CONSTRUYENDO MOLÉCULAS

Rene Dubos ha dicho:

“El gran espectáculo de la ciencia continúa todavía representándose, solo que prosigue ahora, oculto tras un telón, sin auditorio ni entendidos: solamente intervienen los intérpretes. Junto a la entrada del escenario unos cuantos charlatanes locuaces y mal informados venden al público confusas imitaciones de los grandes ritos. Al mundo se le ha prometido milagros a bajo precio, pero ya no participa en los gloriosos misterios”.

La materia compleja de nuestros cuerpos, en el amanecer de la vida se encontraba latente en los gérmenes elementales atómicos, pero se desarrolló muy lentamente con el devenir de los incontables siglos. Es ostensible y manifiesto que en los variados procesos de transformación gradual de la materia orgánica, intervienen siempre cuatro tipos básicos de moléculas.

PROTEÍNAS: se cuentan estas entre las materias estructurales más importantes de todos los organismos; es evidente que en forma de enzimas sirven concretamente como catalizadores específicos, sin los cuales las reacciones químicas vitales se desarrollarían muy lentamente o no lo harían en absoluto.

Una molécula cualquiera de proteína consta en verdad de cientos de aminoácidos enlazados inteligentemente en una cadena maravillosa que tiende a formar una espiral, con átomos de hidrógeno como nexos muy sabios para sujetar firmemente las espirales en su sitio.

Se nos ha dicho que aunque se conocen muy bien unos ochenta aminoácidos, solo veinte intervienen en la elaboración de las proteínas. Al igual que las veintiocho letras del alfabeto, pueden disponerse formando infinitas combinaciones que expresan claramente sus funciones.

ÁCIDOS NUCLEICOS: son sustancias admirables de las que depende la calidad esencial de la vida: la continuidad de la existencia. La forma conocida por ADN (ácido desoxirribonucleico) permanece en el núcleo de la célula como almacén o depósito de directrices para el funcionamiento correcto de la misma.

Es incuestionable que su famoso pariente ARN (ácido ribonucleico) es el transmisor de las directrices que provienen del ADN, para cuyas porciones de la célula elabora proteínas.

Los aminoácidos se enlazan o concatenan muy sabiamente durante el proceso para satisfacer a la norma ADN… Las moléculas ADN son espirales dobles, ordenadas magistralmente de un modo muy parecido a una escalera de caracol de gran longitud.

Los lados espléndidos de esta formidable escalera constan ciertamente de unidades de azúcar y fosfato; los tramos o peldaños son purinas y pirimidinas apareadas.

En el ADN hay solo cuatro purinas y pirimidinas: adenina, citosina, guanina, y timina, que en forma por cierto muy sutil se encargan de transmitir los mensajes igual a como lo hacen los puntos y rayas del alfabeto Morse. Las que se encuentran en el ARN son las mismas, con la excepción de que la timina es sustituida por uracilo.

LÍPIDOS: son materias grasas fundamentales que almacenan energía vital y forman parte de la estructura de la célula. Sus moléculas constan de átomos de hidrógeno y algunos de oxigeno montados en un armazón de átomos de carbono concatenados.

POLISACÁRIDOS: cadenas de moléculas de azúcar que acumulan energía y que en forma de celulosa, componen las valiosas paredes celulares. Se nos ha dicho que una molécula de celulosa consta de unas 2.000 unidades de glucosa.

Eminentes hombres de ciencia enfatizan la idea de que los polisacáridos forman parte de la numerosa familia de los carbohidratos.

Es indubitable que los cuatro elementos primarios de estas vitales sustancias —Hidrógeno, Carbono, Nitrógeno y Oxigeno— son precisamente los principios químicos más activos del Universo.

Es digno de mención el hecho —por cierto muy interesante— de que solo las proteínas y los ácidos nucleicos contienen Hidrógeno. Es notorio que en muchas proteínas se encuentra azufre, siendo el fósforo un componente indispensable de los ácidos nucleicos. Allá por el año de 1930 se descubrió que la atmósfera de los planetas Júpiter y Saturno, eran muy ricas en metano y amoniaco, y posteriormente se pudo verificar que el metano abundaba mucho en Urano y Neptuno. Estas investigaciones contribuyeron a reforzar la idea de que la atmósfera primieval del planeta tierra perteneció a la variedad metano-amoniaco.

Urey supuso equivocadamente por cierto, que tanto la luz ultravioleta como las descargas eléctricas pudieron haber liberado moléculas en tal atmósfera, permitiéndoles reagruparse para formar compuestos orgánicos más complejos. Se busca la clave de la síntesis de los compuestos orgánicos, se investiga. Miller supone que en una atmósfera arcaica, dominada por el Hidrógeno, está el origen de la vida. De acuerdo: Es incuestionable que el HIDRÓGENO en si mismo es la primera emanación de la materia primordial universal (MULAPRAKRITI), pero si queremos conocer el origen de la vida, debemos ir a lo profundo.

La palabra “MATERIA” es muy discutible pues encierra variados conceptos; el diccionario la explica como: asunto, ocasión, tema, causa, motivo, sustancia, naturaleza; etc. La materia es pues algo muy intelectivo, abstracto, vago, indefinido; incluye, contiene, virtualmente, toda una procesión de ideas. El término procesión etimológicamente significa teoría, pero usado en estilo docto o tratando de la antigua Grecia quiere decir: TEORÍA DE LAS PANATENEAS.

La materia en sí misma como sustancia “PER SE”, rebasa, traspone, pasa, el estrecho marco de la geometría tridimensional de Euclides. Los infinitos procesos de la materia son multidimensionales y esto es obvio.

Miradas las cosas desde este ángulo, es ostensible que la tierra con todos sus variados fenómenos existió antes en la cuarta dimensión. Continuando con el sistema inductivo podemos y hasta debemos enfatizar la idea de una existencia aún más antigua de nuestro mundo en eso que se llama quinta dimensión.

El JIVANMUKTA, el ADEPTO o MAHATMA auténtico, con el Ojo abierto de Dangma, va aún mucho más lejos y descubre rastros de nuestro mundo en las dimensiones sexta y séptima. Este ojo abierto es la vista puramente espiritual del Adepto; empero es urgente explicar que no es la clarividencia, sino más bien la facultad de INTUICIÓN espiritual, por cuyo medio se puede obtener el conocimiento directo y cierto. El sistema deductivo-neoplatónico y oriental, opuesto al método inductivo aristotélico, nos permite comprender el escalonado descenso de nuestro mundo, desde lo desconocido, pasando gradualmente de una a otra dimensión, hasta cristalizar en su forma densa actual.

Es obvio que todos los gérmenes vitales durante el descenso planetario, se desarrollan construyendo moléculas. Es incuestionable, efectivo y real, que células, órganos y organismos se desarrollan con átomos y moléculas. Dentro de cualquier germen viviente opera la energía cósmica en tres modos: CENTRIFUGO; CENTRÍPETO; NEUTRO.

Si la primera de estas tres fuerzas resulta extravertida y básica para la acción, es patente que la segunda se introvierte atrayendo átomos y organizando moléculas, mientras la tercera sirve de punto de apoyo. El planeta en graduativo descenso penetró al fin en la región tridimensional trayendo un formidable cargamento de gérmenes y organismos. Resulta evidente para cualquier MAHATMA, que el tesoro más valioso que trajo este gran barco llamado tierra, fue la primera raza humana que vivió en el casquete polar norte.

Es incuestionable que entonces los actuales polos norte y sur estaban en la zona ecuatorial.

Es claro, positivo y auténtico que si excluimos la facultad de la INTUICIÓN, el ojo interno y espiritual del ADEPTO, entonces fracasamos lamentablemente en este tipo de investigaciones porque toda la historia geológica del primer medio millar de millones de años de la tierra en esta región de tres dimensiones, parece estar sepultada o perdida en forma definitiva, radical y absoluta.

La tarea de reconstruir el modo en que debió de haber emergido la vida y sus formas primitivas, resulta ciertamente dificultada por la falta total de información sobre fósiles de aquella época.

Aparte de algunos vestigios de algas, el dato más digno de confianza data de solo 500 millones de años, es decir, de una época muy posterior a la era en que tuvieron lugar los más importantes acontecimientos de la evolución.

“Podemos afirmar con cierto grado de confianza científica, que la vida celular, como la conocemos en la superficie de la tierra, existe en millones de otros lugares del universo”.

“Ello no niega sin embargo, la posibilidad de que existan además otras formas de materia que podrían llamarse vivas y que según el patrón que nos hemos formado sobre nuestro suelo, resulten extrañas…”.

“Ahora hemos trasladado la vida del limitado lugar que, hace bien poco, ocupaba como un acontecer especial y único… a un estado de materia ampliamente difundida multidimensionalmente en todo el universo”.

Cinco son los factores básicos, indispensables, para la transformación de materia en células vivas:

  • A.- Formación de los compuestos orgánicos.
  • B.- Transformación de estos en compuestos orgánicos más complejos.
  • C.- Origen de los productos químicos clave de la vida, tales como proteínas y ácidos nucleicos.
  • D.- Origen de estructuras y metabolismo. (Química energética).
  • E.- EVOLUCIÓN del metabolismo.

Aplíquese esta fórmula de cinco puntos a los organismos en proceso de cristalización y queda resuelto el problema del origen de la vida. Aclaro: Estoy utilizando el término “cristalización” en forma conveniente, para indicar, señalar la llegada, la entrada de cualquier organismo en la región tridimensional.

Es obvio que los organismos en vías de cristalización fueron sometidos a incesantes evoluciones pretéritas en las dimensiones superiores de la naturaleza. Seria un despropósito, un absurdo, buscar el origen de la vida exclusivamente en la región tridimensional.

Samael Aun Weor

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