EL CASTO INOCENTE

Gurnemanz, la voz del pasado, el anciano venerable, después de relatar solemnemente, todo lo que antaño ocurriera en esas regiones misteriosas del castillo de Monsalvat, después de la horrenda pérdida de la santa lanza, continúa expresándose en los siguientes términos:

“Ante el santuario, huérfano de la sublime reliquia, yacía Amfortas en fervorosa plegaria, implorando inquieto una señal de salvación”.

“Una intensísima, una deslumbradora refulgencia divina manó entonces del Grial mientras que una visión de ensueño celeste le dijo, con claro acento, estas palabras: “El sapiente, el iluminado por la compasión, el casto inocente, espéralo, EL ES MI ELEGIDO”

En esto, ¡Oh Dioses!, dice la leyenda de los siglos, que se produjo un gran escándalo entre las gentes del Santo Grial, porque del lado del lago sagrado, en el fondo del bosque solitario, fue sorprendido un ignorante muchacho que, errante por aquellas riberas hiriera seguro con su arco, a un cisne muy hermoso, símbolo perfecto del ESPIRITU SANTO.

Pero… ¿Y por qué tanto alboroto, tumulto, desorden? ¿Quién no ha herido de muerte al cisne KALA-HAMSA?

    ¿Quién no ha violado el sexto mandamiento de la ley de Dios que dice: No fornicar? “Aquel que se sienta libre de pecado que tire la primera piedra…”.

¡Oh bendito HAMSA milagroso; fuerza sexual del TERCER LOGOS; IBIS inmortal; blanca paloma del Grial…!

La conquista del ULTRA-MARE-VITAE, el mundo SUPER-LIMINAL y ULTRA-

TERRESTRE, sólo es posible con la piedra iniciática -el sexo-, en el cual está contenida la religión-síntesis, que fue la primitiva de la humanidad; la sabiduría mística de JANO, o de los JINAS.

¿Eliminar el sexo? ¡Oh! ¡No! ¡No! ¡No!… Superarlo? Eso es ostensible… amar es lo mejor.

Recitemos ahora aquel hermoso poema de Amado Nervo que titula:

EL DIA QUE ME QUIERAS 

El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.

Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.

El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.

Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras…
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de “Las Mil y una Noches”; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

Samael Aun Weor

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