CONCLUSIÓN DE LOS TRABAJOS LUNARES

Después de haber reducido a polvareda cósmica a MARA, el padre de las tres Furias clásicas, hube entonces de enfrentarme valerosamente a las bestias secundarias del abismo.

El día terminaba lentamente; el aire delicioso de la noche invitaba a descansar de sus fatigas a los seres vivientes que pueblan la faz de la tierra, y yo sólo me preocupaba por sostener los combates del camino y de las cosas dignas de compasión que mi memoria escribirá sin equivocarse.

¡Oh Musas inefables! ¡Oh alto ingenio Divinal!, venid en mi auxilio ¡Júpiter, venerable Padre de los Divinos y de los humanos! inspírame para que mi estilo no desdiga de la naturaleza del asunto.

Interrumpió mi sueño profundo un trueno tan fuerte, que me estremecí como hombre a quien se despierta violentamente; me levanté y, dirigiendo una mirada en derredor mío, fijé la vista para reconocer el lugar donde me hallaba; vime en una casa solitaria junto al camino tenebroso.

Sentado en un tosco sillón junto a la ventana desde la cual bien podía contemplarse el escarpado sendero, evoqué entonces los tiempos idos…

Ciertamente en otras edades yo había estado allí en la mansión del abismo y ante el mismo camino…

Nada de esto me pareció nuevo; comprendí que estaba recapitulando misterios; levantándome de la silla, abrí la vieja puerta de aquella morada y salí caminando despacito… despacito por el camino solitario…

De una sola ojeada, y atravesando con la mirada un espacio tan lejano como es dable a la penetración de la vista espiritual, vi aquel lugar triste, devastado y sombrío…

El piso estaba húmedo y yo hube de detenerme intempestivamente ante cierto cable eléctrico que yacía tendido en el suelo…

¿Un cable de cobre cargado con alta tensión? ¡Qué horror!… y estuve a punto de pisarlo…

“Es preferible morir siendo libre, que vivir estando preso”. Así clamó la voz del silencio en la noche del misterio…

Y yo que alarmado intentaba en esos precisos instantes retroceder, me sentí reconfortado.

Avancé resueltamente por aquellos parajes SUBLUNARES a lo largo de la tortuosa senda abismal…

Vía horrenda entre las pavorosas entrañas de la Luna pálida; misterioso sendero del pasado gran día cósmico… ¡Cuántos recuerdos me traes!…

¡Ah sí!, yo estuve activo en el MAHAMVANTARA anterior y viví entre los Selenitas del Mundo Lunar…

Ahora ese viejo Mundo Lunar es un cadáver y de los Selenitas no quedan ni sus huesos…

Hondas reflexiones conmovieron terriblemente las fibras más íntimas de mi alma mientras silente caminaba por aquel sendero sumergido…

Entretanto mi cuerpo planetario aquí en la Tierra, yacía en profundo reposo…

¿Es acaso raro que el alma se escape del cuerpo físico durante la meditación?

¿Soñar? ¡No!… Ha mucho tiempo dejé de soñar… quienes despiertan conciencia ya no sueñan…

¿AUTO-CONCIENCIA? Esta es una facultad diferente y yo la tengo porque estoy bien muerto…

¿CONCIENCIA OBJETIVA? Es obvio que si no la tuviese tampoco podría informar a mis amados lectores sobre la vida en los mundos superiores…

¿Estudios?… Sí y los hago fuera de mi cuerpo físico durante el Samadhi.

Empero, volvamos a nuestro relato querido lector y perdonad esta pequeña, pero importante digresión.

El escarpado sendero lunar virando sorpresivamente hacia la izquierda, penetró dentro de ciertas colinas muy pintorescas…

En ellas vi algo así como un parque nacional en día domingo; un abigarrado conjunto de humanas criaturas parecía disfrutar deliciosamente de la pradera…

Para solaz y entretenimiento de muchos, algunos vendedores ambulantes iban y venían aquí, allá y acullá vendiendo globos de colores…

Símbolo viviente de la vida profana, así lo entendí; empero es ostensible que quise vivir todo aquello con intensidad…

Estaba muy absorto en todo eso, contemplando las muchedumbres de siempre, cuando de pronto, he aquí que algo insólito e inusitado sucede; me pareció como si de verdad el tiempo se detuviera un momento…

En esos instantes de terror surge de entre la maleza un lobo sanguinario que feroz y con mirada aviesa intenta en vano agarrar su presa; ante él huyen de la felina Parca despiadada algunas gallinas que cacarean… Extraordinaria simbología oculta: Ave de corral, pusilánime, cobarde, tímida. Lobo sanguinario, cruel, despiadado…

¡Pavor! ¡Terror! ¡Espanto!…, humanos estados sublunares de la infraconciencia humana y yo que había muerto en mí mismo…, ignoraba la existencia de esos animales dentro de mis propios infiernos atómicos…

Afortunadamente jamás en la dura brega arrojé mi Pica Santa; gracias a mi Madre Divina Kundalini he podido exceder a muchos en fuerza y habilidad con la lanza…

Habiendo caído ya los principales demonios abismales, viles representaciones de mis defectos infrahumanos, concluyeron épicamente mis trabajos lunares dando muerte con el asta santa a muchas otras bestias infernales.

No está de más decir que hube de recoger muy rico botín de guerra después de muchas cruentas batallas…

Quiero referirme con gran énfasis a aquellas múltiples gemas preciosas de mi propia conciencia embutidas entre los deformes cuerpos abismales.

La última parte del trabajo fue de carácter completamente atómico; no es nada fácil expulsar a las malignas inteligencias de entre sus habitáculos nucleares.

Esto es ciertamente lo que se entiende por transformar las aguas negras en blancas.

Ahora tales átomos se han convertido en vehículos maravillosos de ciertas inteligencias luminosas.

Chispas magníficas capaces de informarnos sobre las actividades del enemigo secreto…

Una noche de gloria tuve la honra más grande que se le pueda brindar a un ser humano: fui visitado por el CRISTO Cósmico. El Adorable traía un gran libro en su mano derecha como diciéndome: “Vais a entrar ahora en la esfera de Mercurio”.

Al ver al Maestro no pude menos que exclamar diciendo: ¡Señor!, habéis llegado más pronto de lo que yo pensaba. Todavía no os aguardaba.

El Cristo vivo respondió dulcemente: “Yo a veces demoro en llegar cuando me toca venir en el mes de marzo. Tú tienes que seguir muriendo todavía”.

“¿Cómo seguir muriendo todavía? ¡Sí! respondió el Adorable: Tenéis que seguir muriendo”, repitió…

Lo que sucedió luego fue prodigioso. El Maestro se elevó lentamente hacia el sol de la media noche, desprendiéndose después un poco del astro Rey como para bendecirme y perdonar mis antiguos errores…

Samael Aun Weor

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