Es necesario entender que hay, dijéramos, en nosotros mismos, una parte oculta de nuestro propio Ego que nunca se ve a simple vista. Así como la Luna tiene dos aspectos públicos: Uno que se ve a simple vista, y hay el lado oculto; así también hay en nosotros un lado oculto que nunca vemos.
Ante todo, quiero que entiendan ustedes, que así como hay una Luna física que nos ilumina, existe también la LUNA PSICOLÓGICA. Esa Luna Psicológica la cargamos muy adentro. Es el Ego, el Yo, el mí mismo, el sí mismo.
El lado visible, todo el mundo con un poquito de observación lo ve. Pero hay un lado invisible de nuestra Luna Psicológica, que a simple vista no se ve. La Conciencia, desafortunadamente, no ha iluminado esa parte oculta de nuestra propia Luna Interior.
Realmente, nosotros vivimos en una pequeña zona de nuestra Conciencia; nosotros nos hemos forjado un retrato de nosotros mismos, mas un retrato no es la totalidad.
Cuando logremos que la Conciencia penetre como un rayo de luz en ese lado invisible, que no se ve, en ese lado oculto de nosotros mismos (puesto que lo que de nosotros ignoramos es muchísimo), entonces el retrato que sobre sí mismos nos hayamos forjado se desintegra, queda reducido a polvareda cósmica.
Es lamentable que sólo vivimos en una pequeña fracción de sí mismos; lo que de nosotros ignoramos es muchísimo.
El lado oculto que desconocemos suele ser muy profundo, pero necesitamos conocernos, y sólo podremos conocernos proyectando la Luz de la Conciencia sobre ese lado oculto.
Y es importante ese lado oculto, porque es precisamente en ese lado donde están todas las causas de nuestros errores, las innumerables reacciones mecánicas, las antipatías mecánicas, nuestras mezquindades, etc.
En tanto nosotros no hayamos iluminado ese lado oculto, con los Rayos de la Conciencia, obviamente, estaremos muy mal relacionados, no solamente consigo mismos, sino también con los demás.
Cuando uno ilumina ese lado oculto de su Luna Psicológica con los Rayos de la Conciencia, conoce sus errores, y entonces sabe ver a los demás; pero cuando uno no ilumina con su Consciencia ese lado oculto de sí mismo, comete el error de proyectarlo sobre las gentes que nos rodean, y eso es gravísimo…
Proyectamos sobre las gentes todos nuestros defectos psicológicos, y si somos mezquinos, a todos los veremos mezquinos; si estamos llenos de odio, a todos los veremos en esa forma; y si somos envidiosos, creeremos que los otros son también envidiosos; y si somos violentos, no sabremos comprender la violencia ajena, creeremos que sólo nosotros tenemos la razón y que los demás no la tienen.
Cuando sentimos antipatía por alguien, es claro que allí está, precisamente, el “quid” de la cuestión, allí está, precisamente, el defecto que interiormente llevamos y que lo estamos proyectando sobre ese alguien.
¿Por qué nos causa antipatía tal o cual persona? ¿Por qué le vemos este o aquel defecto que nos molesta tanto? Aunque parezca increíble, aunque no lo admitamos, aunque lo rechacemos, la verdad es que ese defecto lo tenemos adentro, y que lo estamos proyectando sobre el prójimo.
Cuando uno comprende, entonces se propone disolver el elemento que ha descubierto. Si uno ve que el prójimo tiene tal o cual defecto, seguro es que en el lado oculto que uno no ve, en el lado oculto de uno mismo, está el defecto en cuestión.
Así pues, es lamentable que nosotros estemos tan mal relacionados con la gente. Desgraciadamente, como quiera que estamos nosotros mal relacionados con nosotros mismos, pues, tenemos que estarlo con los demás. Si sabemos relacionarnos consigo mismos, sabremos también relacionarnos con los demás, eso es obvio…
A medida que avanza uno en esto, va dándose cuenta de cuán equivocado anda por el camino de la vida. Protesta uno porque otros no son cuidadosos, y uno sí lo es; creemos que los demás andan mal, porque no son cuidadosos, cree uno que sí es cuidadoso, y se molesta contra alguien porque no lo es.
Si uno observa en detalle, verá que ese que no es cuidadoso, ese defecto que ve uno en otros, lo tiene muy sobrado en sí mismo, en el lado desconocido de sí mismo.
Porque se crea uno muy cuidadoso, puede suceder (y es verdad, sucede) que no es tan cuidadoso como cree, pues, hay desorden dentro de sí mismo que ignora y no acepta, y no cree, ni entiende…
Vale la pena conocer uno ese lado desconocido de sí mismo. Porque cuando uno de verdad proyecta la Luz de la Conciencia sobre ese lado que de sí mismo desconocía, cambia radicalmente.
Al descubrir uno que es violento, por ejemplo, entonces aprende a tolerar la violencia de los demás. Se dice a sí mismo: “Yo soy violento; entonces, ¿por qué critico a aquél que es violento?, si yo lo soy”. Cuando uno comprende realmente que es injusto consigo mismo, carga la injusticia consigo mismo, aprende a tolerar la injusticia de los otros.
Se nos ha dicho, en la Gnosis, que “debemos aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes”; mas no podría uno llegar, de verdad, a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes, si no acepta sus propias manifestaciones desagradables, si no las conoce; y para conocerlas debe lanzar un rayo de Luz sobre ese lado oscuro de sí mismo.
Obviamente, en ese lado que no ve, están, en verdad, las manifestaciones desagradables que interiormente carga y que proyecta sobre los demás. Así que, cuando uno conoce sus propias manifestaciones desagradables, pues, aprende a tolerar las manifestaciones desagradables del prójimo.
Obviamente, para poder cristalizar uno en sí mismo al CRISTO CÓSMICO, necesita, inevitablemente, de aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de los demás; y así, poco a poco, va cristalizando en sí mismo, al SEÑOR DE PERFECCIÓN. Así pues que hay que entender que el Señor de Perfección sólo cristaliza en nosotros a través de Santo Negar…
Hay Tres Fuerzas en nosotros muy importantes: La primera el SANTO AFIRMAR, la segunda el SANTO NEGAR y la tercera el SANTO CONCILIAR…
Para cristalizar, por ejemplo, el Santo Conciliar, la TERCERA FUERZA, la del Espíritu Santo, la Fuerza Neutra, se necesita “transmutar la Energía Creadora”; y al fin, esa fuerza maravillosa, viene a cristalizar en los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.
Para cristalizar en sí mismo la SEGUNDA FUERZA, la del Señor de Perfección, la del Bendito, la de Nuestro Señor el Cristo, se necesita, inevitablemente, “aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes”…
Y para cristalizar en sí mismos la PRIMERA FUERZA, la del Padre, el Santo Afirmar, necesita saber “obedecer al Padre, así en los Cielos como en la Tierra”…
El SAGRADO SOL ABSOLUTO, del cual dimana toda vida, quiere cristalizar en cada uno de nosotros esas TRES FUERZAS PRIMARIAS de la Naturaleza y del Cosmos: Santo Afirmar, Santo Negar y Santo Conciliar…
Concretándonos nuevamente en la cuestión del Santo Negar, es decir, el Cristo, necesitamos NEGARNOS A SÍ MISMOS, repito: “Aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes”. Mas, ¿cómo podríamos nosotros recibir con agrado la manifestaciones desagradables del prójimo, si uno antes no ha conocido sus propias manifestaciones desagradables? Si por ejemplo tenemos Ira, y sabemos que la tenemos; si nos hemos hecho consciente de que somos “berrinchudos”, furiosos, “enojones”, iracundos, furiosos, pues es claro, que estando bien consciente de ello, aprendemos a dispensar esos mismos errores en los demás y, como consecuencia, nos relacionaremos mejor con el prójimo…
Si estamos llenos de Envidia y reconocemos que la tenemos, que la cargamos en el lado oculto de nuestra Luna Psicológica, aprendemos a perdonar las manifestaciones desagradables de la Envidia, tal como existen en otras personas…
Si estamos llenos de Orgullo, y sabemos que lo tenemos; sabemos que somos orgullosos, estamos engreídos, y reconocemos que lo somos, entonces aprendemos a mirar, pues, a los orgullosos con más comprensión. Ya no nos atreveremos a criticarlos, sabremos que dentro cargamos esos mismos defectos…
Si un hombre se siente honrado, si se siente incapaz de mentir, de pronto sucede que lo ofenden diciéndole mentiroso; obviamente, si ha aceptado que en el lado de su Luna Psicológica, en ese lado que no se ve, en el lado oculto de sí mismo, existe todavía la mentira de forma inconsciente, no se sentirá ofendido cuando se le diga mentiroso, sabrá ser tolerante con el prójimo…
Muchos podrán creerse muy “liberales” en su forma de ser, y muy “justos”; mas si de pronto hay alguien que les dice que no lo son, que no son tan “liberales” ni tan “justos”, podrían ofenderse, porque ellos se sienten siendo justos y liberales.
Mas si ellos han aprendido a proyectar antes, previamente, su Conciencia sobre el lado oculto de sí mismo, sobre ese lado oculto que jamás se ve, entonces vienen a reconocer, por sí mismos, directamente, que no son tan justos ni tan liberales como pensaban, que en el fondo de todos ellos hay injusticia e intolerancia, etc.; cuando alguien intente herirlos en ese sentido, no se hieren, porque saben que les están diciendo la verdad.
Así pues, resulta muy importante mirar ese lado oculto de sí mismo, ese lado que no se ve, ese lado donde está la crítica, la censura. En nosotros hay algo que censura, algo que critica. En la parte oculta de nosotros mismos está la censura, está la crítica.
¿Por qué censuramos a los demás? ¿Por qué los criticamos? ¿Por qué estamos criticando en los demás tal o cual defecto?… Seamos sinceros, mirémonos hacia adentro, autoexplorémonos, iluminemos esa parte oculta de nuestra propia psiquis, esa parte que no se ve, y veremos que a los defectos que a otros estamos criticando, los tenemos muy adentro, en sí mismos. Entonces, cuando eso sea, dejaremos de criticar.
La censura, la crítica, se debe precisamente a la falta de comprensión, ¿qué censuramos en otros, qué criticamos a otros, o en otros? Nuestros propios defectos, eso es lo que estamos criticando en otros, cómo los proyectamos…
Triste es saber que nosotros proyectamos nuestros defectos psicológicos sobre los demás; triste es saber que los vemos tal como somos nosotros, que vemos al prójimo como somos nosotros; esto es algo que hay que entenderlo, porque todos tenemos una tendencia, a creernos perfectos.
Nunca se nos ha ocurrido mirar esa parte de la “Luna”, de nuestra Luna Psicológica, esa parte que no se ve. ¡Jamás!
Ha llegado la hora, pues, de autoexplorarnos seriamente, para conocernos de verdad. Cuando uno, de verdad, ha iluminado, pues, la parte oculta de sí mismo, el lado invisible que lleva en su interior, descubre, con horror, Factores Psicológicos que en modo alguno aceptaría tener, factores que rechazaría de inmediato, factores que cree no tener…
Que a un hombre honrado, por ejemplo, se le diga ladrón, es una ofensa. ¿Por qué se ofendería un hombre honrado si se le dice ladrón? El Ego inmediatamente tiene la tendencia a decir: “Porque me se le ha calificado mal”…
Aún más, el ofendido podría apelar a la violencia para tratar de justificarse. El hecho mismo de que un hombre honrado se ofenda cuando se le dice ladrón demuestra que no es honrado. Ahí está el quid de la cuestión. Porque si de verdad fuera honrado, no se ofendería porque le digan ladrón; si se ofende, no es honrado…
Si ese hombre, por ejemplo, iluminara con su propia Luz de la Conciencia, esa parte de sí mismo que no se ve, esa parte oculta de su Luna Psicológica, con horror descubriría lo que no quiso aceptar: Descubriría Yoes del robo, ladrones (¡qué horror, imposible, pero así es!).
En nosotros hay factores que ni remotamente sospechamos, que rechazamos, que de ninguna manera aceptamos, que nos horrorizan, y sin embargo, en el fondo los tenemos, ¡horrendo eso, pero así es!
Yo mismo, cuando estaba en el trabajo de la disolución de Yo en el Mundo de las Causas Naturales, fui sorprendido; nunca pensé que tuviera dentro de mi interior Yoes del robo, y encontré toda una Legión de Yoes ladrones, ¡imposible! Yo nunca le robo a nadie ni cinco centavos. ¿Cómo va a ser posible que aparezcan Yoes del robo allá adentro? Pues, imposible y no imposible, aunque rechazara, ahí estaban; me gustara o no me gustara, ahí estaban…
Y les advierto, que en el terreno de la vida práctica, alguien podría dejar aquí, en este lugar, un tesoro de oro puro, y yo no sacaría ni una sola moneda; aunque dicho está que en “el arca abierta, hasta el más justo peca”… Pero por ese lado, estoy seguro de no fallar, porque ni dejándome oro en polvo me sacaría yo, pues, ni un miligramo de aquel oro. Sin embargo, con cuánto dolor descubrí que, allá en el fondo, existían Yoes del robo.
Cuando los observaba con el sentido de la AUTOOBSERVACIÓN PSICOLÓGICA, los veía huyendo (el ladrón que roba y huye despavorido; ¡horribles caras del robo!). Quedé horrorizado, sí, de mí mismo, pero no tengo ningún inconveniente en confesarlo, porque si no lo confesara, sería señal de que todavía estarían vivos esos Yoes, allá adentro; porque el hipócrita tiene la tendencia a ocultar sus propios defectos…
Así pues, que no tengo ningún inconveniente en confesarlo (que tenía esa clase de Yoes).
Aún llevando una vida honrada, los tenía; aún pagando las deudas ajenas, los tenía. ¿Qué me tocó? Desintegrarlos. Reducirlos a polvareda cósmica y eso me causo horror…
Sí, hermanos, dentro de uno, en su interior, en ese lado oculto que no ve de sí mismo, lleva monstruosidades inenarrables, indescriptibles…
Cuando alguien se lava las manos diciendo: “Yo soy hombre bueno, yo a nadie le robo jamás cinco centavos, he hechos muchas obras de caridad, soy buen esposo, buen padre de familia, buen hijo, no mato, no robo, no le quito la mujer al prójimo, entonces yo soy un Santo”…, ésos que hablan así, son candidatos seguros para el ABISMO y la MUERTE SEGUNDA, son casos perdidos…
Que ninguno de nosotros se crea Santo, porque en el lado oculto de sí mismo, en ese lado que no ve, carga monstruosidades inenarrables, horripilantes, que ni remotamente sospecha…
Desgraciadamente, la gente (como les he dicho a ustedes), no vive sino en una pequeña parte de sí misma. No ve la totalidad del cuadro, solamente ve un rincón del mismo; se ha forjado cada cual un retrato sobre sí mismo un retrato: El retrato del hombre honorable; el retrato de la dama virtuosa (aunque no lo sea, pero ella se cree virtuosa); el retrato del caballero caritativo, etc., y de acuerdo con ese retrato, condiciona su existencia, y de allí acciona y reacciona incesantemente.
Allí están todas sus mezquindades, sus críticas y censuras, pero él se cree perfecto…
Bien vale la pena reflexionar en todas estas cosas… Ver ese lado oculto de sí mismos, tener el valor de verlo. Todo el mundo lo sospecha, pero nadie se atreve a ver de verdad, cara a cara, ese lado oculto de sí mismo, donde están, precisamente, los factores que producen discordia en el mundo, donde está la censura y la crítica, donde está la violencia, donde está la envidia, etc.
La ENVIDIA, por ejemplo, se ha convertido, dijéramos, en la mecánica de esta civilización, en el factor básico de la acción. ¡Cuán lamentable es eso!…
Si alguien tiene un carrito, y de pronto ve que otro pasó con un carro más hermoso, un flameante automóvil, dice: “Hombre, yo tengo gana de mejorar un poco, voy a ver como me consigo un carrito mejor”…
Pero, no se le ocurre saber por qué se le ocurrió, por qué anhela un carrito mejor. Así, muchas veces puede suceder que él carrito qué esté usando le está sirviendo, pero, ¿por qué anheló otro mejor? Sencillamente, por envidia. Y esa envidia está allá, en el lado oculto que no se ve, en el lado oculto de nuestra propia Luna Psicológica, allí está.
Obviamente, se ha convertido (repito), LA ENVIDIA en el RESORTE SECRETO DE LA ACCIÓN y eso es realmente lamentable…
Conforme nosotros vayamos progresando en la Autoexploración Psicológica, nos iremos haciendo cada vez más consciente de sí mismos, y eso es lo mejor…
Ha llegado la hora de entender que los errores que nosotros vemos, los cargamos adentro de nosotros. Ha llegado la hora de entender que en tanto nosotros no conozcamos ese lado oculto de sí mismo, estaremos mal relacionados con el prójimo.
Es necesario aprender a relacionarnos mejor consigo mismos, para podernos relacionar mejor con los demás. ¿Cómo podríamos relacionarnos bien con el prójimo, cuando ni siquiera nos hemos relacionados bien consigo mismos?
No solamente debemos pensar en la Luna esta física, repito, sino en la Luna Psicológica que interiormente cargamos, que es la más monstruosa. Hay en nosotros Yoes de una monstruosidad terrible, están en el lado oculto que no vemos.
Todas esas visiones que el Dante describiera en su “Divina Comedia”, con garras y aletas horribles, dientes y pezuñas, monstruosidades y monstruos, existen en el lado oculto de nosotros mismos, en ese lado que no vemos…
Mas en el trabajo sobre sí mismos, hay pasos muy difíciles: Sucede que cuando trabajamos sobre sí mismos, cambiamos, obviamente. Al cambiar, somos mal interpretados por nuestros semejantes.
Sucede que nuestros semejantes no quieren cambiar, ellos viven embotellados en el Tiempo, son el resultado de muchos ayeres, y si nosotros cambiamos, ellos gritan y protestan, y nos juzgan equivocadamente. Todo esto debe saberlo el estudiante gnóstico…
En el mundo se han escritos muchos CÓDIGOS DE MORAL, más, ¿qué cosa es la moral? ¿Serviría acaso para la disolución del Yo? ¿Podrá iluminarnos ese lado oculto de sí mismo, ese lado que no se ve? ¿Podrá conducirnos a la Santificación, o qué? ¡Nada de eso! La moral es hija de las costumbres, del lugar y de la época. Lo que en un lugar es moral, en otro lugar es inmoral; lo que en una época fue moral, en otra época dejo de serlo. Así pues, que, ¿en qué quedamos? ¿En qué queda la moral?…
En la China antigua, matar a su padre era justo, cuando ya éste estaba demasiado anciano e incapaz de bastarse a sí mismo. Aquí ¿qué diríamos nosotros de un hombre mata a su padre? ¡Parricida!, ¿verdad?
Así pues, la moral es esclava del lugar, de las costumbres y de la época (repito); entonces, ¿de qué sirven los códigos de moral que en el mundo se han escrito? ¿De que sirve tan brillantes códigos? ¿Podrían ellos disolver el Yo? ¿Podrían iluminar la cara oculta de nuestra Luna Psicológica? ¡Nada de eso, no sirven!
En el camino éste de la disolución del Yo, a simple vista pareceríamos inmorales. ¿Qué clase de moral necesitamos entonces seguir? ¿Cuál? Si no sirven los códigos, ¿entonces qué? Hay un tipo de ÉTICA que ustedes no lo conocen (algunos lo conocen en los Himalayas); Me refiero a ese tipo de CONDUCTA RECTA de la Naturaleza, a esa Ética que los Tibetanos un día condensaron en “LOS PARAMITAS” (lástima que “Los Paramitas” no estuvieran traducidos, pues, al lenguaje occidental; los he buscado, no los he hallado) Es el tipo de Ética Real, pero, ¿quién la entiende? Tal vez ustedes la entiendan, tal vez no…
Si ustedes cambian, puede sucede que la gente se vuelva contra ustedes. Si alguien de ustedes cambia, puede suceder que todos los hermanos que aquí están, lo estén calificando entonces mal, lo estemos señalando como inmoral, malvado, “vea lo que ha hecho, o está haciendo”…, es decir, surge la censura.
Y es que las gentes quieren que el Iniciado permanezca embotellado en el pasado. De ninguna manera quieren que el Iniciado surja a lo nuevo, que cambie. Cuando el Iniciado cambia, es mal interpretado, juzgado equivocadamente.
Así que el EGO ES TIEMPO, y el Ego ajeno no puede tolerar que alguien se salga del Tiempo; no lo perdona, de ninguna manera…
A mí me corrieron de mi propia casa paterna, porque resolví cambiar. Me tenían demasiado atormentado con su “mochismo”: la férula de los profesores llovía sobre mí, incesantemente, los jalones de orejas, los golpes en la cabeza, porque no dominaba aquellas materias que para ellos eran muy fundamentales, cosas allá de los Egos, pero que para ellos son básicas, y que se enorgullecen de tener esas cosas adentro…
Me corrieron… Me corrieron de mi propia casa paterna, me corrieron de la escuela y me corrieron de todas partes. Conclusión: Yo era una calamidad, sencillamente porque estaba cambiando, porque no quería seguir metido en el Tiempo, entonces, se me endilgaban toda clases de barbaridades: Se me condenaba como “hereje”, “malvado”, y hasta se me perseguía para darme muerte: “¡El enemigo número uno de la Religión ortodoxa!”… Conclusión: Me coloqué como dice el dicho por ahí, “fuera de onda”. No podían perdonarme que me saliera, pues, del “Jacal”, y no me lo perdonaron…
Aquí mismos estamos todos reunidos; si uno de ustedes cambia, puede estar seguro de que todos los demás le criticarán (y estamos aquí, en pleno Lumisial). Queremos que todo marche…, queremos que hasta el mismo Maestro camine de acuerdo con ciertas normas preestablecidas en el tiempo.
Yo les aseguro que ustedes no mirarían con agrado que yo me saliera de esas normas. Ustedes tiene sus normas, y si yo me salgo de esas normas, ¿entonces qué? Ya no mirarían con agrado eso; posiblemente dirían: “Qué raro que está el Maestro; pero vean lo que está haciendo, y es un Maestro… ¡Imposible, eso no es un Maestro!”…
¿Por qué? Porque me les salí del “Jacal”, porque no quise seguir metido en sus normas, porque no quise continuar embotellado en el Tiempo, porque no quise seguir encerrado en sus códigos de moral; porque aunque parezca increíble, cada uno de ustedes sigue determinado códigos de moral: Algunos de ustedes seguirán los Diez Mandamientos que ya están estipulados, y de ahí no se salen ni a cañonazos; otros de ustedes siguen normas más o menos preestablecidas por sus familiares en el tiempo; otros de ustedes siguen determinadas reglas de conducta que aprendieron pues en distintas Escuelas de tipo Pseudo-Esotérico o Pseudo-Ocultista, o que oyeron de sus preceptores religiosos…
Cuando alguien se sale, cuando alguien no se comporta de acuerdo con esas normas que ustedes tienen establecidas en sus mentes, ese alguien para ustedes es un indigno, un infame, un malvado… ¡Vean ustedes cuán difícil es llegar uno a la AUTORREALIZACIÓN ÍNTIMA DEL SER! A medida que uno se autoobserva psicológicamente, va eliminando, precisamente, esa cara oculta que no ve. Va conociendo que en su interior hay factores que ignoraba, crímenes que ni remotamente sospecha…
Conforme disuelve tales factores, se originan cambios psicológicos, que obviamente se reflejan sobre sus semejantes. Esos cambios son mal interpretados por el prójimo. De ninguna manera el prójimo puede aceptar que alguien no se comporte de acuerdo con las normas establecidas, de acuerdo con los códigos ya escritos, de acuerdo con los principios sustentados…
Resulta que en el trabajo, muchas veces tenemos que volvernos “inmorales”. Cuando hablo de “inmorales” hay que saber entender esto (ponerlo entre comillas y subrayarlo), me estoy refiriendo, no estoy citando esta palabra en la forma que ustedes la están entendiendo, en la forma negativa; quiero únicamente aclarar; cito, esta palabra, en el sentido edificante o dignificante, en el sentido positivo, constructivo; en el sentido de que hay necesidad de evitar los códigos caducos, de cierta moralidad sin basamento sólido.
(Tengo que llamar la atención a Aladino, porque ha llegado ya al final de la clase, y eso no está correcto. Has hecho un escándalo. Hay que llegar siempre puntuales, a la hora que empezamos: Empezamos a las nueve de la noche; a esa hora)…
Bueno, mis queridos hermanos, llegamos, pues, a la conclusión de que la VÍA suele ser difícil.
En ese Camino angosto, estrecho, de lado y lado, hay horrendos precipicios, subidas maravillosas, bajadas horribles…
Del Camino suelen salir muchos “caminitos”: Algunos lo conduce a uno al dominio de determinada zonas del Universo, es decir, le convierten de hecho en un Deiduso o Cosmocrator (para hablar esta vez en el sentido Indostánico); otros le llevan a determinados Paraísos; aquellos nos traen de regreso a los sufrimientos de la tierra, mas otros al Abismo y a la Muerte Segunda. Hay sendas que se escapan del Camino Central con apariencias maravillosas de Santidad, pero que conducen al Abismo y a la Muerte Segunda; es difícil no perderse; lo normal es que se pierdan; muchas veces por atenerse uno a un código de moral establecido, se pierde, cae en el abismo de perdición…
¿Entonces qué, cómo hacer? AUTOOBSERVARSE PSICOLÓGICAMENTE EN FORMA INCESANTE, y antes de censurar a otros, censurarse a sí mismo; y antes de ser violentos con otros, AUTOEXPLORARSE, para conocer su propia violencia, su violencia íntima, que la carga, aunque la rechacé, aunque piense que no la carga.
Si la gente viviera en una forma más consciente, todo sería diferente; desgraciadamente, nosotros (como les he repetido tanto esta noche), nos hemos forjado muchos retratos, sobre sí mismos, porque solamente vivimos en una pequeña parte de sí mismos; cuando proyectamos nuestra Conciencia sobre esa parte que no se ve, los retratos aquellos dejan de ser alimentados y se vuelven polvareda cósmica…
¡Nos toca, necesitamos cambiar!… ¡Qué pequeños y deformes retratos nos hemos forjado de sí mismo, qué mezquinos; y cuán lejos están esos retratos de lo que realmente somos, desgraciadamente!…
(Estaba pensando aquí en voz alta, y ustedes están formando parte de mis propias reflexiones)…
¡Cuán mezquinos somos, y sin embargo, ni remotamente sospechamos que somos mezquinos, y que en el lado oculto de sí mismos, cargamos la mezquindad!
A veces pensamos: “Si este grupo, o estos grupos Esotéricos Gnósticos caminaran mejor, seríamos más felices”… (Parece que como que nosotros reclamamos un mundo ideal para trabajar); que si nos fuéramos a las montañas, si nos fuéramos a los valles más profundos, creeríamos que así caminaríamos mejor. Mas, ¿de qué sirve encerrarnos en una cueva, cuando dentro de sí mismo cargamos todos los factores que producen envidia, odio, lujuria, etc., etc., etc.?…
Los aquí presentes no son una mansas ovejas (o “no somos”, decía Tío Lucas), porque perfecto solamente hay uno, y es el Padre. Nosotros no somos perfectos, eso es obvio.
Aquí, veo a muchos hermanos reunidos (bueno, estoy exagerando la palabra “muchos”. Un pequeño grupo de hermanos reunidos)… ¿Están seguro los aquí presentes de constituir, precisamente, un núcleo de fraternidad, de amor y de belleza? ¿Nunca, nadie de los aquí presente a criticado a nadie? ¿Y cuando están en plena asamblea, se han tratado siempre con un amor nunca visto? ¿Jamás, han disputado entre sí? Cada uno, ¿cómo ve a cada uno? Creo que no se ven muy bien…
Actualmente, aquí están todos reunidos como santitos, si, así es. Pero en el fondo de ustedes saben que hay envidias, disputas, odios, críticas mal sanas, etc., etc., etc. Lo saben sí; sin embargo, cada cual ve los errores en los demás, pero no los ve en sí mismos. A nadie se le ocurre que el error que está viendo en otros, pues, lo carga dentro de sí mismo; eso no se le ocurre. Son pocos los hermanos que saben reflexionar en estas cosas, son pocos los que saben…
¿Por qué quisiéramos nosotros algo ideal, un grupo ideal, donde nadie se odiara, donde todos fueran hermanos, donde todos se dedicaran únicamente al Saber y al Amor. ¿Por qué? ¿Hay razón para desear eso? En verdad, que no la hay.
El grupo éste, de Tercera Cámara, viene a simbolizar o a representar, precisamente a la vida, allá, a la vida que está fuera de esta Cámara.
Ustedes saben que la vida, el tren de vida, la humanidad en su conjunto, está llena de terribles defectos. Ustedes saben que esa multitud amorfa, que abunda por ahí, está llena de ira, de codicia, de lujuria, de envidia, de orgullo, de Pereza, de gula, etc., etc., etc. No es ideal, ¿verdad? ¡No, no lo es!
Entonces este pequeño grupo ¿por qué queremos que sea ideal? Este pequeño grupo representa a esa humanidad, a ese montón, a esos millones de personas que hay en el mundo. Aquí está este pequeño grupo, con esos mismos errores que tienen las multitudes.
Entonces, en este pequeño hay una “escuela” maravillosa, hay un “gimnasio” formidable, así con sus defectos, así como están. Esto es un GIMNASIO PSICOLÓGICO magnífico…
¿Qué el hermano tal dijo algo del hermano tal?… Bueno, el que dijo, en lugar de decirlo debe investigarse a sí mismo; mirar esa parte oculta de sí mismo, esa parte que no se ve, a ver porque lo dijo, o por qué censuró al prójimo…
¿Que la hermanita tal dijo algo de la otra hermanita zutana?.. Bueno, en lugar de estar criticando esa hermanita a la otra hermanita, autoexplórese, para ver esa parte de la “Luna” que no se ve, y a buen seguro que el error que está viendo en la otra hermanita, lo carga en la parte oculta de sí misma, en la parte que no se ve…
Si nosotros sabemos aprovechar, precisamente, los propios defectos psicológicos de nuestros hermanos; si en vez de estarlos criticando, los aprovechamos para el autodescubrimiento de sí mismos, pues, tendremos, entonces, que este pequeño grupo es una “escuela” maravillosa, extraordinaria.
Aquí está representada toda la humanidad; en este pequeño grupo hay un “gimnasio” precioso, necesario para el autodescubrimiento; lo que hay es que aprovecharlo.
Si este pequeño grupo fuera de “Perfectos”, entonces no habría necesidad de que existiera este grupo, ¿para qué? Si todos llegaron a la Perfección, ¿para que formar este grupo? Este grupo existe porque no somos Perfectos, por eso existe; si fuéramos Perfectos, este grupo no existiría.
Los errores de nosotros, los errores de todos los hermanos, sumados entre sí, son los errores de la humanidad. Aquí está tipificada, ejemplarizada; esto es una muestra de lo que es la humanidad; pues, aprovechemos esta muestra, aprovechemos esta “escuela”, y en vez de censurar a nuestros hermanos, censurémonos así mismos; el error que en otro hermano veamos, éste debe servirnos de ilustración para la Conciencia; nos permitirá saber que nosotros cargamos ese error en la parte oculta que no se ve…
¡Vean ustedes cuán útil es una ESCUELA ESOTÉRICA, una ESCUELA DE REGENERACIÓN! Ésta es una Escuela de Regeneración; mas somos tontos cuando dejamos la “escuela”, cuando nos vamos “de pinta” buscando una humanidad ideal ¿Dónde la van a encontrar? ¿En qué parte del Cosmos? Imposible, ¿verdad?
Hay una HUMANIDAD DIVINA, sí, pero no es la humanidad corriente, no; me refiero, en forma enfática, al CÍRCULO CONSCIENTE DE LA HUMANIDAD SOLAR, a ese círculo que opera sobre los CENTROS SUPERIORES DEL SER.
Ésa es la única Humanidad que yo diría “ideal”. Pues, ¿cómo vamos a llamar “ideal” al hijo del vecino? ¿Cómo aún, vamos a llamar “ideal” a Pedro, Juan, Diego, Chucho, Jacinto o José. Sin embargo, todos somos necesarios.
Los errores del vecino pueden servir muy bien para nosotros; podemos utilizarlos como indicación: Si yo descubro que el hermano fulano de tal, está lleno de envidia. Pues debo ser un poquito reflexivo… ¿Por qué estoy censurando la envidia del hermano fulano de tal? El hecho de que esté censurando la envidia del hermano fulano de tal, indica que yo la tengo en las profundidades de mi Conciencia, en esa parte que no se ve…
Ahora bien, hay que saber quién es el que censura, quién es el “censurador”, cuál es el Yo de la Crítica. Vale la pena que le hagamos la “autopsia”, que lo reduzcamos a polvareda cósmica…
Hasta aquí esta platica, mis queridos hermanos. Ahora si ustedes quieren preguntar. Pueden hacerlo con entera libertad. ¡Habla M.!..
– Estudiante. Maestro, respecto a lo que hablo ayer de los personajes gorgónicos, ¿nos quiere usted aclarar?
– Maestro. ¿Cómo? ¡Explícalo!
– Estudiante. A las Gorgonas…
– Maestro. Las Gorgonas… ¿Qué quieres saber de las Gorgonas? No habló acaso sobre ellas Virgilio, el poeta de Mantua, en la “Eneida”. No habló acaso de las Gorgonas, el Dante Alighieri en la “Divina Comedia”. ¿Qué quieres saber tu sobre las Gorgonas?…
– Estudiante. ¿Qué son lo que son en sí mismas?
– Maestro. ¿Cómo?
– Estudiante. ¿Qué son lo que son en sí mismas?
– Maestro. Las Gorgonas, con su venenos gorgónicos, no son otra cosa sino las TRES FURIAS que nos hablara Virgilio en su “Eneida”. Allí están, sí, no lo niego (las Tres Furias, las Tres Gorgonas), allí están, terribles…
En el Esoterismo Crístico podríamos llamarlas, a la primera “JUDAS”, el DEMONIO DEL DESEO; a la segunda podríamos llamarla “PILATOS”, el DEMONIO DE LA MENTE, y a la tercera podríamos llamarla “CAIFÁS”, el DEMONIO DE LA MALA VOLUNTAD…
¿Qué las decapitó quién, PERSEO con su Espada Flamígera? ¿Quién lo hizo? Ahora, lo que importa es que cada uno de nosotros decapite a las Tres Gorgonas que lleva dentro; ellas pertenecen, precisamente, a ese lado oculto de sí mismo, a ese lado que no se ve… ¿Hay alguna otra pregunta, hermanos?…
– Estudiante. Cuando usted mencionaba eso del “código de moral”, se me ocurre que puede existir el peligro de que convirtamos la Gnosis, a las Enseñanzas Gnósticas, en un código de moral. Si no comprendemos la Enseñanza, si no vivimos de acuerdo a la enseñanza, puede existir ese peligro, ¿no es cierto?
– Maestro. ¡Así es! Y veo una marcadísima tendencia en todos los hermanos del Movimiento Gnóstico, a escribir códigos morales; todos tienen al tendencia a que esos códigos sean respetados, todos quieren establecer códigos morales en el Movimiento, a fin de que los hermanos se ajusten a esos códigos.
A la larga, esos códigos resultan absurdos, rancios, torpes; se convierten, dijéramos, en botellas, entre las cuales queda la Mente embotellada; entonces viene el fracaso en el trabajo de la eliminación del Ego…
Sucede que, en este trabajo, hay que hacer cosas que parecerían “inmorales”; tiene uno que salirse a veces de ciertas normas, a las cuales todos ustedes están sujetos; sucede que cuando uno cree que va muy bien, va muy mal; y a veces, cuando los demás piensan que uno va mal internamente, es cuando mejor va…
El Camino es así: “Hay mucha virtud en los malvados y hay mucha maldad en los virtuosos”…
Hay peligros tremendos: Cualquiera puede meterse por un callejón que cree es el correcto, y se aparta del Real Camino y lo lleva al fracaso.
Así pues, ¿de qué sirven los códigos morales? ¿De qué sirve la moral convencional de las gentes? Lo mejor es que nosotros marchemos con los Principios de la Sabiduría, que debemos encontrar dentro de nosotros mismos, aquí y ahora… ¿Alguna otra pregunta?…
– Estudiante. Maestro, ¿tampoco tener los Mandamientos?
– Maestro. Pues, cada cual debe seguir, o no, tales o cuales Mandamientos… Las gentes tienen tantas cosas, han inventado tantos dogmas a través de los siglos que, realmente, si uno se pronunciara contra todas esas normas, a lo único que se expondría sería a ser apedreado en la plaza pública.
En esto lo que sirve es el DISCERNIMIENTO, la AUTOEXPLORACIÓN de sí mismo, la AUTOOBSERVACIÓN Psicológica; conforme uno se vaya autoobservando, va viendo lo que tiene, y va procediendo de acuerdo con lo que necesita, con lo que debe ser, con lo urgente.
De nada sirve que estemos siguiendo códigos de moral convencional; más sirve, la Autoobservación de sí mismos. Eso es lo que debe orientarnos… Y vernos, y vernos y seguirnos viendo, y proyectar la Conciencia, una y otra vez sobre ese lado oculto de sí mismos, sobre ese lado oculto que no se ve; eso es lo que sirve. Lo demás, lo que digan los códices… …A ver A…
– Estudiante. Venerable Maestro, nosotros que somos Instructores y que tenemos que apoyar la Sabiduría Gnóstica, por ejemplo, a veces, utilizamos la Biblia, allí está el Sexto Mandamiento, “No Fornicar”; Noveno, “No Adulterar”, etc., que se conocen como la “Ley de Moisés”, entonces digamos, si no nos apoyáramos allí, ¿con qué apoyaríamos sus obras? Nosotros estamos de acuerdo que los códigos hay que apartarlos, pero esos Mandamientos, por ejemplo, en apoyo a nuestros objetivos, ¿es plausible?
– Maestro. ¡De nada sirven todos esos dogmas! Lo único que le sirve a uno en la vida es autoobservarse psicológicamente. Bien sabemos que debemos nosotros transmutar nuestra Energía Creadora, no porque se diga “No Fornicar”, sino, sencillamente, por Autoobservación psicológica.
Uno comprende que si transmuta su Energía Creadora, consigue desarrollar los Fuegos Espinales, consigue crear los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, consigue transformarse y convertirse en un Logos. Es cuestión de Conocimiento Maduro Directo, es cuestión de Observación propia, etc.
Sobre el adulterio: ¡Es repugnante, quién no lo dicho! Realmente el adulterio es horrible.
Pero, ¿qué es lo que se debe entender por “adulterio”? No solamente existe el adulterio sexual, hay otra clase de adulterios: Hay gentes que no adulteran sexualmente pero sí adulteran Doctrinas; hay gentes que adultera la leche, le echa agua para dañar los estómagos de los niños; hay gentes que adultera los frutos de la tierra (todos esos que hacen injertos vegetales son adúlteros; están adulterando los frutos de la tierra), etc.
Hay cosas en el camino ése, de la Ética que sorprenden: No todos los casos que se han visto de hombres que se van con otras mujeres o de mujeres que se van con otros hombres es adulterio.
Hay casos de Ley, casos del Karma, que la gente no sabe. Porque la gente no sabe ni lo que es bueno ni lo que es malo; no entienden esas cosas… ¿Qué va a saber el dormido? ¿Qué puede saber el dormido sobre lo que bueno y lo que es malo?
No quiero decir que sea recomendable que el esposo traicione a la esposa, porque eso es absurdo, es adulterio; ni quiero decir que sea recomendable que una esposa traicione al esposo, porque eso es un crimen, eso es adulterio. Pero no todos los casos son adulterio, hay casos Kármicos tanto como para el uno como para el otro.
Mas, con esto que digo, podría suceder que las gentes inmaduras dijesen bueno: “Yo me voy con aquella y dejo a mi esposa porque es correcto, es cuestión del Karma”… Siempre existe la tendencia, pues, a agarrar la Sabiduría y acomodársela a su modo, cada cual quiere acomodarse la Doctrina a su modo para justificar sus delitos.
Son pocos los que saben ser imparciales; siempre son parciales por naturaleza, por instinto.
De la parcialidad, lo único que resulta es el error; de la parcialidad resulta la falta de consideración para con el prójimo. Cuando uno es parcial, no sabe, dijéramos, relacionarse con los demás, critica los errores de otro, pero no se le ocurre pensar que ese error la carga adentro, en la parte aquella de sí mismo, esa parte que no se ve.
Hay que ser un poquito más maduros: Salirnos de tantos códigos y de tantas morales; volvernos revolucionarios, marchar por el camino de la Rebeldía Psicológica.
La mejor Ética es la de aprenderse ver a sí mismo. Cuando uno se ve a sí mismo, sabe qué le falta y qué le sobra, hace un inventario correcto.
Pero cuando uno no se autoobserva, sino que se deja guiar por los códigos rancios de moral torpe, no sabe ni qué le falta, ni sabe que le sobra; cree tener lo que no tiene, y lo que no cree tener, eso tiene…
Pero la Autoobservación psicológica es maravillosa, porque le permite a uno saber, qué le falta y qué le sobra.
Necesitamos iluminar más el fondo desconocido de sí mismos, porque, como les dije, hasta hora vivimos en una pequeña fracción de sí mismos, en una pequeña parte de sí mismos, en un retrato de sí mismos. No hemos aprendido, pues, a vernos verdaderamente, tal cual somos… Necesitamos aprender a vernos mejor, ¿no?, a autoobservarnos…
– Estudiante. Maestro, pero yo no me refería a esos Mandamientos, sino a los Mandamientos que tiene la Gnosis, por que yo los desconozco, es decir, como los Mandamientos que tiene, según el Catecismo Católico, la Santa Madre Iglesia, que son: el primero, asistir a misa los domingos y fiestas de guardar; el segundo, comulgar (como lo manda la S.M.I); el tercero, ayunar (cuando lo manda también la S.M.I); el cuarto, comulgar por Pascua Florida; el quinto, pagar diezmos y primicias a la S.M.I. y así… Yo pensaba que aquí también había algunos Mandamientos por el estilo, los cuales los desconozco o no los sé. A eso me refería yo.
– Maestro. Pues, pueden existir algunos Mandamientos en la Gnosis; mas podría suceder también, que si esos Mandamientos no son debidamente comprendidos se convirtieran en normas frías y fijas, dentro de las cuales quedara embotellada la Mente, entonces vendría el estancamiento. Hay que salirse de todo clase de Mandamientos y aprender a vernos así mismos, tal cual somos.
Sólo por ese camino podemos marchar, de verdad, hacia la Liberación Final. Se necesita tener buen Juicio, buen sentido de Discernimiento, y no olvidar jamás, la Autoobservación psicológica; aprender siempre a autoobservarnos; eso es lo mejor. ¿Alguna otra pregunta, hermanos?…
Habla hermano…
– Estudiante. Maestro, es que cuando uno no comprende una cosa, entonces la convierte en un código de su propia insuficiencia para comprender. Aquí nos puede ilustrar el caso de los Evangelios, ¿no? Cuando los Judíos, en los Evangelios, criticaban a Jesús, porque el curaba en Sábado, ¿no? Y si curaba los Sábados, y la Ley decía que los Sábados había que descansar, entonces lo criticaban y decía que estaba haciendo mal. Ellos lo vivían de acuerdo a la Ley, pero no la comprendían…
– Maestro. ¡Así es: Vivían de acuerdo a la Ley pero no la comprendían! Hacia cosas Jesús que parecerían “inmorales”: ¡Curar en día Sábado, cuando en día Sábado le estaba prohibido! Pero a él no le interesaban los códigos, al Gran Maestro le interesaba el AMOR; curar al enfermo el Sábado, el Lunes o el día que fuera, ¡pero curar!
Porque absurdo o injusto es que, pudiendo curarse a un enfermo, no se le cure. Eso hubiera sido más punible.
Desgraciadamente, las gentes no saben ver el camino como se debe ver. Las gentes quieren que el Iniciado marche de acuerdo con las normas establecidas. Si alguien viola las normas, ese alguien es mal calificado; así son las gentes… Por tal motivo, las gentes, permanecen petrificadas en el tiempo…
SAMAEL AUN WEOR