Es palmaria la existencia de un medianero plástico extraordinario en ese Homúnculo intelectual equivocadamente llamado “hombre”.
En forma enfática quiero referirme al PLEXO SOLAR, centro emocional, sabiamente colocado por la naturaleza en la región del ombligo.
Es incuestionable que este magnífico ascendiente del bípedo tricerebrado o tricentrado se satura íntegramente con la esencia sexual de nuestros órganos creadores.
Se nos ha dicho que el “Ojo Mágico” del vientre es estimulado frecuentemente por el Hidrógeno sexual SI-12 que sube desde los órganos sexuales.
Es pues un axioma inquebrantable de la filosofía Hermética el que en la región del vientre existe un poderoso acumulador energético sexual.
Mediante el agente sexual cualquier representación puede tomar forma en el campo magnético del PLEXO SOLAR.
Lo ideoplástico representativo constituye en sí mismo el contenido del bajo vientre.
En modo alguno exageramos cuando enfatizamos la idea básica de que en el vientre se gestan los Yoes que surgen más tarde a la existencia. Tales entidades Psicológicas, ideoplásticas, de ninguna manera vendrían a la existencia sin el agente sexual.
Cada YO es pues una viva representación psicológica que surge del vientre; el EGO personal es una suma de Yoes.
El animal intelectual es ciertamente una máquina controlada por diversos Yoes.
Algunos Yoes representan la ira con todas sus facetas, otros la codicia, aquellos la lujuria, etc. etc. etc.
Esos son los “Diablos Rojos” citados por el libro de los muertos del antiguo Egipto.
En nombre de la verdad es indispensable decir que lo único digno que llevamos dentro es la “ESENCIA”; desafortunadamente ésta en sí misma está dispersa aquí, allá y acullá, enfrascada entre cada uno de los diversos Yoes.
“El Diablo prestidigitador” toma forma en la potencia sexual; algunos Yoes muy fuertes suelen producir variados fenómenos físicos asombrosos.
Waldemar relata el siguiente caso: “El prestigioso síndico de la ciudad de San Miniato al Tedesco, situada entre Florencia y Pisa, tenía una hija de quince años, sobre la que “vino el Demonio” de manera que causó sensación en el país”.
“No era sólo que la cama en que estaba la muchacha se moviese de un lado a otro de la habitación, de manera que tan pronto estaba contra una pared como contra la otra, sino que el Demonio rompió gran cantidad de cacharros en la casa, abría puertas y cajones y armaba tal batahola, que los moradores pasaban la noche temblando y llenos de espanto”.
“En presencia de los padres fue la hija atacada de tal modo por el maligno, que a pesar de súplicas e imploraciones de la muchacha, la asió por las caderas y la elevó por el aire”.
“En vano llamó ella invocando: ¡Santa Virgen María! ¡Ayúdame a salvarme, pues —y esto ante la presencia de cientos de habitantes de la ciudad— fue arrastrada por la ventana, ondeando varios minutos ante la casa y sobre la plaza de mercado”.
“No es, pues, de extrañar que casi toda la ciudad corriera allá, hombres y mujeres, pasmándose ante lo inaudito y espantándose por la crueldad del Diablo, haciéndose a la par lenguas del valor de la muchacha”.
“Un relato de la época dice: “Todos se hallaban aterrados y conmovidos hondamente por el aspecto de la madre y de las mujeres de la familia, que con el cabello suelto se arañaban con las uñas las mejillas, se aporreaban el pecho con los puños y llenaban el aire de lamentos y alaridos cuyo eco resonaba por las calles”.
“La madre sobre todo, gritaba ora a su hija, ora al Demonio, pidiendo a éste que echara sobre ella toda la desgracia; luego se dirigió de nuevo a la gente, especialmente a las madres, para que se arrodillasen con ella implorando ayuda a Dios, cosa que todas hicieron al instante”.
“¡Oh Dios Santo!, seguidamente se precipitó la hija desde arriba sobre su madre, y consoló a la medio muerta, con semblante alegre: “¡Abandona el temor madre mía!. Cesa de llorar que aquí está tu hija; no temas por el fantasma del Diablo, te lo ruego. Crees acaso que fui torturada y vejada, pero más bien me encuentro colmada de una deliciosa e indecible dulzura pues siempre el amparo de todos los desconsolados ha estado a mi lado, ayudándome y hablándome para darme ánimo y constancia”; así —me decía— se gana el cielo”.
“Estas palabras llenaron a los presentes de alegría y asombro al mismo tiempo, y se fueron aliviados de allá; pero apenas hubo regresado la familia a su casa irrumpió de nuevo el Diablo, y lanzándose con toda violencia sobre la muchacha, la asió de los cabellos, apagó las lámparas y velas, volcó cajas y cajones y todos los objetos de menaje y, cuando de nuevo pudo encender luces el padre, la hija se arrojó sobre el crucifijo de la casa y clamó con voz desgarradora: “¡Haz que me trague la tierra, oh Señor, antes de abandonarme; sostenme y libérame, te lo imploro encarecidamente!””.
“Y en hablando así, prorrumpió en llanto, lo cual enfureció más al maligno, quien le arrancó primero la camisa del cuerpo, luego el vestido de lana y finalmente la sobrevesta de seda, como acostumbran a usar las mozas, desgarrándolo y destrozándolo todo, y cuando se hallaba la pobre casi desnuda, comenzó a tirarle del pelo”.
“Ella gritaba: “Padre mío, tráeme un vestido, cubre mi desnudez; ¡Virgen Santa, ayúdame!”. Finalmente, y después de que el demonio la hiciera objeto de más sevicias, logróse liberar a la muchacha de sus brazos por una peregrinación y unos exorcismos efectuados por un sacerdote” .
Hasta aquí pues el interesante relato de Waldemar. Es ostensible que el Demonio sádico que atormentó a esa pobre muchacha, era fuera de toda duda, el Diablo Prestidigitador, un fuerte YO diablo de la doncella que tomó forma en la potencia sexual de ella misma, eso es todo.
El caudal de exteriorizaciones ideoplásticas, sexuales, que se manifiesta muy especialmente durante los años de la pubertad, suele ser realmente tremendo, entonces es cuando creamos Yoes terribles capaces de producir fenómenos sensacionales.
La rabia de no poder amar o el hecho mismo de sentirse defraudado por alguien, es fuera de toda duda el verdadero infierno y provoca aquellas espantosas emanaciones sexuales fluídicas capaces de convertirse en el Diablo Prestidigitador.
Samael Aun Weor