Iniciaremos el último capítulo del presente libro con la siguiente frase: El primer educador de todo gran iniciado se convierte, de hecho y por derecho propio, en la causa fundamental de todas las partes espiritualizadas de su genuina presencia común.
Cualquier Gurú agradecido se prosterna humildemente ante el primer creador de su Ser genuino.
Cuando después de muchos trabajos conscientes y padecimientos voluntarios se revela, ante nuestros ojos llenos de lágrimas, la absoluta perfección lograda en el funcionamiento de todas las partes espiritualizadas, aisladas, de nuestra presencia común, el impulso del Ser, de gratitud hacia el primer educador, surge en nosotros.
Incuestionablemente, le perfección absoluta de todas y cada una de las partes aisladas del Ser sólo es posible muriendo en nosotros mismos aquí y ahora.
Existen diversos estadíos de autorrealización íntima. Algunos iniciados han conseguido la perfección de ciertas partes aisladas del Ser, empero, todavía tienen que trabajar mucho hasta lograr la absoluta perfección de todas las partes.
En modo alguno sería posible diseñar al Ser, parece un ejército de inocentes niños… Cada uno de ellos ejerce determinadas funciones. Lograr la integración total es el mayor anhelo de todo iniciado. Cuando se logra la autorrealización íntima de la parte más elevada del Ser se recibe, por tal motivo, el grado Ismech.
Nuestro Señor Quetzalcoatl, el Cristo mexicano, indubitablemente desarrolló también a la parte más eleveda de su propio Ser.
Los Dioses elementales de la naturaleza, tales como Huehueteotl, Tlaloc, Ehecatl, Chalchiuitlicue -la Ginebra de Tlaloc-, Xochiquetzal, la Diosa de las flores, etc., asisten al iniciado en sus operaciones de magia elemental a condición de una conducta recta.
Empero, jamás debemos olvidar a nuestro Intercesor elemental, el mago elemental en nosotros, que puede invocar a los Dioses elementales de la naturaleza y realizar prodigios… Incuestionablemente, es otra de las partes aisladas de nuestro propio Ser.
Tres Diosas, que realmente son sólo aspectos de una misma Divinidad, representan a nuestra Divina Madre (variante o derivaciones de nuestro propio Ser) Tonantzin, Coatlicue, Tlazolteotl…
Muchas son las partes aisladas de nuestro propio Ser. Uno se llena de asombro al recordar al León de la Ley, a los dos Genios que anotan nuestras buenas y malas obras, al Policía del Karma -parte también de nuestro Ser-, al misericordioso, al Compasivo, a nuestro Padre-Madre unidos, al Ángel de la guarda, etc., etc., etc.
Los poderes flamígeros del Ángel de la guarda resultan extraordinarios, maravillosos, terriblemente divinos…
De fuentes perfectamente gnósticas, en secreto conservadas en los monasterios iniciáticos, y que difieren grandemente del pseudo-cristianismo y pseudo-ocultismo común y corriente en uso del vulgo, supe realmente lo que es el Ángel de la guarda.
Llegados al campo misterioso de la historia y de la vida de los Jinas, hemos descubierto no sólo al Templo de Chapultepec en México y a las gentes de la cuarta vertical sino, también -y esto es asombroso-, a los poderes del Ángel de la guarda en relación con todo esto.
Porque conviene jamás olvidar que el Padre Prado y Bernal Díaz del Castillo, entre ambos, se recreaban viendo a los sacerdotes de Anáhuac en estado de Jinas.
Deliciosamente flotaban los anacoretas cuando se transportaban por los aires desde Cholula hasta el Templo Mayor; esto sucedía diariamente al ocultarse el sol.
Jamás tuvieron en sus paseos nocturnos horizontes más augustos los discípulos de Sais en el delta del Nilo, ni los que en las mesetas de Persia siguieran a Zaratustra, ni los contempladores de la Torre de Belo en Babilonia, que los que siempre han tenido quienes se someten diariamente a la disciplina del sueño tántrico.
Fuera del cuerpo físico, el anacoreta gnóstico puede, si quiere, invocar a cierta parte aislada de su propio Ser definida en esoterismo práctico con el nombre de Ángel de la guarda; incuestionablemente, el Inefable vendrá a su llamado…
Una serenidad diáfana, una tranquilidad sin límites, una felicidad extática como la que experimenta el alma al romper los lazos con la materia y con el mundo, en todo lo que sentimos en aquellos momentos deliciosos…
Lo demás lo puedes colegir ya, querido lector, servicios mágicos a los Lohegrin siempre se pueden recibir…
Si en tales momentos de arrobamiento pedimos al Ángel de la guarda el favor de sacar el cuerpo dormido de entre la cama, donde le dejamos reposando, y traerlo ante nuestra presencia, se realizará el fenómeno mágico con pleno éxito.
Uno presiente que viene el cuerpo físico ya de camino, traído por el Ángel de la guarda, cuando siente en sus hombros anímicos una entraña presión…
Si asumimos una actitud receptiva, abierta, sutil, el cuerpo físico penetrará en nuestro interior. El tantrista gnóstico consciente, en vez de regresarse a su cuerpo físico, aguarda que éste venga a él para viajar con el mismo en la Tierra prometida, en la cuarta coordenada.
Posteriormente, mediante el auxilio del Ángel de la guarda, regresa el asceta gnóstico a su casa y a su cama sin el menor peligro.
Los Venerables Maestros de la Fraternidad Oculta viajan con sus cuerpos físicos por entre la cuarta vertical, pudiendo abandonar a la misma en el lugar que lo deseen.
Esto significa que los Maestros resurrectos de la Orden Superior pueden darse el lujo, por cierto nada despreciable, de renunciar a todos los sistemas modernos de transporte: buques, aviones, automóviles, etc., etc., etc.
El alto valor iniciático que en sí mismos tienen los procedimientos crítico-analógicos y simbólicos que en los antiguos tiempos fueran la esencia viva de aquella escuela alejandrina de los filaleteos o “amantes de la verdad”, academia sintética del siglo IV, fundada por Ammonio Saccas, el gran ecléctico autodidacta, y por Plotino, el continuador de Platón a través de los siglos, con principios doctrinarios de Egipto, México, Perú, China, Tíbet, Persia, India, etc., etc., etc., permitió a muchos iniciados orientarse en la Senda del filo de la Navaja.
Mención muy especial merece la androgilia de Ammonio Saccas, libro de oro por excelencia. Indubitablemente, el error de muchos pseudo-esoteristas y pseudo-ocultistas modernos radica en el amor propio; se quieren mucho a sí mismos; desean la evolución de la miseria que cargan dentro…
Desean continuar; anhelan la perfección de aquello que en modo alguno amerita perfección ni continuación.
Esas gentes de psiquis subjetiva se creen ricas, poderosas e iluminadas, y codician, además, una magnífica posición en el “más allá”, mas en realidad nada saben sobre sí mismos, desconocen lamentablemente su propia impotencia, nadidad, desvergüenza, desventura, miseria psicológica y desnudez.
Los gnósticos no aspiramos a ser mejores ni peores, sólo queremos morir en nosotros mismos aquí y ahora.
Cuando establecemos el “Dogma de la Evolución” como fundamento de nuestras mejores aspiraciones, partimos de una base falsa.
A los penitentes de la rocallosa senda que conduce a la liberación final jamás nos interesa la evolución. Sabemos que somos unos cuitados y miserables…, de nada serviría la evolución del sí mismo. Preferimos la muerte suprema; sólo con la muerte adviene lo nuevo.
¿Porqué habríamos de luchar por la evolución y el progreso de nuestra propia desventura?. Mejor es la muerte…
Si el grano no muere la planta no nace. Cuando la muerte es absoluta, eso que ha de nacer es también absoluto.
La aniquilación total del mí mismo, la disolución radical de lo más querido que cargamos dentro, la desintegración final de nuestros mejores deseos, pensamientos, sentimientos pasiones, resentimientos, dolores, emociones, anhelos, odios, amores, celos, venganzas, corajes, afectos, apegos, lujuria, etc., etc., etc., es urgente, inaplazable, impostergable, a fin de que surja la llama del Ser, eso que no es del tiempo, eso que es siempre nuevo.
La idea que cada uno de nos tenga sobre el Ser, jamás es el Ser. El concepto intelectivo que sobre el Ser hayamos elaborado, no es el Ser. La opinión sobre el Ser no es el Ser. El Ser es el Ser y la razón de ser del Ser es el mismo Ser.
El temor a la muerte absoluta es obstáculo, óbice, inconveniente, para el logro del cambio radical. Cada uno de nosotros lleva en su interior a una creación equivocada. Es indispensable destruir lo falso para que surja en verdad una creación nueva.
Jamás intentaríamos promover la evolución de lo falso, preferimos la aniquilación absoluta.
De entre la negra y pavorosa fosa sepulcral de abismo surgen las diversas partes flamígeras de Ser; el Ángel de la guarda es una de esas tantas partes aisladas.
Aquellos que conocer realmente los misterios del Templo, reflejo maravilloso de los Misterios báquicos, eleusinos y pitagóricos, jamás desearían continuar con su miseria interior.
Hay que regresar al punto de partida original, hay que volver a las tinieblas primitivas del No Ser y al Caos para que nazca la luz y surja en nuestro interior una nueva creación.
En vez de temer a la aniquilación total, es mejor saber amar y caer en brazos de nuestra Bendita Diosa Madre-Muerte.
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