Delirio extraordinario de suprema amargura es aquél en el que LUCIFER-PROMETEO exclama:
“Oh éter Divino, voladores vientos… Mirad lo que yo, un Dios, de otros Dioses sufro”.
“Pero, ¿Qué digo? Claramente adivinaba lo que tiene que suceder… Conviene ahora… Esta suerte fatal sufrir constante ya que la Ley del Hado es invencible”…
Con cuanto dolor ¡Oh Dioses! He leído por ahí en cierto libro que no menciono, un párrafo que a la letra dice: “La hueste que encarnó en una parte de la humanidad, aunque inducida a ello por KARMA o NÉMESIS, prefirió el libre albedrío a la esclavitud pasiva; el dolor y hasta la tortura intelectual consciente, “durante el transcurso de miríadas de tiempos”, a la beatitud instintiva, imbécil y vacía”.
Y continúa el citado autor diciendo enfáticamente: “Sabiendo que semejante encarnación era prematura y no estaba en el programa de la naturaleza, la hueste celestial, Prometeo, se sacrificó, sin embargo, para beneficiar con ello a una parte, al menos, de la humanidad”.
Esto nos trae obviamente al mito por excelencia de todas las antiguas Teogonías, al de la rebeldía celeste o de los Ángeles caídos, esos Titanes que se atreven a luchar hasta con los Dioses Santos…
Inefables, terriblemente Divinos convertidos en hombres, Deidades reencarnándose en humanos cuerpos…
¡Vana cosa es confundir una caída con una bajada! Estos DEIDUSOS no bajaron, ¡cayeron! y eso es diferente…
Por eso y con justa razón las teogonías nos pintan como castigados a esos LOGOI Divinos…
El Mito Universal los considera por eso como fracasados, castigados y caídos al verse obligados a vivir con sus legiones tenebrosas en esa región inferior, infierno, que se llama el interior de nuestro organismo planetario tierra. (Véase capítulo XVIII del presente libro).
Escrito está y con caracteres espantosos en el Libro de la Ley, que un tercio de la hueste de los llamados Dhyanis o Arupa, fue sencillamente condenado por la Ley del KARMA o NÉMESIS a renacer incesantemente en nuestro afligido mundo…
Billonadas de auras, alientos o soplos horripilantes, involucionan ahora en los mundos infiernos entre el llanto, las tinieblas y el crujir de dientes…
Infelices criaturas del averno cayendo en mundos de densidad siempre creciente, retornando hacia el caos primitivo…
Almas perdidas anhelando impacientes la muerte segunda para escapar del mundo soterrado…
Esencias preciosas embotelladas entre todos esos Egos abismales; llamas Divinales sufriendo…
BUDDHATAS de ángeles caídos deseando reingresar a los paraísos elementales de la naturaleza.
Auras, Soplos, recomenzando después la marcha evolutiva que les ha de conducir otra vez desde la piedra hasta el hombre…
Bien saben los Divinos y los humanos, que nada ganó la humana especie con la caída de esos Titanes del fuego.
¿Qué fue de MOLOCH? ¿Qué de ANDRAMELECK y su hermano ASMODEO? ¿Qué de BELIAL? ¿Qué de BAAL PEHOR? ¿Qué de YAHVÉ?… Lumbreras de los antiguos tiempos, hoy horripilantes Demonios…
¿Y el oro de la mente, entonces qué? Los Humanoides racionales jamás han sido dotados de Manas (CUERPO MENTAL).
El TO SOMA HELIAKON, el CUERPO DE ORO DEL HOMBRE SOLAR, los vehículos suprasensibles del alma, deben ser creados en la FRAGUA ENCENDIDA DE VULCANO, tú lo sabes…
En la simbólica manzana del Paraíso, de las Hespérides o de Pippala, el dulce fruto prohibido del sexo, se encuentra la clave de todo poder…
En vez de los vehículos paradisíacos que el animal intelectual cree tener, sólo existe dentro de cada criatura racional el EGO, el MI MISMO, MEFISTÓFELES…
Samael Aun Weor