Contexto de acuerdo a la Gnosis: Ra es el dios del Sol, el LOGOS SOLAR. Siendo el Logos o Aliento Calórico Original, es el origen de la vida en la mitología egipcia. Ra es el símbolo de la luz solar, creador de la vida en todos los niveles, reinos y planetas del inalterable infinito, en El se sintetiza el ciclo de la muerte y la resurrección, pues El es INRI.
En los Misterios Egipcios RA es Dios que representa el sol del mediodía en su máximo esplendor. En los primeros tiempos era la figura más importante del Mundo Inferior; se decía que cada noche viajaba por él bajo la forma de Auf-Ra, el sol poniente.
“Para viajar por el cielo se creía que lo hacía en su barca maravillosa de Oriente a Occidente, en un viaje de 24 horas; de día era una barca conocida como “Mandjet”; por la noche viaja en una barcaza pequeña llamada “Mensenktet”; según los momentos del viaje, se manifestaba en tres entidades diferentes: al amanecer era Kephera; al mediodía, RA y al anochecer, Atum.“
Lo anterior es simbólico y solo a través de los estudios Gnósticos llegamos a comprender íntimamente los procesos del Sol de Media Noche, que para bien del Iniciado se manifiesta en el desarrollo de cada uno de nosotros.
Se dice que:
A principios del Imperio Antiguo, Ra era sólo una de las varias deidades solares existentes, pero hacia 2400 a. C. se había convertido en el dios oficial de los faraones, que se consideraban su descendencia, e incluso sus encarnaciones. Durante la dinastía V fue elevado a deidad nacional y posteriormente vinculado al dios tebano Amón para convertirse en Amón-Ra, la principal deidad del panteón egipcio.
Durante el período de Amarna, el faraón Akenatón suprimió el culto de Ra en favor de una sola deidad solar Atón, el disco solar deificado, pero tras la muerte de Akenatón se restauró el culto a Ra.
La Leyenda de RA
Cuenta la leyenda que en un principio no había luz. Solo existía la oscuridad y una gran extensión de agua con el nombre de Nun. El poder de Nun era tan grande que desde el interior de la penumbra hizo brotar un huevo grande y brillante, y del interior de ese huevo surgió Ra.
Ra tenía el poder de hacer lo que quisiera, incluso cambiar de forma, en lo que más tomaba forma era en un pájaro. Lo que él nombraba adquiría la forma y se volvía real. Era tan importante el poder del nombre, que guardaba bien su nombre y su propio secreto para que nadie pudiera usarlo.
Ra se dispuso a crear el sol diciendo:
“Al amanecer me llamo Khephe-Ra, al mediodía Ra y al atardecer Atum”.
Y entonces, el sol apareció por primera vez iluminando la oscuridad, se elevó sobre el horizonte y al atardecer descendió para volver a ocultarse. Luego nombró a Shu, los vientos se congregaron por primera vez y comenzaron a soplar.
Cuando Ra nombró a Tefnut, la lluvia se hizo presente con sus gotas.
Más tarde nombró a Geb y con solo nombrarlo, se formó la tierra y para hacerle compañía nombró a la diosa Nut, y el firmamento se arqueó sobre la tierra.
Cuando quiso coronar a Egipto con el río Nilo, nombró a Hapi. Y el Nilo comenzó a fluir a través de Egipto fertilizando su amplio valle. Ra, comenzó a nombrar una por una todas las cosas que existen sobre la tierra y estas se hicieron visibles y crecieron. Finalmente les dio nombre a los hombres y a las mujeres, y desde entonces la humanidad pobló la tierra.
Ra podía asumir la forma que quisiera. Entonces, tomó la forma de un hombre y se convirtió en el primer faraón de Egipto.
Ra gobernó Egipto durante miles de años llevando bienestar y prosperidad a sus habitantes gracias a las fabulosas cosechas y a sus magníficas leyes. Los egipcios solo tenían palabras de agradecimiento y no dejaban de ensalzar su nombre.
Pero Ra, había tomado forma humana y por lo tanto envejecía día a día. Un buen día, los egipcios, dejaron de respetarlo, comenzaron a burlarse de su aspecto senil y a desobedecer sus órdenes.
Ra no pudo evitar oír las burlas y comentarios y cuando vio que los hombres no obedecían las leyes, se enojó de tal manera que decidió convocar a los dioses que había creado en un lugar secreto para pedir consejo.
Allí estaban Shu, Tefnut, Geb, Nut y Nun escuchando el problema que aquejaba el dios Ra.
Nun habló diciendo: Lo que debes hacer es destruirlos con la forma de tu hija, la diosa Sekhmet.
Los otros dioses, al ver el mal comportamiento de los hombres, le aconsejaron también destruir a los hombres por intermedio de la diosa Sekhmet.
Ra, con su ojo, que despedía una mirada aterradora, creó a la diosa Sekhmet. Feroz y sanguinaria cual leona que persigue su presa y se deleita en la matanza y en la sangre. Siguiendo las órdenes de Ra, desencadenó su furia sobre todos los que ridiculizaron a su padre, sembrando el terror y la desesperación en todo Egipto.
Los hombres huían a esconderse, pero la diosa Sekhmet, los perseguía y los asesinaba relamiéndose con la sangre.
Cuando Ra vio lo que Sekhmet había hecho la llamó a su presencia para preguntarle si lo había obedecido. Sekhmet le respondió que estaba feliz porque había vengado a su padre Ra, eliminando a todos los hombres que este le había entregado. Todo Egipto estaba teñido del color de la sangre y era imposible detener la furia de la cruel y sanguinaria Sekhmet.
Pero Ra se apiadó de los hombres y decidió hacer algo para frenar la matanza. Envió entonces a mensajeros rápidos y silenciosos en busca de grandes cantidades de ámbar. (los Avataras que producen alquimistas) Luego ordenó preparar muchos litros de cerveza hasta llenar siete mil jarras. Más tarde, mandó mezclar el ámbar con la cerveza. A la luz de la luna, la cerveza adquiría el color rojo de la sangre. Hizo llenar nuevamente las jarras y envió a sus mensajeros a volcarlas en el lugar donde se encontraba Sekhmet. Al salir el sol, Sekhmet estaba preparada para su próxima cacería, cuando vio la tierra inundada de color rojo y creyó que sería sangre real porque no había cerca ningún hombre. Se acercó y bebió alborozada mientras reía y disfrutaba pensando que era sangre. Bebió tanto ese día, que presa de la ebriedad, no pudo matar a ningún hombre.
Cuando Sekhmet volvió ante la presencia de Ra, el dios la recibió con alegría pues no había matado a ninguna persona y decidió cambiar su nombre por el de Bastet . A partir de ese momento se convirtió en la diosa Bastet, fue la diosa de la dulzura, el amor y la pasión.
La humanidad fue redimida y Ra continuó reinando en su ancianidad, aunque sabía que había llegado el momento de delegar el gobierno de Egipto en los dioses jóvenes. No olvidemos que el poder de Ra estaba en su nombre secreto. Si alguien lo descubría, Ra dejaría de reinar. Ra sabía esto y lo mantenía oculto en su corazón. Solo utilizando grandes poderes mágicos se podría conocer.
El dios Geb se unió con Nut y tuvieron varios hijos: Isis, Osiris, Neftis y Seth. Isis era la más sabia de todos ellos. Isis conocía todos los secretos del cielo y de la tierra, pero lo que no conocía era el nombre secreto de Ra y se propuso descubrirlo.
Ra era muy viejo. Caminaba con dificultad. Su cuerpo entero temblaba. Sus palabras se escuchaban entrecortadas y como la mayoría de los ancianos, babeaba.
Isis comenzó a seguirlo a escondidas y cuando una gota de la baba de Ra cayó sobre la tierra formando barro, ella lo recogió y modeló una serpiente. Colocó la serpiente cerca del camino y cuando Ra paseaba, la serpiente lo mordió y luego huyó a ocultarse.
El veneno corrió rápidamente por el cuerpo de Ra, provocándole un dolor hasta ahora desconocido. Ra gritó con todas sus fuerzas y los dioses corrieron a su encuentro.
Ra estaba desconcertado. Sentía que un fuego lo quemaba por dentro y no encontraba explicación a lo sucedido.
Los dioses convocados, lloraban y se lamentaban por lo sucedido. Entre estos dioses, se encontraba la astuta Isis que se acercó preguntando:- ¿Qué sucede padre todopoderoso? ¿Acaso te ha mordido una de las serpientes que has creado?
Ra respondió:-Me ha mordido una serpiente que yo no he creado. No puedo dejar de temblar. Siento que un fuego abrasador me quema por dentro y me devora.
Isis se acercó con dulzura y le dijo al oído:- Si me dices tu nombre secreto, podré hacer uso de mis poderes mágicos y podré sanarte.
Ra respondió: –Yo soy el que hizo el cielo y la tierra. El que creó las aguas, los vientos, la luz, la oscuridad. Soy el creador del gran río Nilo. Yo soy Khephe-ra por la mañana, RA al mediodía y A-tum al atardecer.
Isis respondió: – Tú sabes bien, padre todopoderoso, que esos nombres son conocidos por todos. Lo que yo necesito para curarte es tu nombre secreto.
Ra la tomó de la mano y le susurró al oído: Antes que mi nombre pase de mi corazón al tuyo, júrame que no se lo dirás a nadie salvo al hijo que tendrás al que llamarás Horus. Y Horus deberá jurar que el nombre permanecerá en él por siempre. No se lo debe comunicar ni a otros dioses ni a otros hombres.
Isis realizó su juramento y el conocimiento del nombre secreto pasó del corazón de Ra al corazón de Isis.
Entonces, Isis haciendo uso de todos su poderes mágicos dijo: Por el nombre que conozco, ordeno que el veneno abandone el cuerpo de Ra para siempre.
El veneno desapareció y Ra se sintió bien, pero dejó de reinar sobre Egipto.
En cambio, tomó su lugar en los altos cielos, viajando todos los días a semejanza del sol mismo, y de noche cruzando el inframundo de Amenti en la barca de Ra y pasando por las doce divisiones de Duat donde acechan terribles peligros.
Sin embargo, Ra pasa a salvo, y con él se lleva a esas almas de los muertos que conocen todos los encantos, oraciones y palabras que deben decirse. Y para que un hombre no pasara desapercibido para su viaje en la barca de Ra, los egipcios pintaron todas las escenas de ese viaje en las paredes de las tumbas de los faraones, con todo el conocimiento que estaba escrito en El Libro de los Muertos, del cual se enterró una copia en la tumba de hombres menores para que ellos también pudieran leer y llegar a salvo a la tierra más allá del oeste donde habitan los muertos.
La Leyenda solamente proviene de esta fuente
Ramón T Juarez
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