Incuestionablemente resulta muy complejo el Noveno Trabajo de Hércules, el Héroe Solar: La conquista del Cinto de Hipólita, Reina de las Amazonas, el aspecto psíquico femenino de nuestra propia naturaleza interior…
Embarcándose con otros héroes legendarios, tiene que pelear primero con los Hijos de Minos -los Magos Negros- luego con los enemigos del Rey Licos, cuyo exótico nombre nos recuerda la analogía entre lobo y luz; -se trata, pues, de los Señores del KARMA, con los cuales deberemos entonces arreglar negocios- y finalmente con las amazonas, -terribles mujeres tentadoras- suscitadas por Hera, aun cuando Hipólita había consentido cederle su cinto pacíficamente, debido a lo cual la reina es inútilmente sacrificada por la brutalidad masculina, que pretende apoderarse violentamente de su innata virtud…
Ese cinto maravilloso, análogo al de Venus y emblema de la femineidad, pierde todo significado y valor al ser separado de su legítima poseedora; el Amor y no la Violencia hace, por lo tanto, su conquista realmente significativa y valedera…
Habiéndose costeado el Dios Neptuno el Continente Atlante, ahora sumergido en las procelosas aguas del océano que lleva su nombre, dicen las tradiciones que engendró varios hijos en una mortal mujer… Junto a la isla do habitara era todo llano, pero en medio de ella había un valle muy especial, con un pequeño monte central distante cincuenta estadios de la arenosa playa…
En aquel monte moraba uno de esos grandes seres nacidos en la tierra, llamado Evenor, quien, de su mujer, Leucipe, había engendrado a Clitone, su única hija…
Muertos estos padres de Clitone, Neptuno se casó con ella, y cercó el collado en que habitaba con varios fosos de agua, de los cuales, según dice la leyenda de los siglos, tres venían desde el mar y distaban por igual del océano, amurallando el collado para hacerle inconquistable e inaccesible.
Esta Clitone o Minerva-Neith edificó en Grecia a Atenas y Sais en el famoso Delta del Nilo…
En memoria de todo esto, los Atlantes edificaron el maravilloso Templo de Neptuno y Clitone…
En ese SANCTA fueron depositados los cadáveres de los Diez Hijos de Neptuno, simbólico número mágico…
No podemos dejar el estudio del Número 10 sin tratar la bíblica obligación del diezmo, a la que se sujetó voluntariamente el mismo Abraham, con relación al Rey Iniciado Melchisedek…
Según relata el capítulo XIV del Génesis: “Salió el Rey de Sodoma a recibirlo (a ABRAHAM)… Entonces Melchisedek, Rey de Salem -el cual era Sacerdote del Dios alto- sacó pan y vino, y bendíjole, y dijo: Bendito sea Abraham del Dios alto, poseedor de los cielos y de la Tierra; y bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano. Y dióle Abraham los Diezmos de todo”.
En su aspecto EXOTERICO o público, la obligación del Diezmo, en la legislación judía, es el deber universal que todos los hermanos de la Senda tiene de contribuir fielmente con una parte de sus ingresos -que no debe ser inferior al Diezmo- en aquella forma libremente elegida que juzguen más oportuna y eficaz, para sostener la Causa de la Verdad y de la Justicia…
En su aspecto ESOTERICO o secreto, el Diezmo simboliza la balanza de pagos en la esfera de Neptuno…
Es incuestionable que allí tenemos que arreglar cuentas con los enemigos del Rey Licos (Los Señores del Karma).
Es indubitable que todos nosotros asesinamos al Dios Mercurio, a HIRAM, y no es posible resucitarlo dentro de nosotros mismos, sin haber antes pagado el abyecto delito…
Por consiguiente, el diezmo viene a ser un complemento práctico y necesario del principio dinámico, que emana del estudio profundo del décimo mandamiento, o sea:
Considerar como Fuente, Manantial y Providencia espiritual de todo el Centro Interior y Divino de nuestra Vida, al YOD Misterioso que se esconde en medio del Delta Central del Santuario de Nuestro Ser… Esclarecen este punto del Diezmo las palabras evangélicas (Mateo, VI, 20): “Mas haceos tesoros en el Cielo… porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón…”
El capítulo III de Malaquías dice: “Traed todos los Diezmos al Alfolí, y haya alimento en mi casa y probadme ahora en esto, si no os abriré las ventanas del cielo, y vaciaré sobre vosotros bendiciones hasta que sobreabunde”.
Cavando entre las profundas entrañas del averno, trabajando intensamente en la “Novena Esfera”, yo buscaba con ansias infinitas el Tesoro del Cielo, el “Vellocino de Oro” de los antiguos…
Los Hijos de Minos, los Adeptos de la Mano Izquierda, los Levitas de siempre, iracundos me atacaban incesantemente en los pavorosos abismos Neptunianos…
En la dura brega anhelaba conquistar el Cinto de Hipólita, pero las amazonas, suscitadas por Hera, me asediaban incansables con sus sutiles encantos abismales…
Una noche cualquiera, no importa ahora la fecha, ni el día, ni la hora, fui transportado al Castillo de KLINGSOR, ubicado exactamente en Salamanca, España…
No está demás recordar ahora con gran énfasis, que en ese viejo Castillo citado por Wagner en su Parsifal, funciona “el Salón de la Brujería”.
Lo que entonces viera en al tétrica morada de esas arpías, fue ciertamente horripilante…
Siniestras calchonas de izquierdos aquelarres, tenebrosas me atacaron muchas veces dentro del interior del Castillo; empero me defendí valerosamente con la flamígera espada…
Mi viejo amigo: el Ángel Adonaí -quien por estos tiempos tiene cuerpo físico-, hubo de acompañarme en esta aventura…
No eran vanas, no, las lucubraciones de esos grandes videntes de lo astral que se llamaron Alquimistas, Cabalistas, Ocultistas, etc,; lo que ahora veíamos dentro de este antro, era ciertamente espantoso… Muchas veces desenvaine la flamígera espada para lanzar llamas sobre la fatal morada del Nigromante KLINGSOR…
En forma inusitada Adonaí y yo nos acercamos ante unas calchonas que arreglaban la mesa para el festín…
En vano atravesé con la espada el pecho de una de esas Brujas; ella permaneció impasible; incuestionablemente estaba despierta en el mal y para el mal…
Es ostensible que quise hacer llover fuego del cielo sobre aquel Alcázar horrendo…
Hice esfuerzos supremos; sentí desmayarme; en esos instantes el Ángel Adonaí se acercó a la ventana de mis ojos para mirar lo que ocurría dentro de mí mismo…
Imaginad por un momento a cualquier persona deteniéndose ante la ventana de una casa, para observar a través de los cristales y ver lo que sucede en el interior de la misma…
Es ostensible que los ojos son las ventanas del Alma y los Ángeles del cielo pueden ver a través de esos cristales lo que sucede en el interior de cada uno de nosotros…
Hecha la singular observación, Adonaí se retiró satisfecho; mi propio Castillo interior, la morada de KLINGSOR, había sido incinerada con el fuego íntimo…
Cada uno de nos lleva dentro al Alcázar de izquierdos Aquelarres; esto jamás lo ignoran lo MAHATMAS…
Posteriormente hube de evidenciar claramente el aspecto tenebroso de la existencia; es ostensible que Satán tiene el don de la ubicuidad; vedle dentro de ti mismo, por aquí por allá y acullá…
Concluidos los trabajos esotéricos en los Infiernos Neptunianos, hube entonces de ascender al Empíreo, la región de los Serafines, criaturas del amor, expresiones directas de la Unidad…
Así fue como reconquisté ese estado Jerárquico en el Cielo de Neptuno. Ese es el Universo de las Monadas Divinales…
Incuestionablemente había conseguido el Cinto de Hipólita; cualquier noche de estas lo evidencié en una fiesta cósmica; entonces dancé con otros inefables…
Otra noche, flotando en el Empíreo, en estado ceráfico, pedí a mi Madre Divina KUNDALINI la lira; entonces supe tocarla con maestría…
Samael Aun Weor