Hay que aprender a escuchar. Para aprender a escuchar hay que despertar la conciencia.
Para saber escuchar hay que saber estar presente. El que escucha, siempre se escapa por el país y la ciudad psicológicos.
La personalidad humana no sabe escuchar, como tampoco el cuerpo físico, porque es su vehículo.
La gente está llena de sí misma, de sus orgullos, de sus facultades, de sus teorías.
No hay un rinconcito o lugar vacío para el conocimiento, para la palabra. Nosotros debemos tener la escudilla hacia arriba, como el Buddha, para recibir la palabra crística.
Escuchar psicológicamente es muy difícil. Hay que aprender a estar atento para saber escuchar. Hay que volverse más receptivo para la palabra.
La gente no recuerda sus existencias anteriores porque no está en su casa psicológica, porque está fuera de ella.
Hay que recordarse a sí mismo. Hay que relajar el cuerpo cuantas veces podamos durante el día.
Por olvido del Ser, la gente comete muchos errores. Grandes cosas le suceden a uno, cuando nos recordamos a nosotros mismos.
Consultar es necesario, pero lo importante es saber escuchar. Para saber escuchar hay que tener los centros emocional, motor e intelectual en suprema atención.
La falsa educación le impide a-uno escuchar. La falsa educación daña los cinco centros de la máquina humana intelectual, motor, emocional, instintivo y sexual-.
Hay que escuchar con la mente espontánea, libre de supuestos mentales, teorías y preconceptos. Hay que abrirse a lo nuevo con la mente integral, con la mente no dividida por el batallar de las antítesis.