EL CIELO LUNAR

La Gran Obra Individual se cumple en el Dominio Zodiacal de las Potencias Titánicas…

Los Doce Trabajos de Hércules, prototipo del Hombre auténtico, indican, señalan la vía secreta que ha de conducirnos hasta los Grados de Maestro Perfecto y Gran Elegido…

Primero entre todos, viene la captura y muerte del león de Nemea, la fuerza de los instintos y pasiones incontroladas que todo lo desbasta y lo devora…

En estado de éxtasis fui llevado consciente y positivamente al Mundo Lunar (o Mundo Astral), entonces se me aconsejó con infinita sabiduría…

Mi Alma se conmovió en sus profundidades más íntimas al encontrar allí al anciano del templo de los dos veces nacidos; nuestro querido Rector, el viejo sagrado, parece ciertamente tener todas las características del limón, más es ostensible que irradia infinito amor…

Comprendí que para tener derecho al ascenso al Cielo Lunar (Astral Superior), debía primero bajar a los Infiernos Selenitas (Astral Inferior), y enfrentarme valerosamente a las Tres Furias…

En instantes en que escribo estas líneas, me viene a la memoria aquel pasaje Iniciático en que Ginés de Lara, conducido por su Maestro, contempla asombrado las aguas aceradas del Lago…” –”¡Mira ahora aquí!”, exclama el MAHATMA…

Y Ginés miró, erizándosele el cabello, y vio dos cosas que ningún mortal ha visto, pero no por eso menos asombrosas ni menos ciertas…

Vio primero, como en gigantesco telescopio, a los habitantes del lado acá de la Luna, seres infelices, desgraciados, sobre toda ponderación, y acerca de cuya naturaleza y origen se guarda gran misterio entre “los que lo saben todo”…

Y vio después algo más maravilloso aún: el secreto del otro lado del satélite, o sea el del hemisferio siempre vuelto del otro lado, y desde el cual jamás se ve la tierra miserable, lugar donde algún místico ha querido situar, por tanto, “El Paraíso de ENOCH y de ELÍAS”, los dos “JINAS” del pueblo Hebreo…

Después de esta pequeña digresión, continuemos con el tema del presente capítulo:

Cuando quise subir por la simbólica escala de Jacob, el viejo Sagrado del Templo arrancó del árbol del conocimiento –o árbol de la ciencia del bien y del mal– una rama deliciosa y me la hizo oler; aquella fragancia era ciertamente Nirvánica. “Oled siempre esta rama para que podáis subir”, tales fueron las palabras del Adepto…

Incuestionablemente debemos practicar el “SAHAJA MAITHUNA”, aspirar la fragancia deliciosa de la fruta prohibida, pero no comerla; esa es la Ley…

En los abismos de Selene inicié mi trabajo desintegrando a JUDAS, el Demonio del Deseo…

Huelga decir con gran acierto que, enhorabuena y gracias al auxilio directo de mi “Divina Madre KUNDALINI”, quedó reducido a cenizas el horripilante Demonio del Deseo…

Un poco más tarde hube de continuar mi trabajo con el inquieto Demonio de la Mente, que tanta amargura nos trae, el abominable Pilatos de todos los tiempos…

¡Aniquilación! Palabra terrible… Ese fue el final catastrófico del Pilatos fatal que me atormentaba…

Posteriormente proseguí mi trabajo en el abismo, atacando a Caifás, el Demonio de la Mala Voluntad, la más detestable de las tres furias clásicas dentro del interior de cada uno de nosotros…

Murió ciertamente la tercera Furia después de recibir varias lanzadas en el cuerpo…

Ninguna igualaba su horrible apariencia; ninguna tenía en su cabellera tantas serpientes; sus mismas hermanas le temían; llevaba la desdichada en sus manos todos los venenos Gorgóneos del Infierno…

Pude verificar con entera claridad que asombra, todo el proceso de muerte en las tres Furias…

Es incuestionable que pasaron por todas las transformaciones mágicas cantadas por Ovidio…

Si en principio fueron gigantescas y horribles, como el monstruo Polifemo de la tierra maldita, que devorara implacable a los compañeros de Ulises, después, momentos antes de llegar la Parca soberana, tenían ya el aspecto de niños recién nacidos…

Aquellas sombras abominables, aquellos tres traidores que llevaba dentro, murieron afortunadamente…

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¿Qué habría sido de mí sin el auxilio de mi Divina Madre KUNDALINI?

Yo invocaba a mi Madre desde el fondo del Abismo y ella empuñaba la Lanza de Eros…

Samael Aun Weor

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