1-En el abismo, el hombre fundó las escuelas de los Baales.
2-Las escuelas de los Baales son todas las escuelas seudo-espiritualistas que actualmente existen en el mundo.
3-Todas esas escuelas externas son del abismo, y si el hombre quiere salir del abismo, tiene que libertar su mente de todas esas “Jaulas”.
4-Cuando penetramos a los mundos internos, vemos a todos los estudiantes de esas escuelas de los Baales sumergidos en las profundas tinieblas de la magia negra.
5-Todos esos pobres seres andan buscando afuera lo que tenemos dentro.
6-Todas esas pobres almas continúan rebeldes contra las ordenanzas del señor Jehová, comiendo del fruto prohibido, de ese fruto del cual Él dijo: “No comerás…”.
7-Da dolor ver a esas almas esclavizadas por los Baales.
8- Los Baales son los magos negros.
9- Todas esas escuelas espiritualistas están llenas de fornicaciones y adulterios.
10- Todas esas escuelas espiritualistas, son las escuelas de los Baales.
11-Cierto día, estando sumergido en profunda meditación y oración, hablé al señor Jehová así: ¡oh! Jehová, Dios mío, estoy solo luchando contra todas las escuelas, contra todas las religiones y contra todas las sectas del mundo.
12-Mis enemigos son tan numerosos como las arenas del mar, y estoy solo contra el mundo. ¿En qué vendrá a parar todo esto?
13-Entonces vi en visión de Dios la época de Elías el profeta. Un Maestro tenía entre sus brazos un cuadro luminoso, en el que aparecía la imagen del venerable anciano.
14-Este era Elías el profeta. Su cabello era como lana blanca, su frente amplia y fuerte como los muros invictos de Sión.
15-Su nariz aguileña y su labio delgado, denotaban una recia fuerza de voluntad.
16-Sus ojos resplandecían como antorchas encendidas, y su barba blanca y patriarcal, estaba aureolada por un nimbo de luz blanca y resplandeciente…
17-El mundo entonces era semejante a nuestra época actual; las escuelas de los Baales eran tan numerosas como las actuales, y Elías estaba solo ante todas las escuelas espiritualistas, y todos esos hermanos de la sombra lo miraban con desprecio y buscaban matarlo.
18-Pero Elías triunfó ante los cuatrocientos cincuenta profetas de los Baales.
19-Entonces yo AUN WEOR, entendí la declaración de esta visión, y anoté la suma de los “negocios”.
20-Abro la Biblia, y encuentro allí el capítulo 18, que a la letra dice:
“Y como Achab vio a Elías, díjole Achab”: “¿Eres tú el que alborota a Israel?”
“Y él respondió: Yo no he alborotado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová y siguiendo a los Baales”.
“Envía, pues, ahora y júntame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de los bosques, que comen de la mesa de Jezabel”.
“Entonces Achab envió a todos los hijos de Israel, y juntó a los profetas en el Monte Carmelo”. “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo. ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidme; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra”.
Y Elías tornó a decir al pueblo: “Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos y cincuenta hombres”.
“Densenos, pues, dos bueyes, y escójanse ellos el uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, mas no pongan fuego debajo; y yo aprestaré el otro buey, y pondrelo sobre leña y ningún fuego pondré debajo”.
“Invocad luego vosotros en el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré en el nombre de Jehová; y el Dios que respondiera por fuego, ese sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: bien dicho”.
Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: “Escogeos un buey, y haced primero, pues que vosotros sois los más, e invocad en el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo”.
“Y ellos tomaron el buey que les fue dado, y aprestáronlo, e invocaron en el nombre de Baal desde la mañana hasta el medio día, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Mas no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho”.
“Y aconteció al medio día, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: gritad en alta voz, que Dios es, quizás está conversando, o tiene algún empeño, o va de camino; acaso duerme, y despertará”.
“Y Ellos clamaban a grandes voces, y sajábanse con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos”.
“Y como pasó el medio día, y ellos profetizaran hasta el tiempo del sacrificio del presente, y no había voz, ni quién respondiese ni escuchase”.
“Elías dijo entonces a todo el pueblo. Acercaos a mí. Y todo el pueblo se llegó a él, y él reparó el altar de Jehová que estaba arruinado”.
“Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, el cual había sido palabra de Jehová, diciendo: Israel será tu nombre”.
“Edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo un reguero alrededor del altar, cuanto cupieran dos sacos de simiente”.
“Compuso luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y púsolo sobre la leña”.
“Y dijo: Henchid cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: hacedlo otra vez, y otra vez lo hicieron. Dijo aún: hacedlo la tercera vez”.
“De manera que las aguas corrían alrededor del altar; y había también henchido de agua la reguera”.
“Y como llegó la hora de ofrecerse el holocausto, llegose el profeta Elías, y dijo: Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas”.
“Respóndeme Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, ¡oh Jehová!, eres el Dios, y que tú volviste atrás el corazón de ellos”.
“Entonces cayó fuego de Jehová, el cual consumió el holocausto, y la leña, y las piedras, y el polvo, y aún lamió las aguas que estaban en la reguera”.
“Y viéndolo todo el pueblo, cayeron sobre sus rostros, y dijeron. ¡Jehová es el Dios!”.
“Y díjoles Elías: Prended a todos los profetas de Baal, que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y llevolos Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló”.
(Vers. 17 a 40, Cap. 18, III Reyes. Antiguo Testamento).
Aun Weor