en cuerpo de hombre, porque quiere alcanzar la Iniciación Venusta.
Lo que estamos diciendo no debe desencantar a las mujeres, toda mujer que trabaje en la fragua encendida de Vulcano, toda mujer que trabaje en la novena esfera, puede fabricar sus cuerpos solares y convertirse en una Buddha viviente, en una virgen del Nirvana, con poder sobre el fuego, los aires, las aguas y la tierra.
La Iniciación Venusta es otra cosa, es sólo para hombres verdaderos, pero cualquier virgen del Nirvana puede reencarnarse en cuerpo de hombre para alcanzar la Iniciación Venusta.
Cada vez que el Logos Solar necesita venir al mundo para iniciar una nueva era, se encarna en un hombre debidamente preparado para la Iniciación Venusta.
Existen doce salvadores. Esto quiere decir doce Avataras que corresponden a los doce signos zodiacales. La misión de cada Avatara es iniciar la época de actividad correspondiente al signo en que va a entrar la humanidad.
Aries, Tauro, etc., tuvieron sus Avataras correspondientes.
Existen doce salvadores, a través de los cuales se expresa el Cristo viviente.
La encarnación del Logos Solar en el pesebre del mundo es un evento cósmico formidable.
Así como en todo mundo naciente el Cristo encarnado tiene que abrirse paso entre la vorágine terrible de la selva indómita, rodeado de toda clase de peligros, así también el Niño de Oro de la Alkimia sexual, el Cristo Intimo nacido en todo individuo sagrado, debe abrirse paso, debe crecer y desarrollarse entre los animales del pesebre, entre los animales del deseo, rodeado de toda clase de peligros y adversidades.
En principio todavía, desgraciadamente, el iniciado no ha disuelto el yo, los animales del establo interior están vivos, el iniciado no ha alcanzado la perfección, aun cuando ya sea un Buddha, y el niño debe crecer y desarrollarse entre todas estas adversidades.
En los mundos que surgen a la existencia, el Cristo se desarrolla, es crucificado, muerto, y resucita en las entrañas de todo lo creado para que todas las criaturas tengan vida y la tengan en abundancia.
En el iniciado que alcanza la Iniciación Venusta, el Cristo debe nacer, crecer, morir y resucitar para trabajar con suma intensidad en la gran obra del Padre.
Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, cuentan las Sagradas Escrituras que estuvo once años hablando con sus discípulos, enseñándoles los 24 misterios de los cuales nacen los 12 salvadores del mundo.
Samael Aun Weor