Sólo estudiando minuciosamente la catexis suelta, el yo, podemos disolverlo totalmente.
Debemos observar minuciosamente los procesos del pensamiento, los distintos funcionalismos del deseo, los hábitos que conforman nuestra personalidad, los sofismas de distracción, la falacia del ego y nuestros impulsos sexuales. Hay que estudiar cómo reaccionan éstos ante los impactos del mundo exterior y ver cómo se asocian.
Comprendiendo todos los procesos de la catexis suelta, del yo pluralizado, éste se disuelve. Entonces sólo se manifiesta a través y dentro de nosotros la Divinidad.