Conforme el ser humano se precipitó por el camino de la involución y degeneración, conforme se fue volviendo cada vez más y más materialista, sus sentidos también se fueron deteriorando y degenerando.
Nos viene a la memoria una escuela de Babilonia que se dedicaba a estudiar todo lo relacionado con el olfato. Ellos tenían un lema que decía: “Buscar la verdad en los matices de los olores obtenidos entre el momento de la acción del frío congelado y el momento de la acción en descomposición cálida”.
Esa escuela fue perseguida y destruida por un jefe muy terrible. Dicho jefe tenía negocios muy turbios y pronto fue denunciado indirectamente por los afiliados de esa escuela.
El sentido del olfato, extraordinariamente desarrollado, les permitía a los alumnos de dicha escuela descubrir muchas cosas que a los jefes de gobierno no les convenían.
Había otra escuela muy importante en Babilonia, la Escuela de los Pintores. Esta escuela tenía como lema: “Descubrir y elucidar la verdad, sólo por medio de las tonalidades existentes entre el blanco y el negro”.
Por esa época, los afiliados de dicha escuela podían utilizar normalmente y sin dificultad alguna cerca de mil quinientos matices del color gris.
Desde el Período Babilónico hasta estos tristes días en que milagrosamente vivimos, los sentidos humanos se han ido degenerando espantosamente, debido al materialismo que Marx justifica a su modo con la sofistería barata de su dialéctica.
El yo continúa después de la muerte y se perpetúa en nuestros descendientes. El yo se complica con las experiencias materialistas y se robustece a expensas de las facultades humanas.
Conforme el yo se ha vigorizado a través de los siglos, las facultades humanas se han ido degenerando cada vez más y más.
Las Danzas Sagradas eran verdaderos libros informativos que transmitían deliberadamente ciertos conocimientos cósmicos trascendentales.
Los Derviches danzantes no ignoran las Siete Tentaciones mutuamente equilibradas de los organismos vivientes.
Los danzarines antiguos conocían las siete partes independientes del cuerpo y sabían muy bien lo que son las siete líneas distintas del movimiento. Los danzarines sagrados sabían muy bien que cada una de las siete líneas del movimiento posee siete puntos de concentración dinámica.
Los danzarines de Babilonia, de Grecia y Egipto, no ignoraban que todo esto cristalizaba en el átomo danzarín y en el planeta gigantesco que danza alrededor de su centro de gravitación cósmica.
Si pudiéramos inventar una máquina que imitara con plena exactitud todos los movimientos de los siete planetas de nuestro sistema solar alrededor del sol, descubriríamos con asombro el secreto de los Derviches danzantes. Realmente, los Derviches danzantes imitan a la perfección todos los movimientos de los planetas alrededor del sol.
Las Danzas Sagradas de los tiempos de Egipto, Babilonia, Grecia, etc., van aún más lejos, transmitieron tremendas verdades cósmicas, antropo-genéticas, psico-biológicas, matemáticas, etc.
Cuando en Babilonia comenzaron a aparecer los primeros síntomas del ateísmo, escepticismo y materialismo, la degeneración de los cinco sentidos se aceleró en forma espantosa.
Está perfectamente demostrado que somos lo que pensamos, que si pensamos como materialistas, nos degeneramos y nos fosilizamos.
Marx cometió un crimen imperdonable, le quitó a la humanidad los valores espirituales. El marxismo ha desatado la persecución religiosa. El marxismo ha precipitado a la humanidad a la degeneración total.
Las ideas marxistas, materialistas, se han infiltrado en todas partes, en la escuela y en el hogar, en el templo y en la oficina, etc.
Los artistas de cada nueva generación se han convertido en verdaderos apologistas de la dialéctica materialista. Todo aliento de espiritualidad ha desaparecido en el arte ultramoderno.
Ya nada saben los modernos artistas sobre la Ley del Siete, ya nada saben de Dramas Cósmicos, ya nada saben sobre las Danzas Sagradas de los antiguos misterios.
Los tenebrosos se han robado el teatro y el escenario, lo han profanado miserablemente, lo han prostituido totalmente.
El sábado, el día del teatro, el día de los misterios, fue muy popular en los antiguos templos. Entonces se presentaban Dramas Cósmicos maravillosos.
El Drama sirvió para transmitir a los iniciados valiosos conocimientos. Por medio del Drama se transmitieron a los iniciados diversas formas de experiencia del Ser y manifestaciones del Ser.
Entre los dramas, el más antiguo es el del Cristo Cósmico. Los iniciados sabían muy bien que cada uno de nosotros debe convertirse en el Cristo de dicho Drama, si es que realmente aspiramos al Reino del Superhombre.
Los Dramas Cósmicos se basan en la Ley del Siete. Ciertas inteligentes desviaciones de dicha ley se utilizaron siempre para transmitir al neófito conocimientos trascendentales.
Es bien sabido en música que ciertas notas pueden producir alegría en el centro pensante; otras pueden producir pesar en el centro sensible, y por último, otras pueden producir religiosidad en el centro motor.
Realmente, jamás ignoramos los viejos Hierofantes que el conocimiento íntegro sólo puede adquirirse con los tres cerebros, un solo cerebro no puede dar información completa.
La Danza Sagrada y el Drama Cósmico, sabiamente combinados con la música, sirvieron para transmitir a los neófitos tremendos conocimientos arcaicos de tipo cosmo-genético, psico-biológico, fisicoquímico, metafísico, etc.
Cabe aquí mencionar también a la Escultura, ésta fue grandiosa en otros tiempos. Los seres alegóricos, cincelados en la dura roca, revelan que los viejos Maestros no ignoraron nunca la Ley del Siete.
Recordemos la Esfinge de Giza, en Egipto. Ella nos habla de los cuatro elementos de la naturaleza y de las cuatro condiciones básicas del Superhombre.
Después de la Segunda Guerra Mundial nació la Filosofía existencialista y el Arte existencialista. Cuando hemos visto en escena a los actores existencialistas, hemos llegado a la conclusión de que son verdaderos enfermos maniáticos y perversos.
Si el marxismo sigue difundiéndose, el ser humano acabará por perder totalmente sus cinco sentidos que están en proceso de degeneración.
Está ya comprobado por la observación y la experiencia que la ausencia de valores espirituales produce degeneración.
La pintura actual, la música, la escultura, el drama, etc., no son sino el producto de la degeneración.
Ya no aparecen en el escenario los iniciados de otros tiempos, las danzarinas sagradas, los verdaderos artistas de los grandes tiempos. Ahora sólo aparecen en las tablas autómatas enfermos, cantantes degenerados, rebeldes sin causa, etc.
Los teatros ultramodernos son la antítesis de los sagrados teatros de los grandes misterios de Egipto, Grecia, India, etc.
El arte de estos tiempos es tenebroso, es la antítesis de la Luz y los modernos artistas son tenebrosos.
La pintura surrealista y marxista, la escultura ultramoderna, la música afrocubana y las modernas bailarinas son el resultado de la degeneración humana.
Los muchachos y muchachas de las nuevas generaciones reciben por medio de sus tres cerebros degenerados, datos suficientes como para convertirse en estafadores, ladrones, asesinos, bandidos, homosexuales, prostitutas, etc.
Nadie hace nada para acabar con el mal arte y todo marcha hacia una catástrofe final por falta de una Revolución de la Dialéctica.
Samael Aun Weor