EL BARDO TODOL (LA GRAN LIBERACIÓN)

Traducción y Adaptación a la Terminología Gnóstica para la Edición de la Película en español.

Preparado por: Ramón T Juárez, Autoría Original: Padma Sambhava

A pesar de que todo en la Tierra parece estable y sólido, aquí nada es permanente. Como el agua, la nieve y el hielo, la vida siempre es inestable y cambiante de forma. Todo  existe en una especie de estado u otro.

Esto significa que siempre vivimos en un mundo de incertidumbre – en movimiento siempre sin un lugar permanente para descansar.

En este mundo, pasamos por el estado espiritual de la existencia física. En este sentido, queremos siempre hacer algo duradero y seguro, pero nadie ha sido capaz de lograr esto. Nuestra vida está siempre en las manos de la muerte. En el momento de la muerte, nuestra experiencia está totalmente fuera de nuestro control. Nuestra experiencia es completamente nula.

¿Cuál es el mejor camino a través de este estado espiritual? Se trata de despertar en este momento, observando nuestra propia mente. Observándola cuando está tranquila y quieta, así como cuando se está comportando salvajemente. Esto es lo que hizo Buda y lo que enseñaba. Esto es lo que Jesús el Cristo enseñó cuando dijo: “El Reino de Dios está entre vosotros. ”

Pronto, todos vamos a morir. Todas nuestras esperanzas y temores serán irrelevantes.

Fuera de la continuidad luminosa de la existencia, que no tiene origen y que nunca ha muerto, los seres humanos proyectan todas las imágenes de la vida y la muerte, el terror y la alegría, demonios y dioses. Estas imágenes se convierten en nuestra realidad completa. Nos sometemos a ellas sin pensar, y en todos los movimientos de esta danza, proyectamos nuestros mayores temores sobre la muerte y hacemos todo lo posible por ignorarlo.

Las ilusiones son tan variadas como los reflejos  de la luna  en un mar ondulante. Los Seres quedan atrapados fácilmente en la red del dolor y la confusión. Debemos desarrollar la compasión tan ilimitada como el cielo para que todos puedan descansar en la clara luz de nuestra propia conciencia.

Con la muerte, perdemos todo lo que pensamos que era real. A menos que podamos desapegarnos de todas las cosas que apreciamos en nuestra vida, estaremos aterrorizados. No podemos dejar de luchar por aferrarnos a nuestra vida que pasa. Todo el miedo y el anhelo nos arrastran hacia otra dolorosa realidad.

Siempre estamos vagando a través de estados mentales transicionales. La resistencia por dejar atrás nuestra vieja vida puede hacer que deambulemos en estados de dolorosa incertidumbre.

El estado espiritual de morir dura desde el comienzo del colapso del cuerpo físico hasta que el cuerpo y la conciencia se separan.

Mientras vivimos, los elementos de la tierra, agua, fuego y aire juntos apoyan y condicionan nuestra conciencia. La muerte se produce cuando este ya no es el caso. Ahora, sin las pantallas y los filtros de la vida cotidiana, en este momento, puede verse la mente directamente. En el estado espiritual de la muerte, es importante reconocer nuestra verdadera naturaleza.

En la muerte, se experimenta una  luminosidad que perfora, la luz blanca y pura, el claro resplandor que surge directamente desde nuestra propia naturaleza básica. Ahora, no hay oscuridad, no hay separación, sin dirección y sin forma, sólo la luz brillante. Este resplandor brillante sin límites es la mente, libre de las sombras del nacimiento y la muerte – libre de fronteras de ningún tipo.

Ahora toda la luz penetrante nos envuelve por completo. Todo el espacio se disuelve en luz pura. Esta radiación es la mente de Dios, la mente de todos los despiertos. Reconocer esto es todo lo que es necesario para la liberación del nacimiento y el renacimiento. Si no reconocemos nuestra naturaleza divina, la conciencia caerá en un sueño sin sueños.

En un tiempo de tres días, todas las emociones estarán vivas e intensas. A pesar de que parece que estamos entrando en una nueva realidad, sigue siendo la realidad de nuestra propia mente.

Deambulando de nuevo por los lugares,  personas y familiares de nuestra antigua vida, nuestra propia mente surgirá ante nosotros de maneras extrañas. No podremos saber si estamos vivos o muertos. Aun así, podremos ver a nuestra familia llorando. Tenemos que dejar nuestra vida anterior atrás si es que queremos progresar.

Si no somos capaces de reconocer la luminosidad de la propia mente, nuestra experiencia ahora tomara la forma de  imágenes al azar de nuestra vida anterior. Vemos a nuestros amigos y familiares llamándonos a nosotros pero ellos no pueden escuchar nuestras respuestas. La muerte nos ha separado de ellos y el dolor golpea nuestro corazón. Vemos nuestra familia y parientes que lloran. Podemos ver nuestra cama, pero ya no somos el tendido ahí. En cambio, solo hay un cadáver.

Pronto vamos a experimentar la intensa presencia de nuestros propios estados emocionales, como formas pacíficas y furiosas de luz. Ahora, nos vamos a encontrar con nuestra mente en forma de proyecciones que parecen vivas y enteramente reales. Ahora veremos la penetrante luz azul que brilla a nuestro alrededor. Esta es la esencia de la conciencia, Dios (Buda). La sabiduría de Dios es como un espejo que refleja todo. Dios es la forma de la conciencia en su pureza total.

Esta sabiduría es inseparable de nuestro propio corazón. Pero también vamos a ver una luz blanca difusa que debemos evitar si es que queremos alcanzar la liberación. Si seguimos el encanto de la luz blanca y suave, nos encontraremos entrampados en los placeres temporales de haber nacido como un dios,  viviendo en la ignorancia señorial del paso del tiempo y sujetos a la muerte inesperada.

Si se toma este camino, la profunda sabiduría de nuestro corazón y de la mente, toma la forma de entidades espirituales. Habrá entidades espirituales pacíficas que emanan de nuestro corazón, y entidades iracundas que surgen de nuestro cerebro.

Aparecerán una por una y luego todas juntas. Las entidades espirituales pacíficas son completas e inmutables. Si no podemos soportar la idea de entrar en su vasto espacio benevolente, si no podemos dejar a un lado el egoísmo y el miedo, estas deidades se volverán iracundas y aterradoras. Si reconocemos que son como una expresión de nuestra propia mente, entonces ellas son el rostro despiadado del despertar.

Las formas coléricas que surgen del cerebro aparecen ante nosotros realmente y claramente como si fueran reales en sí mismas. El terror y la ira que sentimos son nuestros propios esfuerzos por evadir el estar completamente despiertos. Paseamos inciertamente en el panorama de nuestra propia mente. Si reconocemos esto como nuestras propias proyecciones mentales, la liberación es instantánea

Estas formas coléricas son la presencia de nuestra sabiduría innata, la forma viva de nuestra conciencia. Debemos reconocerlos como un reflejo de nuestra propia mente. El reconocimiento y la liberación son simultáneas.

Todos nosotros sentimos chispazos de ira, parpadeos de pasión, y punzadas de celos por breves momentos. A partir de estas semillas, crecemos para convertirnos en la persona celosa. Decimos: “así soy yo “, y actuamos en esa forma. Pero estas son sólo nuestras máscaras y nos olvidamos de que las llevamos puestas. Huimos de las máscaras que llevan los demás. Las entidades incorpóreas iracundas son nuestra propia mente y es imposible huir de ellas. Ellas son la agudeza de nuestra propia claridad. Todas ellas están en nuestra mente.

Entonces juntas y todas a la vez, las entidades incorpóreas pacíficas e iracundas se presentan ante nosotros. Si no las reconocemos como nuestras propias proyecciones, entonces se transforman en la imagen aterradora del Señor de la Muerte.

Esto también es nuestra propia proyección. Pero si no aceptamos eso, el miedo y la confusión nos obligan a vagar por terror al estado espiritual (Bardo)  del renacimiento. Dejamos el estado espiritual de la naturaleza de la mente. Una vez más estamos perdidos y errantes, por lo que ahora buscamos poner fin a nuestro sufrimiento con el nuevo nacimiento en un lugar sólido y familiar.

Ahora, en el estado espiritual (Bardo) del renacimiento, todos nuestros sentidos se han vuelto extremadamente agudos. Nuestra conciencia es como un cuerpo sin sustancia. En este cuerpo, podemos, por una sola idea, viajar a cualquier parte. Como si tuviéramos poderes milagrosos, podemos atravesar las montañas y dar la vuelta al universo. Podemos entrar en cualquier lugar, pero no podemos descansar.

En el dolor de nuestro interminable deambular, la idea de nacer otra vez ahora promete un gran alivio. Aun podemos ver a nuestra familia, pero no sabemos que estamos con ellos. Estamos impulsados ​​por los vientos de la esperanza y el miedo como una hoja que se lleva el viento.

Si todavía no somos capaces de reconocer nuestra propia naturaleza, nuestra ira; la lujuria y la confusión son cada vez más intensas, cada vez más sólidas. Ellos, al fin se nos aparecen como reinos enteros donde podemos detenernos y vivir. La imagen de nuestro antiguo cuerpo se vuelve débil y la imagen de nuestro futuro cuerpo se vuelve más clara. Cualquier nacimiento parece mejor que su dolor actual.

Como todo el mundo está atrapado en estos Bardos del sufrimiento, ¿qué podemos hacer? La gente hace reinos infernales de su propia ira. Construyen mundos con la pasión.

Proyectamos nuestros estados emocionales y creemos que es el mundo real. Pero no importa qué, todo el mundo anhela la compasión. Todo el mundo quiere estar despierto. Lo mejor es desarrollar la genuina compasión por todos los seres vivos y para nosotros también.

Si no nos preocupamos realmente por los demás no podremos conocer nuestra propia mente. Podremos tener altos conocimientos e impulsos puros, pero luego volver a nuestros viejos hábitos sin siquiera darnos cuenta. Tenemos que trabajar todo el tiempo para abrir nuestro corazón y buscar la verdad. De otra forma, no hay comprensión ni un propósito para la comprensión. Además, mientras  la vida pasa, es una buena idea  mantener buen sentido del humor.

Ahora estamos llegando al final de nuestro viaje. Al llegar al final del estado espiritual del renacimiento, las características del mundo a donde vamos a entrar serán muy claras para nosotros. Si prestamos atención ahora, vamos a encontrar el camino a un renacimiento favorable.

Ahora estamos en el camino hacia el renacimiento. Si hemos despertado, hay que elegir bien dónde vamos a nacer. En todas las posibilidades que se presentan ante nosotros, tenemos que elegir nuestra nueva vida. Si elegimos un buen nacimiento humano en un buen lugar, podemos continuar en el camino del reconocimiento de nuestra propia mente.

A pesar de que estamos desesperados por una casa, una cueva oscura en un bosque puede dar lugar a un parto en el reino animal. Si somos consumidos por el deseo, el reino de los espíritus hambrientos puede llegar a ser un reino del hambre y la sed sin fin para nosotros.

La rabia, la amargura y la ira  abren todas las imágenes del infierno. Lo mejor es evitar los extremos de placer o dolor al seleccionar un nuevo nacimiento. Lo mejor es haber nacido, donde aún podemos reconocer la esencia luminosa de nuestra propia mente.

No vamos a recordar mucho de nuestro viaje cuando nacemos de nuevo. Será como empezar de nuevo.

Aunque la muerte siempre es algo que debe lamentarse, nacer no es, necesariamente algo para celebrar.

Hay un viejo refrán que dice: “Cuando nacemos, lloramos, pero todo el mundo se regocija. Cuando morimos, el mundo llora y nosotros podemos llegar a estar llenos de alegría cuando  encontramos la gran liberación.”

Leave a Reply