Matar es evidentemente y fuera de toda duda, el acto más destructivo y de mayor corrupción, que se conoce en el mundo.
La peor forma de Asesinato consiste en destruir la vida de nuestros semejantes.
Espantosamente horrible es el cazador que con su escopeta asesina a las inocentes criaturas del bosque, pero mil veces más monstruoso, mil veces más abominable, es aquel que asesina a sus semejantes.
No sólo se mata con ametralladoras, escopetas, cañones, pistolas o bombas atómicas. También se puede matar con una mirada que hiera al corazón, una mirada humillante, una mirada llena de desprecio, una mirada llena de odio; o se puede matar con una acción ingrata, con una acción negra o con un insulto, o con una palabra hiriente.
El mundo está lleno de parricidas, matricidas ingratos que han asesinado a sus padres y madres, ya con sus miradas, ya con sus palabras, ya con sus crueles acciones.
El mundo está lleno de hombres que sin saberlo han asesinado a sus mujeres, y de mujeres que sin saberlo han asesinado a sus maridos.
Para colmo de desgracias en este mundo cruel en que vivimos, el ser humano mata lo que más ama.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de distintos factores psicológicos.
Son muchos los esposos que hubieran podido vivir más si sus esposas se lo hubieran permitido.
Son muchas las esposas que hubieran podido vivir más si sus esposos se lo hubieran permitido.
Son muchos los padres y madres de familia que hubieran podido vivir más si sus hijos e hijas se lo hubieran permitido.
La enfermedad que lleva a nuestro ser querido al sepulcro tiene por “causa causorum” palabras que matan, miradas que hieren, acciones ingratas, etc.
Esta sociedad caduca y degenerada está llena de asesinos inconscientes que presumen de inocentes.
Las prisiones están llenas de asesinos, pero la peor especie de criminales presumen de inocentes y andan libres.
Ninguna forma de asesinato puede tener justificación alguna. Con matar a otro no se resuelve ningún problema en la vida.
Las guerras jamás han resuelto ningún problema. Con bombardear ciudades indefensas y asesinar a millones de personas no se resuelve nada.
La guerra es algo demasiado rudo, tosco, monstruoso, abominable. Millones de máquinas humanas dormidas, inconscientes, estúpidas, se lanzan a la guerra con el propósito de destruir a otros tantos millones de máquinas humanas inconscientes.
Muchas veces basta una catástrofe planetaria en el cosmos o una pésima posición de los astros en el cielo, para que millones de hombres se lancen a la guerra.
Las máquinas humanas no tienen conciencia de nada, se mueven en forma destructiva cuando cierto tipo de Ondas Cósmicas las hieren secretamente.
Si las gentes despertaran Conciencia, si desde los mismos bancos de la escuela se educara sabiamente a los alumnos y alumnas llevándoles a la Comprensión Consciente de lo que es la enemistad y la guerra, “otro gallo cantara” Nadie se lanzaría a la guerra, y las Ondas Catastróficas del Cosmos serían entonces utilizadas en forma diferente.
La guerra huele a canibalismo, a vida de cavernas, a bestialidad de peor tipo, a arco, a flecha, a orgía de sangre. Es a todas luces incompatible con la civilización.
Todos los hombres en la guerra son cobardes, miedosos, y los héroes cargados de medallas son precisamente los más cobardes, los más miedosos.
El suicida parece también muy valeroso pero es un cobarde porque le tuvo miedo a la vida.
El héroe en el fondo es un suicida que en un instante de supremo terror cometió la locura del suicida. La locura del suicida se confunde fácilmente con el valor del héroe.
Si observamos cuidadosamente la conducta del soldado durante la guerra, sus maneras, su mirada, sus palabras, sus pasos en la batalla, podemos evidenciar cobardía total.
Los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades, deben enseñar a sus alumnos y alumnas la verdad sobre la guerra. Deben llevar a sus alumnos y alumnas a experimentar conscientemente esa verdad.
Si las gentes tuvieran plena Conciencia de lo que es esta tremenda verdad de la guerra, si los maestros y maestras supieran educar sabiamente a sus discípulos y discípulas, ningún ciudadano se dejaría llevar al matadero.
La Educación Fundamental debe impartirse ahora mismo en todas las escuelas, colegios y universidades, porque es precisamente desde los bancos de la escuela donde se debe trabajar por la paz.
Es urgente que las nuevas generaciones se hagan plenamente conscientes de lo que es la barbarie y de lo que es la guerra.
En las escuelas, colegios y universidades, debe ser comprendida a fondo la enemistad y la guerra en todos sus aspectos.
Las nuevas generaciones deben comprender que los viejos con sus ideas rancias y torpes, sacrifican siempre a los jóvenes y los llevan como bueyes al matadero.
Los jóvenes no deben dejarse convencer por la propaganda belicista ni por las razones de los viejos, porque a una razón se le opone otra razón, y a una opinión se le opone otra, pero ni los razonamientos ni las opiniones son la verdad sobre la guerra.
Los viejos tienen millares de razones para justificar la guerra y llevar a los jóvenes al matadero.
Lo importante no son los razonamientos sobre la guerra sino experimentar la verdad de lo que es la guerra.
Nosotros no nos pronunciamos contra la razón ni contra el análisis. Sólo queremos decir, que debemos primero experimentar la verdad sobre la guerra y luego si podemos darnos el lujo de razonar y analizar.
Es imposible experimentar la verdad del “No Matar” si excluimos la Meditación Íntima profunda. Sólo la Meditación muy profunda puede llevarnos a experimentar la verdad sobre la guerra.
Los maestros y maestras no sólo deben dar información intelectual a sus alumnos y alumnas. Los maestros deben enseñar a sus estudiantes a manejar la Mente, a experimentar la Verdad.
Esta raza caduca y degenerada ya no piensa sino en matar.
Esto de matar sólo es propio de cualquier raza humana degenerada. A través de la televisión y del cine, los agentes del delito propagan sus ideas criminosas.
Los niños y niñas de la nueva generación reciben diariamente a través de la pantalla de la televisión y de los cuentecitos infantiles y del cine, revistas, etc., una tremenda dosis venenosa de asesinatos, balaceras, crímenes espantosos, etc.
Ya no se puede poner a funcionar la televisión sin encontrarse uno con palabras llenas de odio, los balazos, la perversidad.
Nada están haciendo los gobiernos de la tierra contra la propagación del delito. Las mentes de los niños y de los jóvenes están siendo seducidas por los agentes del delito, por el camino del crimen.
Ya está tan propagada la idea de matar, ya está tan difundida por medio de las películas y cuentos, etc., que se ha vuelto totalmente familiar para todo el mundo. Los rebeldes de la nueva ola han sido educados para el crimen y matan por el gusto de matar, gozan viendo morir a otros. Así lo aprendieron en la televisión de casa, en el cine, en los cuentos, en las revistas.
Por doquiera reina el delito y nada hacen los gobiernos para corregir el Instinto de Matar desde sus mismas raíces.
Toca a los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades, poner el grito en el cielo y revolver el cielo y tierra para corregir esta epidemia mental.
Es urgente que los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades, den el grito de alarma y pidan a todos los gobiernos de la Tierra la censura para el cine, la televisión, etc.
El crimen se está multiplicando terriblemente debido a esos espectáculos de sangre, y al paso que vamos llegará el día en que ya nadie podrá circular por las calles libremente sin el temor de ser asesinado.
La radio, el cine, la televisión, las revistas de sangre, han dado tal propagación al delito de matar, lo han hecho tan agradable a las mentes débiles y degeneradas, que ya nadie se tienta el corazón para meterle un balazo o una puñalada a otra persona.
A fuerza de tanta propagación del delito de Matar, las mentes débiles se han familiarizado demasiado con el crimen, y ahora hasta se dan el lujo de matar por imitar lo que vieron en el cine o en la televisión.
Los maestros y maestras, que son los educadores del pueblo, están obligados en cumplimiento de su deber, a luchar por las nuevas generaciones pidiendo a los gobiernos de la Tierra la prohibición de espectáculos de sangre, en fin, la cancelación de toda clase de películas sobre asesinatos, ladrones, etc.
La lucha de los maestros y maestras debe extenderse también hasta el toreo y el boxeo.
El tipo del torero es el más cobarde y criminoso. El torero quiere todas las ventajas para él, y mata para divertir al público.
El tipo del boxeador es el del monstruo, del asesinato en su forma sádica que hiere y mata para divertir al prójimo.
Esta clase de espectáculos de sangre son bárbaros en un ciento por ciento y estimulan las mentes encaminándolas por el camino del crimen. Si queremos de verdad luchar por la Paz del mundo, debemos iniciar una campaña de fondo contra los espectáculos de sangre.
Mientras dentro de la Mente humana existan los factores destructivos, habrá guerras inevitablemente.
Dentro de la Mente humana existen los factores que producen guerra. Esos factores son el odio, los instintos criminales, las ideas belicistas propagadas por la televisión, la radio, el cine, etc.
La propaganda por la Paz, los premios Nobel de la Paz, resultan absurdos mientras existan dentro del hombre los factores psicológicos que producen guerra.
Actualmente muchos asesinos tienen premio Nobel de la Paz.
Samael Aun Weor