EL PROBLEMA SEXUAL

Aquellos que desprecian el sexo rechazan el Edem. El Edem es el mismo sexo. Los magos negros dicen que al sexo no hay que darle ninguna importancia, así les cierran las puertas del Edem a las almas débiles. Conocimos el caso de un tenebroso que llegó hasta el extremo de decirle a otro hombre:

“Ahí te dejo mi mujer, si quieres puedes Usarla”.

Este mago negro abandonó a su mujer y a sus hijos, y se fue por todo el mundo predicando una doctrina de magia negra.

“Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, porque rodeáis el mar y la tierra por hacer un prosélito y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno doble más que vosotros”.

Decir que el sexo no tiene importancia es renunciar al Edem, porque este es el mismo sexo. Existen muchos que miran con asco el sexo, ignoran estas pobres almas que esta es la puerta del Edem.

Esas pobres almas no quieren entrar por la puerta estrecha, esas almas renuncian al paraíso y se hunden entre el abismo. Al Edem no se puede entrar sino por la puerta por donde salimos, el sexo; el que desprecia esa puerta estrecha y difícil no entrará por ella y se hundirá en el abismo.

Los luciferes hacen terribles esfuerzos, por alejarnos de esa puerta.

Con justa razón el CRISTO dijo:

“De mil que me buscan uno me encuentra, de mil que me encuentran uno me sigue, de mil que me siguen uno es mío”.

El intelecto es el arma que los magos negros usan para alejamos de las puertas del Edem. Los luciferes tienen intelectos chispeantes. Los luciferes desprecian el sexo y son fornicarios, terriblemente malvados e hipócritas. Lo más grave es la apariencia de santidad con que se revisten los tenebrosos. Hablan a la luz de los evangelios, de amor y de caridad. Se presentan llenos de aparente humildad, y luego dicen que el sexo no tiene importancia, que el sexo es bajo y grosero, que ellos buscan la más pura espiritualidad. Así le cierran las puertas del Edem a la pobre humanidad.

“Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar”.

Samael Aun Weor

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