CIELO DE SATURNO

El Séptimo trabajo de Hércules, el Héroe Solar, es la subsecuente captura de las yeguas de Diómedes, Hijo de Marte y Rey del pueblo guerrero de los Bistonios, que mataban y se comían a los náufragos que llegaban a esas costas.

Hércules y sus compañeros sólo logran apoderarse de aquellas bestias después de feroz combate con los Bistonios, quienes con Diómedes, habían acudido a defender sus posesiones, a los que vencen, quedando el Rey dado en pasto a esas hembras antropófagas.

En los Infiernos Saturnianos hube de capturar y destruir a las yeguas de Diómedes; infrahumanos elementos pasionarios, profundamente sumergidos en mis propios abismos inconscientes… Simbólicas bestias junto a las aguas espermáticas del primer instante, dispuestas siempre a devorarse a los fracasados…

Por aquella época de mi actual existencia, fui atacado incesantemente en el tenebroso Tártarus…

Los Adeptos de la mala magia Atlante, resolvieron combatirme con inaudita ferocidad y yo hube de defenderme valerosamente…

Núbiles damas adorables; bellezas malignas, exquisitamente peligrosas, me asediaron por doquiera….

Incuestionablemente en los Saturnianos Infiernos, experimentamos, vivenciamos, revivimos, los terrores Atlantes…

“Hércules, como dice Aeliano (Varias Historias, libro V, C.3), limpió la Tierra y los mares de todo género de monstruosidades, que no de monstruos, venciendo al Necromante Briareo, el de los cien brazos, en uno de sus célebres trabajos o triunfos sobre la mala magia Atlante que se había enseñoreado de toda la Tierra”.

Hércules, el verdadero Krishnar Arios del Mahabharata, presintiendo la catástrofe final Atlante que se avecinaba y con ella la desaparición del Divino Jardín de la Hespérides, trasplantó, doquiera que fue, es decir en todo el Penjab, el Asia Menor, la Siria, el Egipto, Grecia, Italia, Germanía, las Islas Británicas, España, Mauritania y aún América, bajo el nombre de QUETZALCOATL (La Serpiente Blanca Luminosa), el simbólico árbol Iniciático que a todos estos países les salvará de la catástrofe.

Empero, escrito está: “De todo árbol del Huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres morirás”.

Embriagarnos con el aroma delicioso de la fruta prohibida, es indispensable, así lo enseñó Hércules…

A la vista de la barrera del océano infranqueable para el hombre, Hércules, lleno de Titánica rebeldía, tendió su arco contra el Sol como si fuese a herirle para detenerle en su rauda carrera allende el Océano, en el que se iba a sepultar y hacia donde él no podía seguirle, pero el Dios Apolo le mandó que se estuviese quedo y paciente -porque sólo con paciencia infinita se puede realizar “el Magnus Opus”, “la Gran Obra” -en premio de lo cual le regaló un “Vaso de Oro”, el “Santo Grial”, resplandeciente símbolo eternal del Útero o YONI femenino…

Es incuestionable que la Saeta de Hércules no es sino la Piedra Magnes, el PHALO o lanza de Longibus, el Centerión romano; aquella con la cual éste hiriera el costado del Señor, la misma Pica Santa mediante cuyo poder secreto Parsifal sanara la herida en el costado de Amfortas…

Con los milagrosos poderes de estas reliquias venerandas, derroté en cruentas batallas al Rey de los bistonios, a los caballeros del Grial Negro, a KLINGSOR, el EGO animal…

Finalizado el Saturnino trabajo en la morada de Plutón, fui entonces transportado en el EIDOLÓN  a la “Tierra Solar” de los Hiperbóreos…

Esa es la Isla de Avallón; la Mágica Región “JINAS” donde habitan los Dioses Santos…

Sublime Isla de Apolo; tierra firme en medio del océano de la gran vida libre en su movimiento…

fAh!… Si el Emperador Federico en el Medievo hubiera realizado en sí mismo el Misterio del Grial, el Misterio Hiperbóreo… Es indubitable que entonces habría vuelto a florecer en forma espléndida el árbol seco del Imperio… Es ostensible que el Reino del Grial habría reaparecido maravilloso, dentro del mismo Sacro Imperio Romano…

La senda de la vida está formada con las huellas de los cascos del caballo de la muerte…

No es posible realizar en sí mismo el Misterio Hiperbóreo sin haber sido antes juzgado en la Vasta Sala de la Verdad-Justicia…

No es posible realizar dentro de sí mismo el Misterio del Grial, sin haber sido pesado antes el corazón del Difunto en el platillo de la Balanza que lleva la Verdad-Justicia…

No es posible la AUTO-REALIZACIÓN INTIMA del SER, sin haber sido declarado “Muerto” en la “Sala de la Verdad-Justicia”. Dice la Leyenda de los Siglos que muchos Iniciados viajaron en el pasado hasta el país del Hermano Juan -la Tierra solar- para recibir cierta Consagración Esotérica, mágica muy especial….

Estos Hermanos de la “Orden de San Juan” en la “Isla del Apolo Solar”, están bien muertos…

No es, pues, extraño el que yo también hubiese tenido que viajar hasta la “Tierra de Luz” o “Tierra solar”.

En el vestíbulo glorioso del Sancta Saturnial, ante los regios Seres, sentado hube de contestar ciertas preguntas. Los dioses Santos tomaron notas en un gran libro…

En esos místicos instantes surgieron, en toda la presencia de mi Ser Cósmico, algunas remembranzas…

¡Ah!… Yo había estado allí antes y en el mismo lugar Santo, ante los Tronos Venerables, hace muchos millones de años, por la época del Continente “MU” o Lemuria…

Ahora regresaba victorioso después de haber sufrido mucho. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!…

Llenados los indispensables requisitos esotéricos, salí del vestíbulo y entré en el Templo…

Incuestionablemente el Templo de Saturno en “la Tierra Solar”, “Jina”, de las regiones Septentrionales, estaba lleno de intensas tinieblas…

Es ostensible que el Sol y Saturno alternan su trabajo en el gobierno del Mundo…

Y vi Tronos y se sentaron… Los Ángeles de la Muerte iban y venían, por aquí, por allá y acullá…

Gentes Divinas llegaron al templo; vinieron de diversos lugares de la Isla encantada, situada en el extremo del mundo…

“THULE última a sole nomen habens”. “Ajryanem-Vaejo” el país Septentrional de los viejos Persas, donde está ubicado mágicamente el Palacio del Rey Arturo, como el Mitgard, la resplandeciente residencia Sacrosanta de los “Ases”, los señores inefables del Norte…

“¡Oh, Maat! ¡Heme aquí que llegó ante ti! ¡Déjame pues contemplar tu radiante hermosura! ¡Mira, mi brazo se levanta en adoración a tu nombre sacrosanto!”.

“¡Oh, Verdad-Justicia, escucha! Llego ante los lugares en que los árboles no se dan, en que el suelo no hace surgir las plantas…”

La figura esquelética del Dios de la Muerte, en el estrado del Santuario, pesó mi corazón en la balanza de la Justicia cósmica, ante la Humanidad Divina.

Aquel Verbo de Potencia, ante los brillantes seres vestidos con los cuerpos gloriosos de KAM-UR, me declaró “MUERTO”… En la tarima del Santuario se veía un simbólico ataúd, dentro del cual aparecía mi cadáver…

Así fue como volví al Cielo de Saturno, al PARANIRVANA, la morada de los Tronos.

Así fue como reconquisté ese estado Jerárquico que otrora había perdido, cuando cometiera el grave error de comer de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides…

Posteriormente pasé por la Ceremonia de la Muerte: Al retornar a casa me hallé con algo inusitado…

Vi carteles funerales en los muros de mi mansión, anunciando mi muerte e invitando a mi sepelio…

Cuando traspasé el umbral encontré con místico asombro un ataúd de color blanco y muy hermoso…

Es ostensible que dentro de aquella caja funeral yacía mi cadáver, completamente frío e inerte…

Muchos parientes y dolientes, alrededor de aquel féretro, lloraban y sollozaban amargamente…

Flores delicias embalsamaban con su aroma el ambiente de aquella pieza…

Me acerqué a mi madre, que en esos instantes enjugaba con un pañuelo sus lágrimas…

Besé sus manos con amor infinito y exclamé: Gracias te doy ¡Oh Madre! Por el cuerpo físico que me disteis; mucho me sirvió ese vehículo; fue ciertamente un instrumento maravilloso, pero todo en la vida tiene un principio y un fin…

Cuando salí de aquella morada planetaria, dichoso resolví flotar entre el Aura del Universo.

Me vi a mí mismo convertido en un niño, sin Ego, desprovisto de los elementos subjetivos de las percepciones…

Mis pequeños zapatitos infantiles no me parecieron muy hermosos; por un momento quise quitármelos, mas luego me dije a mí mismo: El me vestirá como quiera….

En ausencia del mortificante intelecto, que a nadie hace feliz, sólo existía en mí el más puro sentimiento…

Y cuando me acordé de mi anciano padre y de mi hermano Germán, me dije: ellos ya murieron…

Y al recordar a todos esos dolientes que dejaba en el Valle doloroso del SAMSARA, exclamé: ¿Familia? ¿Cuál? Ya no tengo familia… Sintiéndome absolutamente desencarnado, me alejé con la intención de llegar a un remoto lugar donde debería ayudar a otros… En tales momentos de místico encanto, me dije: Por mucho tiempo no volveré a tomar cuerpo físico…

Posteriormente sentí que el Cordón de Plata, el famoso ANTAKARANA, el Hilo de la vida, todavía no se había roto; entonces hube de regresar al Cuerpo Físico para continuar con el duro bregar de cada instante…

Samael Aun Weor

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