El Árbol de la Vida

Si observamos el árbol de la Vida, tal como está escrito por los Kabalistas Hebraicos, vemos Diez Sephirotes.

Comienza por el An­ciano de los Días Kether que está en el lugar más elevado del Árbol; después sigue Chokmah, el segundo Sephirote o sea el 2o. Logos que es propiamente el Cristo Cósmico o Vishnú; luego viene Binah, el tercer Logos, el Señor Shiva.

Kether, Chokmah y Binah, son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tal como está dibujado en el Árbol de la Vida de los Misterios Hebraicos, así lo enseñaron los Rabinos.

Kether, Chokmah y Binah son la Trimurti de Perfección, son el Triángulo Divinal, el Padre muy amado, el Hijo muy adorado y el Es­píritu Santo muy sabio.

Después del triángulo Divinal hay un abismo y después de tal abismo viene un segundo triángulo formado por Chesed, el cuarto Se­phirote que corresponde al Intimo o Atman el Inefable, hablando en lengua Sánscrita; continúa Geburah el Rigor de la Ley, el quinto Sephi­rote, el Buddhi, el Alma Divina que es femenina; luego sigue Tiphereth el sexto Sephirote el Alma Humana que es masculina.

Por desdoblamiento viene un tercer triángulo, y está representado por Netzach la mente, el séptimo Sephirote; continúa Hod, el octavo Sephirote el Cuerpo Astral; más abajo está Jesod, el noveno Sephi­rote; el principal fundamento del sexo, el fondo vital del organismo humano el cuerpo vital o vehículo etérico, el Lingam Sarira de los Teósofos.

Por último encontramos en la parte más baja del árbol de la vida a Malkuth el décimo Sephirote, el mundo o cuerpo físico, el cuerpo de carne y hueso.

El primer triángulo es Logoico, Kether, Chokmah y Binah. El se­gundo triángulo es Ético, Chesed, Geburah y Tiphereth. El tercer tri­ángulo es Mágico, Netzach, Hod y Jesod. Malkuth, el mundo físico es un Sephirote caído.

El primer triángulo o sea el Logoico, obviamente tiene su centro de gravitación, eso cualquiera lo puede observar, es el Padre Divi­nal, el Anciano de los Días, Kether. Es el punto matemático en el Espacio, inmenso, infinito, inalterable. Este triángulo es el triángulo del Padre.

Si analizamos el 2o. triángulo, encontramos que es Ético. ¿Por qué le decimos ético? Porque sencillamente allí prima la ética, la recta conducta, allí conocemos nosotros el rigor de la ley; ahí venimos a saber lo bueno y lo malo, qué cosa es lo bueno y lo malo, este triángulo es el mundo del Espíritu puro, la Trimurti Indostánica de Atman, Buddhi, Manas. Obviamente el centro de gravedad de este triángulo resalta a simple vista, es el Alma Humana, esa alma sufre y que da la parte muy humana en nosotros, o sea Tiphereth, que coin­cide con el causal. A este triángulo se le denomina también como el Triángulo del Hijo, encontramos ahí que el Cristo Cósmico, Chokmah suele manifestarse a través del Alma Humana, el Tiphereth de la Kábala Hebraica.

Resulta muy interesante el tercer triángulo, el Triángulo Mágico, formado por la mente o sea Netzach; el cuerpo Astral o Hod y el cuerpo Etérico, es decir, Jesod o principio básico sexual de la vida Universal. ¿Por qué se le llama triángulo mágico? Porque indudable­mente es en los Reinos de la Mente, del Astral y hasta de los Kliphos o mundos Infiernos, es donde uno ejerce la Alta Magia.

No hay duda de que en Netzach podemos nosotros encontrar la Magia Hermética y en Hod la Magia Natural. Otros autores piensan diferente, creen que en Netzach el mundo mental, está la magia na­tural, tengo que disentir con ellos en ese sentido, porque resulta que la Mente propiamente dicha es mercuriana, hay autores que no están de acuerdo con mis conceptos, suponen que es Venusina, lamento discutir con esa clase de conceptos, pues cualquiera puede darse cuenta que la mente es mercuriana. Así pues la Magia Hermética hay que identificarla con Mercurio en la Mente y en cuanto a la Magia Natural, Magia Ceremonial o Ritualista, etc., podemos encontrarla en el Mundo Astral, en el Cuerpo Astral.

¿Dónde encontraremos el centro de gravedad del triángulo Má­gico? Obviamente, se lo encuentra en el Sexo, porque de ahí viene el Nacimiento, la Muerte y la Regeneración. Todo gira a través del Sexo, es decir el tercer triángulo tiene como centro de gravedad el Sexo o sea Jesod que es la fuerza del Tercer Logos, la potencia sexual.

De esta manera hemos encontrado que hay Tres Centros de Gra­vedad Básicos en todo este Árbol de la Vida. En el primer triángulo es Kether el Viejo de los Siglos el centro de gravedad del primer Logos.

En el segundo triángulo Chokmah el Cristo Cósmico, el segundo Logos tie­ne su centro de gravedad en el Alma Humana, Tiphereth. En el tercer triángulo, se convierte Jesod en el centro de gravedad del Espíritu Santo, el tercer Logos. Es mediante esa fuerza sexual que surge la vida, que surge el cuerpo físico y que surgen todos los organismos que tienen vida. Malkuth ya es el mundo físico, no podría existir sin la presencia del sexo, puesto que somos hijos de un hombre y una mujer. Así pues Jesod es fundamento del tercer Logos, centro donde gra­vita la fuerza sexual del Tercer Logos.

Los árboles del Edem son dos: El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal y el Árbol de la Vida. El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, es el Sexo y éste Árbol del Conocimiento está representado por los Órganos Sexuales.

El Árbol de la Vida es el Ser y está representado en nuestro cuerpo físico por la Columna Espinal.

Toda verdadera doctrina cultural tiene que estudiar detenidamen­te estos dos Árboles. Porque el estudio de un árbol con el olvido del otro, da un conocimiento incompleto que es inútil.

¿De qué sirve estudiar al Ser si no conocemos el Sexo? Ambos árboles son del Edén y hasta comparten sus raíces. Estas son las dos grandes columnas torales de la Logia Blanca: Sabiduría y Amor. La Sabiduría es el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal y el Amor es el Árbol de la Vida.

En el antiguo Egipto se estudiaba a fondo la doctrina de los dos árboles. La sombra fatal del Árbol de la Vida es el Yo. La sombra fatal del Árbol del Conocimiento es la fornicación. La gente toma las sombras por la realidad.

El que acaba con el proceso del Yo, realiza al Ser en sí mismo. El que acaba con la Fornicación se convierte en un Cristo.

“Y también le impuso Jehová Dios este mandato al hombre: De todo árbol del huerto puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, Porque el día que comas de él positivamente morirás” (Génesis: 16-17).

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió; después dio de él a su marido cuando él estuvo con ella y él empezó a comerlo” (Génesis 3:6).

“Y pasó Jehová Dios a decir: Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo, y ahora para que no alargue la mano y efectivamente tome fruto también del Árbol de la Vida y coma y viva hasta tiempo indefinido. De modo que expulsó al hombre y situó al Oriente del huerto Querubines y la hoja llameante de una espada que daba vuelta continuamente para guardar el camino del Árbol de la Vida” (3:22-24).

Si el hombre hubiera podido comer de los frutos deliciosos del Árbol de la Vida, entonces tendríamos ahora Dioses fornicarios. Esa hubiera sido la maldición de las maldiciones. El sacrificio más terrible. Lo imposible.

La espada flamígera de la Justicia Cósmica, se revuelve encendida, amenazadora y terrible, guardando el camino del Árbol de la Vida. De la corona Sephirótica Padre, Hijo y Espíritu Santo, nació el Intimo. El Intimo está envuelto en 6 vehículos inferiores que se compenetran formando el hombre. Todas las facultades y poderes del Intimo, son los frutos del Árbol de la Vida. Cuando el hombre regrese al Edem (por el mismo camino que salió), podrá comer de los frutos del Árbol de la Vida. Entonces podrá ver a Dios cara a cara sin morir, el rayo le servirá de cetro y las tempestades de alfombras para sus pies.

Existen diez oleadas de vida que se penetran y compenetran sin confundirse; esas diez Emanaciones Eternas son los diez Sephirotes de la Kábala. Las diez ramas del Árbol de la Vida. Ahora comprendemos por qué Dios puso diez dedos en nuestras manos.

Los 12 sentidos del hombre (7 Chacras o Iglesias + 5 sentidos físicos = 12) están relacionados con nuestra columna espinal. La columna espinal es el exponente físico del Árbol de la Vida; los 12 sentidos, son los 12 Frutos del Árbol de la Vida.

LOS SEPHIROTES

Los diez Sephirotes de vibración universal emanan del Ain Soph, que es la estrella microcósmica que guía nuestro interior. El Real Ser de nuestro Ser.

Se habla de los Sephirotes, en realidad son 12; e1 Ain Soph es el once y su antítesis tenebrosa el Abismo, es el Sephirote 12.

Son 12 esferas o regiones universales que se penetran y compe­netran mutuamente sin confundirse. Las 12 esferas gravitan en el átomo central del signo del infinito. En esas 12 esferas se desen­vuelve la humanidad solar. Ya habíamos dicho que el signo del infi­nito se halla en el centro de la tierra, en su corazón. Los Sephirotes son atómicos, los diez Sephirotes pueden reducirse a tres tablas.

1. Tabla del Quanta, de la energía radiante que viene del Sol.

2. Tabla de los Pesos Atómicos, de los elementos de la naturaleza.

3. Tabla de los Pesos Moleculares, de los compuestos.

Esta es la Escala de Jacob, que va desde la tierra hasta el cielo. Todos los mundos de conciencia cósmica se reducen a las Tres Tablas. Un Sephirote no puede ser comprendido en un solo plano, pues su naturaleza es cuádruple. Por eso los Kabalistas se expresan cla­ramente al decir que hay cuatro mundos.

Atziluth: Es el mundo arquetípico o mundo de las emanaciones, es el mundo divino.

Briah: Es el mundo de la creación, también llamado Khorcia, o sea el mundo de los tramos.

Yetzirah: Es el mundo de la formación y de los Ángeles.

Assiah: Es el mundo de la acción, el mundo de la materia.

Tres Sephirotes de la forma se encuentran en el Pilar de la Se­veridad (Binah, Geburah, Hod). Tres Sephirotes de la energía en el Pilar de la Misericordia (Chok­mah, Chesed, Netzach). Y entre esos dos pilares está el Pilar del Equilibrio, donde es­tán los distintos niveles de la conciencia (Kether, Tiphereth, Jesod, Malkuth).

Todos los  Sephirotes conocidos, devienen de Sephira, la Ma­dre Divina que reside en el Templo Corazón; IO es el Mantram de la Madre Divina y son diez las emanaciones de la Prakriti es decir los diez Sephirotes.

Kether es el Padre en nosotros, un hálito del Absoluto para sí mismo profundamente ignoto. Kether es el Anciano de los Días, y cada uno de nosotros es en el fondo un bendito Anciano de los Días. Chokmah es el Hijo, el Cristo atómico en nosotros. Binah es la Madre en nosotros, el Espíritu Santo en nosotros. Kether, Chokmah y Binah, es nuestra Corona Sephirótica.

El Padre muy amado, el Hijo muy adorado y el Espíritu Santo muy sabio, viven entre las profundidades de nuestra conciencia super­lativa, aguardando el instante supremo de nuestra realización.

El Espíritu Santo es nuestra Divina Madre que viste un manto azul y una blanca túnica de exquisitos esplendores. La Madre lleva en su mano una lámpara preciosa; esa lámpara es el Intimo, que arde en el fondo de nuestros corazones. El Intimo está contenido entre un vaso de alabastro fino y transparente. Ese vaso es nuestra propia conciencia superlativa, es nuestro Buddhi.

El Intimo es el Sephirote Chesed; el Buddhi es el Sephirote Ge­burah. El Intimo y el Buddhi se expresan a través del Alma Humana. El Alma Humana es, Tiphereth, la Voluntad, la Belleza. Así pues, el Intimo con sus dos Almas, la Divina y la Humana oficia en su Trono, que es el Sistema Nervioso Cerebro Espinal.

El Intimo está coronado con la Corona Sephirótica. El Intimo ha­bita en su Templo. El Templo del Intimo tiene dos columnas: Jakin y Boaz. Jakin es la mente. Boaz es el cuerpo Astral. La mente es el Sephirote Netzach. El Astral es el Sephirote Hod. Estas dos columnas del templo se sostienen sobre la piedra cúbica de Jesod. Esa piedra cúbica sirve también de fundamento al Reino de Malkuth.

Esa piedra cúbica es el cuerpo etérico. Malkuth es el cuerpo físico. Así pues, el hombre es una década completa. Tenemos diez dedos en las manos, diez Sephirotes y diez Mandamientos.

Cuando el Anciano de los Días ha realizado los 10 Sephirotes en sí mismo, se transforma en Adam-Kadmon, el hombre celeste.

Aquel que realice los 10 Sephirotes en sí mismo, resplandece en el mundo de la luz con inefables esplendores Crísticos.

Cuando el Anciano de los Días realiza los 10 Sephirotes en sí mismo, resplandecen en el mundo de la luz como gemas preciosas, como piedras resplandecientes, en el cuerpo del Anciano de los Días.

El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al que venciere, daré a comer del Árbol de la Vida, el cual está en me­dio del Paraíso de Dios (Apocalipsis 2:7).

Los 10 Sephirotes resplandecen como piedras preciosas en el cuer­po del Anciano de los Días. Así es como nos convertimos en la Je­rusalén Celestial.

“Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados de toda piedra preciosa. El primer fundamento era el Jaspe; el segundo el Zafiro; el tercero Calcedonia; el cuarto Esmeralda.”

“El quinto Sardónica; el sexto Sardio; el séptimo Crisólito; el oc­tavo Berilo; el noveno Topacio; el décimo Crisopraso; el undécimo Ja­cinto; el duodécimo Amatista” (Apocalipsis 21: 10-20).

Los 10 Sephirotes son atómicos. Los 10 Sephirotes son la santa ciudad, la Jerusalén que viene a resplandecer en el fondo de nuestro corazón.

“En el medio de la plaza de allá, y de la una y de la otra parte del río, estaba el Árbol de la Vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las na­ciones”.”Y no habrá más maldición; sino que el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán”.

“Y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes”. “Y allí no habrá más noche; y no tiene necesidad de lumbre de antorcha, ni de la lumbre del Sol; porque el señor Dios los alumbrará; y reinará para siempre jamás” (Apocalipsis 22: 2-5).

Cuando el hombre encarna en sí mismo su Corona Sephirótica, entonces el Anciano de los Días lo alumbrará y reinará para siempre jamás.

Empero, Hermanos de mi alma en verdad os digo que nadie llega al Padre sino por el Hijo. El Hijo es el Cristo Atómico en nosotros, es Chokmah, la Divina Sabiduría Crística, la Gnosis que resplandece en el fondo de nuestro corazón.

Tenemos que inundar todos nuestros vehículos con Átomos de Naturaleza Crística; tenemos que formar a Cristo en nosotros para subir al Padre, porque nadie llega al Padre sino por el Hijo.

Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, de nada sirve sino nace en nuestro corazón también. Hay que formar al Cristo en nosotros, para entrar por las puertas de la ciudad triunfante y victoriosa, en Domingo de Ramos.

La Navidad es un acontecimiento Cósmico que debe realizarse en cada uno de nosotros. La Navidad es absolutamente individual. Hay necesidad de que nazca en nosotros el Cristo, es urgente la Navidad del corazón.

Hay que transformar el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, en el Cordero inmolado de la Santa Ciudad.

“Al que venciere, le haré columna del Templo de mi Dios, y no saldrá más de allí” (Apocalipsis 3: 12).

“Sé fiel hasta la muerte yo te daré la Corona de la Vida” (Apocalipsis 2: 10). “Yo soy el pan de la vida, yo soy el pan vivo, el que me coma mi carne y beba mi sangre tendrá la vida eterna y yo le resucitaré en el día postrero. El que coma mi carne y beba mi sangre, en mí mora y yo en él” (Juan 6: 48, 51, 54, 56).

Cristo realmente es una Corona Sephirótica de inconmensurable sabiduría, cuyos átomos más puros resplandecen en Chokmah, el mun­do de Ophanim.

Esa Corona Sephirótica (de inconmensurable) envió a su Buddha, Jesús de Nazareth, quien a través de innumerables reencarnaciones se preparó en nuestra evolución terrestre. Fue en el Jordán que la Corona Crística, el Logos Solar resplan­deció, penetró en su Buddha Jesús de Nazareth.

He aquí el misterio de la doble personalidad humana, uno de los misterios más grandes del Ocultismo.

Cuando el hombre recibe su Corona Sephirótica, entonces el An­ciano de los Días lo ilumina y conduce hacia las aguas puras de la vida. Empero, Hermanos míos, nadie llega al Padre sino por el Hijo, y el Hijo está en el fondo del Arca de la Alianza aguardando el ins­tante de la realización.

Esa Arca de la Alianza son los Órganos Sexuales. Sólo por me­dio de la Castidad Perfecta, podemos formar el Cristo en nosotros y subir al Padre.

Ya hermanos míos, ya os entregué el Arca del Nuevo Testamento. Ya os enseñé el camino de la Magia Sexual.

Entonces se abrió el templo de Dios en el Cielo, y fue vista el Arca de su Testamento en su templo, y se forman rayos y voces y truenos, y terremotos y grande granizo (Apocalipsis 11: 19).

Samael Aun Weor. / Tarot y Kábala

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