LA PIEDRA DE LA AUTORREALIZACIÓN
Vemos en ella cuatro rostros. Aquí está representado el Tetragrammaton.
La primera faz nos muestra a Adhi-Budha, el Incognoscible, lo Inmanifestado. No entra en la creación.
La segunda faz, que está representada por las tres fuerzas: Padre, Hijo, Espíritu Santo, que sí entran en la creación.
Adhi-Budha, es el Padre de nuestro Padre.
Jesús lo llamaba JEU y decía de Él: “el Padre de mí Padre”.
JEU, el Incognoscible, el Inmanifestado, jamás entra en la manifestación.
Luego viene el Anciano de los Días, primer desdoblamiento de JEU, del Inmanifestado Adhi-Budha. Luego el Hijo, luego el Espíritu Santo. La Trinidad emana directamente del Adhi-Budha, el Incognoscible.
Aquí en la estela C, lo vemos claramente. En la parte más alta de la estela se ve una semblanza como rostro, pero desdibujado, y sólo poniendo mucha atención se nota. Está desdibujado para dar entender lo Incognoscible.
Esta estela es una pieza teológica muy bien adornada.
En la cintura, en la parte de Hod y Jesod, vemos magníficos adornos.
El cinturón nos indica que hay que trabajar mucho, dominar las bajas pasiones, los instintos animalescos, para empuñar el cetro de mando, el cetro de los reyes.
Las manos, en esa posición, indican la necesidad de dirigir la totalidad de las fuerzas creadoras hacia arriba y hacia dentro.
Poner atención a la sabiduría y no olvidar jamás que cada uno de nosotros es el resultado final de los distintos desdoblamientos del Tetragrammaton.
La obra en sí es perfecta, cumbre.
En la cabeza vemos cómo resplandece el trabajo por medio del cual se llega a la perfección.
La mitra en la cabeza, el cinturón en la región de HOD -el mundo astral- y el cetro de poder en el centro -JESOD-, nos dicen claramente de la perfección de un hombre que se halla autorrealizado.
-Y ¿qué es la autorrealización íntima del Ser?
-Entiéndase por autorrealización, el desarrollo armonioso de todas las infinitas posibilidades humanas, No se trata de datos intelectuales caprichosamente repartidos, ni de mera palabrería insustancial de charla ambigua, todo lo que decimos debe traducirse como experiencia auténtica, vívida, real. En nombre de la verdad declaro solemnemente que el Ser es la única real existencia, ante cuya transparencia inefable y terriblemente divina, eso que se llama yo, ego, mí mismo, es meramente tinieblas exteriores, llanto y crujir de dientes.
Auto-conocerse y realizarse en el horizonte de las infinitas posibilidades, implica el ingreso o reingreso a la Hueste Creadora de los Elohim.
Samael Aun Weor