Después de haber muerto en mi mismo fui confirmado en la luz, entonces entré al templo y firmé mis documentos.
Ascender al primer cielo de tipo lunar fue el siguiente paso; Los adeptos me enseñaron a protegerme de la atracción fatal que sobre uno ejercen los infiernos sublunares. Se me dio a oler una rama que ejercía sobre mí algo muy especial. Aquella fragancia delicada tenía realmente sabor de santidad. “Con este perfume podrás defenderte de la atracción lunar” exclamó el adepto que me estaba instruyendo.
Yo conozco realmente a ese adepto: Es nada menos que el instructor superior del templo de los dos veces nacidos; Su carácter es como el limón pero irradia infinita sabiduría y amor sin límites ni orillas. Quien quiera subir debe primero bajar, esa es la ley. Toda exaltación está precedida por una humillación. Es obvio que necesitaba aniquilar los cuerpos lunares, estos constituían para mí como un apéndice fatal.
Empecé pues con el CUERPO DE DESEOS, el famoso KAMA-RUPA citado por H. P. BLAVATSKY y que muchos SEUDO-ESOTERISTAS y SEUDO-OCULTISTAS han confundido con el CUERPO ASTRAL. Es evidente que el KAMARUPA lo tiene todo animal intelectual y es en verdad el mismo demonio APOPI de los Misterios Egipcios. Entonces exclamé con «el libro de la morada oculta»: “¡Oh Demonio APOPI!, Tú debes morir en lo profundo del lago del cielo, en los infiernos atómicos lunares, allí donde mi Padre que está en secreto ha ordenado que mueras. Retrocede pues, Demonio maligno del deseo ante las flechas de mi luz que te hacen mucho daño”
He aquí que los dioses que me ayudan desgarran tu pecho sin misericordia alguna. La diosa de cabeza de león, espantosamente divina, inmoviliza tus miembros, te quita la fuerza bestial que posees.
La diosa de cabeza de escorpión, el tercer espectro de mi Madre divina, caminando dentro de ti mismo, transformada en tenebroso alacrán, hace llover sobre ti su copa de destrucción.
¡Desaparece pues definitivamente, APOPI!, Enemigo de RA (EL LOGOS), tu querías meterte también dentro de los misterios de la LOGIA BLANCA, atravesar victorioso las regiones del oriente interno y conservando el veneno de tus deseos, pero te equivocaste de puerta porque tu destino es el abismo y la muerte.
¡APOPI habéis sido derribado! el dolor que te ha infringido la diosa con cabeza de escorpión, bien lo habéis sentido! ¡Ya no volverás a conocer los goces de la pasión sexual! RA, mi DIOS INTERNO, te hace retroceder fulminado por el rayo de la justicia cósmica, ¡te pega, te hiere de muerte, hace mil cortes en tu cara pasionaria, quebranta tus huesos, te reduce a polvo!
En los infiernos atómicos SUBLUNARES existen encantos deliciosos, bellezas terriblemente malignas, fascinantes. Recordad amado lector que entre las cadencias milagrosas del verso, también se esconde el delito.
De entre esas exquisitas regiones de la concupiscencia que embriaga y enloquece, brotan deliciosos versos infernales como este que a continuación transcribimos a modo de ilustración:
DESEOS
“Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide.
Yo quisiera ser uno de los lazos
conque decoras tus radiantes sienes,
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en los labios tienes.
Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
a un mismo tiempo por doquier besarte.
Yo quisiera ser Uno y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
y morir de placer al comprimirte.
¡Oh, yo quisiera mucho más! quisiera
llevarte en mi como la nube al fuego,
Mas no como la nube en su carrera
para estallar y separarse luego.
Yo quisiera en mi mismo confundirte,
confundirte en mí mismo y entrañarte,
yo quisiera, en perfume convertirte,
Convertirte en perfume y aspirarte.
Aspirarte en un soplo como esencia
y unir a mis latidos tus latidos
y unir a mi existencia tu existencia
y unir a mis sentidos tus sentidos.
Aspirarte en un soplo del ambiente
y ver así sobre mi vida en calma
toda la llamada de tu cuerpo ardiente
y todo el éter del azul de tu alma”.
El fuego del dolor es cual la llama del vaso en que la mirra se consume: a veces purifica y eleva y embalsama, trueca el acíbar áspero que inflama en delicado y celestial perfume.
No puedo negar en modo alguno mis intensos sufrimientos abismales; resulta ostensible comprender que en el mundo de los muertos, aquellos que hemos fallecido en sí mismos debemos aniquilar los cuerpos lunares.
APOPI, el KAMARUPA teosófico, es memoria de viejas pasiones sexuales, impudicia secreta a veces mística e inefable, romance que enloquece, poesía que embriaga con sus cuentos de amor.
Yo me entregué en brazos de mi madre para que ella hiciera de mí lo que quisiera y ella, ¡Oh Dios, me salvó!. APOPI ha muerto. ¡Qué dicha! Ya no podrá esa bestia afligir más mi adolorido corazón.
Pasó el tropel de las pasiones. En la cercana selva resuenan las voces de los dioses inefables. Murió la pasión sexual de APOPI y no lejos del nido en que las aves del misterio se arrullan con sus tiernas melodías, me siento más feliz que el luminoso cisne que vio de Leda la inmortal blancura.
Yo soy aquél que ayer no más decía el verso azul y la canción profana. Como la galatea gongorina me encantó en verdad la marquesa verleniana, y así juntaba a la pasión sublime una sensual hiperestesia humana. Entre el vivo son de músicas sonoras que anima el coro de bacantes ebrias, bebiendo vino, regando rosas y tejiendo danzas me revolqué como el cerdo en el lodo.
APOPI ha muerto; llegó la hora del supremo triunfo concedido a mis lágrimas y ofrendas por el poder de mi divina Madre.
Samael Aun Weor
QUE DICHA MAS GRANDE HABER CONOCIDO A MI MADRE DIVINA