Existe en el códice Borgia la figura de Atlanteotl, que carga sobre sus hombros al agua celeste exactamente como el Atlas griego, al que estamos acostumbrados a dar prioridad como símbolo.
Huelga decir, en gran manera y sin mucha prosopopeya, que el legendario Atlas griego es copia fidedigna del heroico Atlanteotl maya y azteca.
Suprimida con delicado refinamiento intelectivo la desinencia “otl” de
aquel luciente nombre, renglones arriba citado, resalta entonces la palabra Atlante.
Atlante-otl, siendo esta palabra por sus raíces explicada, sólo nos resta decir con gran énfasis que esto no es cuestión de vanas etimologías empíricas, arbitrariamente seleccionadas, ni de meras Coincidencias, como suponen siempre los ignorantes ilustrados.
Extraordinarias y legítimas concordancias lingüísticas, explicables sólo merced al tronco atlante común de los pueblos americanos y mediterráneo-semitas. Incuestionablemente, éstos y aquellos tienen sus raíces en la Tierra encantada de Olisis, la Atlántida sumergida ahora en el mar de las tinieblas, vaho sombrío de leyendas de horror, de naufragios pavorosos y de viajes sin retorno. ¡Mar inmenso que en Gibraltar, más allá de las Columnas de Hércules, tiendes proceloso tu onda infinita de misterios infranqueables para los navegantes. . !
¡La leyenda trágica llena tu espacio con el poder colectivo de las generaciones que así te han contemplado y el poeta escucha en la voz de tus olas inmensas el rumor de tus tragedias y el crujido de tus mundos sepultados…!
¡La Atlántida!, ese vasto continente desaparecido que se tenía como un ensueño de poeta, una creación de la divina mente de Platón, y nada más, existió realmente.
“La intuición del poeta es la visión del genio”, el que la niega es porque no puede ver con su poder inmenso.
“Los sabios sólo son grandes cuando llegan a ser poetas”, cuando sobreponiéndose al detalle, sienten las armonías que laten en el fondo de todo lo existente y que pueden arrebatarnos a esferas superiores.
Así es como el autor de Las Metamorfosis de las Plantas pudo escribir su Fausto, el de la Filogenia alzar su Credo, Humboldt hacer su Cosmos y Platón, el Divino, su Timeo y su Critias, como Poe con su Eureka, poetas todos de la Vida Universal que no es sino el Hálito de lo oculto.
¿Ves ese mar que abarca la Tierra de polo a polo?, -le dice a Cristóbal Colón su Maestro- un tiempo fue el Jardín de las Espérides. Aún arroja el Teide reliquias suyas, rebramando tremebundo cual monstruo que veía en campo de matanza.
Acá luchaban Titanes, allí florecían ciudades populosas… Hoy, en marmóreos palacios, congréganse las focas, y de algas se visten los prados donde pacían las ovejas.
- P. B. en las Estancias antropológicas, números 10, 11 y 12, dice textualmente lo siguiente:
Así, de dos en dos, en las siete zonas, la tercera raza (los lemures) dio nacimiento a la cuarta (los atlantes).”
“Los Suras o Dioses (Hombres perfectos) se convirtieron en Asuras, en No Dioses (gente pecadora).” “La primera, en cada zona, era del color de la Luna; la segunda, amarilla como el oro; la tercera roja y la cuarta de color castaño que se tornó negro por el pecado.”
“Crecieron en orgullo los de la tercera y cuarta (subrazas atlantes) diciendo: “Somos los Reyes, somos los Dioses.”
“Tomaron esposas de hermosa apariencia de la raza de los “aún sin mente” o de “cabeza estrecha”, engendrando monstruos, demonios maléficos, hombres machos y hembras y también Khados con mentes pobres.”
“Construyeron templos para el cuerpo humano, rindiendo culto a varones y hembras. Entonces cesó de funcionar su Tercer Ojo (el Ojo de la Intuición y de la Doble Vista).”
“Fuegos internos habían destruido la Tierra de sus Padres (la Lemuria) y el agua amenazaba a la cuarta raza (la Atlántida)…”
“Las primeras grandes aguas vinieron y sumergieron a las siete grandes islas… Los buenos todos fueron salvados y los malos destruidos…”
“Pocos hombres quedaron: algunos amarillos, algunos de color castaño y negro y algunos rojos. Los del color de la Luna (los Tuatha) habían desaparecido para siempre.”
“La quinta raza (la humanidad que actualmente puebla la faz de la Tierra, incluyendo a los mayas, incas, quichés, toltecas, nahoas, aztecas de la América pre-hispánica), gente toda producida del tronco Santo (el Pueblo elegido salvado de las aguas), quedó y fue gobernada por los primeros Reyes Divinos. ”
“Las Serpientes (Dragones de la Sabiduría o Rishis) volvieron a descender e hicieron las paces con los hombres de la raza quinta, a quienes educaron e instruyeron… “
A continuación paso a transcribir la traducción de un manuscrito maya que es parte de la famosa colección de Le Plongeon, los manuscritos de Troano, y que pueden verse en el Museo Británico: “En el año 6 de kan, el 11 muluc, en el mes de zac, ocurrieron terribles terremotos que continuaron sin interrupción hasta el 13 chuen. El país de las lomas de barro, la tierra de Mu, fue sacrificada.” “Después de dos conmociones, desapareció durante la noche, siendo constantemente estremecida por los fuegos subterráneos que hicieron que la tierra se hundiera y reapareciera varias veces y en diversos lugares, Al fin, la superficie cedió y diez países se separaron y desaparecieron. Se hundieron 64 millones de habitantes 8.000 años antes de escribirse este libro.”
En los archivos antiquísimos del antiguo Templo de Lhassa, Tibet, puede verse una antigua inscripción caldea escrita unos 2.000 años antes de Cristo y que a la letra dice:
“Cuando la estrella Bal cayó en el lugar donde ahora sólo hay mar y cielo (el océano Atlántico), las siete ciudades con sus puertas de oro y templos transparentes temblaron y se estremecieron como las hojas de un árbol movidas por la tormenta.”
“Y hé aquí que una oleada de fuego y de humo se elevó de los palacios; los gritos de agonía de la multitud llenaban el aire.”
“Buscaron refugio en sus templos y ciudadelas y el sabio Mú, el Sacerdote de Ra-Mú se presentó y les dijo: ‘¿No os predije esto?’ Y los hombres y las mujeres cubiertas con piedras preciosas y brillantes vestiduras, clamaron diciendo:”
“¡Mú, sálvanos!’ Y Mú replicó: ‘Moriréis con vuestros esclavos y vuestras riquezas, y de vuestras cenizas surgirán nuevas naciones. Y si ellos (refiriéndose a nuestra actual raza aria) se olvidan de que deben ser superiores no por lo que adquieren sino por lo que dan, la misma suerte les tocará.” “Las llamas y el humo ahogaron las palabras de Mú y la tierra se hizo pedazos y se sumergió con sus habitantes en las profundidades del mar en unos cuantos meses.”
¿Y qué podrían ahora exclamar nuestros amables críticos ante estas dos historias, una del Tibet oriental y otra de Mesoamérica que en forma específica relatan ambas la misma catástrofe?
Además de tan extraordinarias similitudes, si de verdad anhelamos más evidencias, es obvio entonces que debemos apelar a la Filología. Resulta palmario y manifiesto que el Viracocha peruano es ciertamente el Viraj, Varón Divino, Kabir o Logos de los hindúes, el Inca, palabra ésta que al escribirse con las sílabas invertidas puede leerse Caín (Sacerdote-Rey).
Por eso, no son de extrañar las infinitas conexiones intrínsecas que la Doctrina y los hechos de los primeros incas guardan con toda la Iniciación oriental.
Evidentemente, el gran historiador romano César Cantú liga sabiamente a los primeros incas con los mongoles o shamanos antiquísimos, lo que equivale a decir que en eso de la inopinada presentación del Manú del Norte o Manco Capac, y de su noble compañera (Coya o laco), se dio acaso la milagrosa circunstancia que inteligentemente nos hace notar H. P. B., relativa al fenómeno teúrgico de esos Seres puros o shamanos que suelen prestar su cuerpo físico a los Genios de los mundos suprasensibles con el evidente propósito de ayudar a la humanidad; portento éste que en modo alguno debe confundirse con el mediumnismo de tipo espiritista.
El inefable Tao chino es el mismo Deus latino, el Dieu francés, el Theos griego, el Dios español y también el Teotl nahua, azteca.
El Pater latino, incuestionablemente y en forma irrebatible, resulta ser el mismo Father inglés, el Vater alemán, el Fader sueco, el mismísimo Padre español y, por último, el Pa o Ba indoamericano. La dulce Mater del latín, indubitablemente es la misma Matrusa, la Mere francesa, la Mother inglesa, la noble Madre española y también la Na o Maya en maya o quechua.
Extraordinarias similitudes lingüísticas que señalan e indican algo más que mera ostentación, pavonada o boato etimológico.
Al llegar a estas profundidades de la Etimología alma de la Historia y una de las más poderosas claves de la Gnosis, jamás podríamos dejar de recordar aquella famosa frase del Idioma ritual maya que a la letra dice: ¡Eli, Eli, lacma sabatani! y que los cuatro evangelistas interpretan esotéricamente en cuatro formas diferentes.
En forma extraordinaria el gran Kabir pronunció tal frase en la cumbre majestuosa del Calvario.
“Ahora hundirme en la prealba de tu Presencia” es indudablemente su sentido en idioma maya. Incuestionablemente, el gran Hierofante Jesús aprendió el naga y el maya en el Tibet oriental y esto está demostrado.
En el sagrado Monasterio de Lhassa. en el Tibet, existe todavía un libro que textualmente dice lo siguiente:
“Jesús se convirtió en el más proficiente Maestro que haya estado sobre la Tierra.” Un sabio escritor ha dicho:
“Está establecido históricamente que la Ciencia- Religión conocida por Cristo en Egipto, la India y el Tibet, era Maya.”
“Existió un profundo Ocultismo Maya, conocido sin una duda por Cristo, quien eligió sus símbolos (mayas) como sustentación de sus ideas de amor fecundante.
“Ya no puede suponerse casualidad que haya elegido a la cruz maya, a la trinidad y a los doce apóstoles, como así también, a otros muchos símbolos, para sustentar el inmenso sentido científico religioso de sus prédicas.”
Es ostensible que los mayas-atlantes trajeron su Religión a Mesoamérica.
Es indubitable que ellos colonizaron al Tibet, Babilonia, Grecia, India, etc. No hay duda de que el lenguaje ritual del Kabir Jesús fue maya.
Todo esto puede explicarse integralmente merced al tronco atlante, común a los pueblos americanos y mediterráneo-semitas.
Las tribus de Anahuac, como todas las otras tribus de Indoamérica, vinieron de la Atlántida y jamás del Norte como suponen siempre algunos ignorantes ilustrados.
Aquellos intonsos que enfatizan la idea de que las tribus de Indoamérica vinieron del Continente Asiático pasando por el famoso Estrecho de Bering, están absolutamente equivocados porque ni en Alaska ni mucho menos en el mencionado Estrecho existe el menor vestigio del paso de la Raza humana por ahí.
Samael Aun Weor