P. – El Infierno de fuego y llamas, del que nos habla la religión católica, en los tiempos actuales ya no lo podemos admitir más que como una superstición religiosa, de acuerdo con los hombres de ciencia. ¿Es esto cierto Maestro?
R. – Distinguido caballero, permítaseme informarle que cualquier infierno de tipo religioso es exclusivamente simbólico.
No está de más en estos instantes recordar el infierno de hielo de los nórdicos, el infierno chino con todos sus suplicios amarillos, el infierno budista, el infierno mahometano o la Isla Infernal de los antiguos pobladores del País de Maralpleicie. cuya civilización hoy va se oculta entre las arenas del desierto de Gobi.
Incuestionablemente. estos variados infiernos tradicionales alegorizan en forma enfática el reino mineral sumergido.
Recuerde usted, buen amigo, que el Dante encontró a su Infernus entre las entrañas vivientes de la Tierra. Léase la “Divina Comedia”
P. – Maestro, nos habla usted del mundo mineral sumergido, sin embargo, todas las perforaciones de las compañías mineras y petroleras y de otra índole que se han practicado sobre la costra terrestre, no han mostrado señales de un mundo viviente que pudiera estar siquiera en la primera capa interior de la Tierra. ¿Dónde se encuentra ese mundo mineral sumergido?
R. – Gran amigo, permítaseme informarle que el mundo tridimensional de Euclides no es todo. Ostensiblemente, por encima de este mundo de tres dimensiones (largo, ancho y alto), existen varias dimensiones superiores. Obviamente, de acuerdo con la ley de los contrastes, bajo esta zona tridimensional existen también varias infradimensiones de tipo mineral sumergido. Es indubitable que los citados infiernos de tipo dantesco corresponden a estas infradimensiones.
P. – Perdonadme Maestro que insista, pero en todos los libros que por mi inquietud he escudriñado, no recuerdo ningún escrito o documento que no solamente nos hable de esas infradimensiones, sino cuando menos nos indique cómo pueden descubrirse. Por lo tanto, le pregunto cuál es el objeto de hablar de infradimensiones que, hasta donde yo he podido comprobar, ningún ser humano ha visto o palpado.
R. Distinguido caballero, su pregunta me parece interesante. Empero, conviene aclarar que el Movimiento Gnóstico Cristiano Universal tiene sistemas, métodos de experimentación directa, mediante los cuales podemos verificar la cruda realidad de las infradimensiones de la Naturaleza y del Cosmos.
Nosotros podemos y debemos ubicar a los nueve círculos dantescos precisamente bajo la epidermis de la Tierra, dentro del interior del organismo planetario en que vivimos.
Obviamente, los nueve círculos citados se corresponden inteligentemente con nueve infradimensiones naturales.
Resulta palmario y manifiesto que los nueve cielos de la “Divina Comedia del Dante son nueve dimensiones de tipo superior, íntimamente correlacionados con las nueve de tipo inferior.
Quien haya estudiado alguna vez la ‘Divina Comedia” desde el punto de vista esotérico, no podrá ignorar la realidad de los Mundos Infiernos.
P. – Maestro, ¿qué diferencia básica hay entre los infiernos del catolicismo con los que considera el Movimiento Gnóstico?
R. – Buen amigo, la diferencia entre los infiernos simbólicos de una y otra religión es la que puede haber entre bandera y bandera de distintas naciones. Cada país alegoriza su existencia con un pabellón nacional; así también, cada religión simboliza a los Mundos Infiernos con alguna alegoría de tipo infernal.
Empero, inflemos cristianos o chinos o budistas, etc., etc., todos ellos, en el fondo, no son sino distintos emblemas que corresponden al crudo realismo de los infiernos atómicos de la Naturaleza y del Cosmos.
P. – ¿Por qué la gente tiene pesadillas como decimos vulgarmente?¿Qué sucede en este caso?, ¿es que viajan a esos mundos infradimensionales?
R. – Con el mayor gusto daré respuesta a esta interesante pregunta del auditorio. Quiero, señores y señoras. Que ustedes comprendan lo que son ciertamente las pesadillas.
La Anatomía Oculta enseña que en el bajo vientre existían siete puertas infernales, siete chacras inhumanos o vórtices negativos de fuerzas siniestras.
Puede darse el caso de que alguien, indigestado por alguna comida pesada, ponga en actividad mediante el desorden a tales chacras infernales. Entonces se abren las puertas abismales, como lo enseña claramente la religión de Mahoma, y el sujeto penetra esa noche en los Mundos Infiernos.
Esto es posible mediante el desdoblamiento de la personalidad. No es difícil para el Ego penetrar en la morada de Plutón.
Los monstruos de las pesadillas existen realmente, devienen originalmente de los tiempos arcaicos; habitan normalmente en las infradimensiones del mundo mineral sumergido.
P. – ¿Quiere esto decir, Venerable Maestro, que no solamente los que mueren sin haber salvado su alma entran al Infierno?
R. – Resulta patente, claro y manifiesto, que los vivos también penetran en los Mundos Infiernos, como lo están demostrando las pesadillas. Ostensiblemente, el infraconsciente humano es de naturaleza infernal; podría decirse con entera claridad meridiana que en los infiernos atómicos del hombre están todos los horrores abismales. Con otras palabras, enfatizamos lo siguiente: Los abismos infernales en modo alguno se hallan divorciados de nuestro propio subconsciente e infraconsciente. Ahora comprenderá el auditorio el motivo por el cual es tan fácil penetrar en cualquier hora dentro de los nueve círculos dantescos.
P. Querido Maestro, realmente no comprendo, porque primero nos dice que los Mundos Infiernos se hallan en las infradimensiones de la Tierra, y después menciona que esos abismos atómicos se encuentran dentro de uno mismo. ¿Quisiera ser tan amable de aclararme esto?
R. – Su pregunta me parece magnifica. Quien quiera descubrir las leyes de la Naturaleza, debe encontrarlas dentro de si mismo. Quien dentro de si mismo no encuentre lo que busca, no lo encontrará fuera de sí mismo jamás. Los antiguos dijeron: “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los dioses”, todo lo que existe en la Naturaleza y en el Cosmos, debemos encontrarlo en nuestro interior. Así pues, los nueve círculos dantescos infernales están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.
P. – Maestro, yo he tenido pesadillas donde he visto un mundo de obscuridad y muchos monstruos, ¿será que he entrado en esos mundos infradimensionales o infernales?
R. – Su pregunta resulta bastante importante. Es necesario que el auditorio comprenda que esas infradimensiones están en el fondo sumergido de nuestra naturaleza. Obviamente, repito. con las pesadillas se abren las siete puertas de los infiernos atómicos del bajo vientre y entonces descendemos a los mundos sumergidos.
Raras son las personas que en su vida no hayan hecho alguna visita al Reino de Plutón Empero, es bueno, señores y señoras, que al estudiar esta cuestión pensemos en el crudo realismo natural de esos mundos que están colocados en las infradimensiones del planeta en que vivimos. Pensemos por un instante en mundos que se penetran y compenetran mutuamente sin confundirse, en regiones densamente pobladas, etc., etc. En modo alguno debemos tomar a las alegorías religiosas a la letra muerta; busquemos el espíritu que vivifica y que da vida. Los diversos inflemos de las religiones alegorizan realidades crudamente naturales. No debemos confundir a los símbolos con los fenómenos cósmicos en si mismos.
P. – Maestro, quisiera me explicara usted un poco mas sobre esos Mundos Infiernos, ya que dentro de esas pesadillas que he tenido nunca he visto luz ni rostros hermosos, ¿podría decirme por qué?
R. – Con el mayor gusto daré respuesta a esa pregunta. Las tinieblas infernales son otro modo de la luz, corresponden ciertamente a la gama del infrarrojo. Los habitantes de tales dominios subterráneos perciben las diversas variantes de colorido, correspondiente a esa zona del espectro solar.
Quiero que ustedes. mis amigos, comprendan que todos los colores que existen en el ultravioleta se encuentran también en el infrarrojo.
Que existe un amarillo del ultravioleta, eso es algo muy notable; pero en el infrarrojo, el amarillo existe también en forma diferente y así también sucede con los demás colores. Así pues, repito en forma enfática lo siguiente: Las tinieblas son otro modo de la luz.
Incuestionablemente, los habitantes del reino> mineral sumergido se hallan demasiado alejados del Sagrado Sol Absoluto y por ello resultan ciertamente terriblemente malignos y espantosamente feos.
P. – Yo concibo, Maestro, que en los mundos sumergidos de la Tierra existan toda clase de monstruos y que ahí habiten, pero, ¿cómo es posible que dentro de mi mismo, que soy tan pequeño en comparación con el planeta, pueda encontrar precisamente esos mundos?
R. – Buen amigo, permítaseme decirle que cualquier molécula de almidón o de hierro, cobre, etc., etc., es todo un sistema solar en miniatura. Un discípulo de Marconi imaginaba precisamente a nuestro Sistema Solar corno una gran molécula cósmica.
Quien no descubre en una simple molécula el movimiento de los planetas alrededor del Sol, está ciertamente muy lejos de comprender la astronomía.
Nada se encuentra desligado en este Universo, en verdad, no existe efecto sin causa ni causa sin efecto. Así también, dentro de cada uno de nosotros hay fuerzas y átomos que se correlacionan ya con las esferas celestes, va con las esferas infernales.
Es bueno saber que en nuestro organismo existen centros psíquicos que nos ponen en relación con las nueve dimensiones superiores del Cosmos o con las nueve dimensiones inferiores.
Ya dije claramente que este mundo tridimensional en que vivimos no es todo, pues por encima tenemos las dimensiones superiores y por debajo las inferiores.
Incuestionablemente, todas estas dimensiones, celestiales o infernales, están relacionadas con las distintas zonas de nuestra propia psiquis y por ello es que, si no las descubrimos dentro de nosotros mismos, rio las descubriremos en ninguna parte.
P. – Maestro, usted menciona a menudo la palabra abismos atómicos, ¿por qué atómicos?
R. – Esta pregunta me parece extraordinaria y con el mayor gusto voy a dar respuesta. Ante todo quiero que usted sepa que todo átomo es un trío de materia, energía y conciencia.
Pensemos por un momento en las inteligencias atómicas, obviamente las hay solares y lunares. También existen inteligencias malignas atómicas terriblemente perversas.
Los átomos del enemigo secreto dentro de nuestro organismo están controlados por cierto átomo maligno, ubicado exactamente en el hueso coxígeo.
Este tipo de átomos causan enfermedades y originan en nosotros distintas manifestaciones de perversidad.
Ampliemos un poco más esta información y pensemos por un momento en todos los átomos malignos del planeta Tierra. Obviamente, los más pesados, los más demoníacos, habitan en la morada de Plutón, es decir, en las infradimensiones del mundo en que vivimos. Ahora comprenderá usted el motivo por el cual hablamos de abismos atómicos, de infiernos atómicos, etc.
P. – Creo que la mayoría de todos nosotros, cuando pensamos en términos de átomo, nos imaginamos algo infinitamente pequeño. Luego entonces, cuando se nos habla de que todos los soles y planetas del Cosmos constituyen un átomo, trastoca un poco nuestro proceso razonativo, ¿es esto congruente Maestro?
R. – Distinguido caballero y amigo, jamás se me ha ocurrido pensar en reducir todo el Universo o los Universos a un simple átomo. Permítaseme decirle que mundos, soles, satélites, etc., están constituidos por sumas de átomos y esto es diferente, ¿verdad? Si en alguna parte de mi oratoria comparé el Sistema Solar con una gran molécula, lo hice basado en la ley de las analogías filosóficas, jamás quise reducir a tal sistema a un simple átomo.
Samael Aun Weor