EL SECRETO DEL ABISMO

Excluyendo de mi mente toda posible farfulla, sin jactancia alguna, humildemente, confieso francamente y sin ambages, que después de haber subido por las cinco gradas de las Ígneas Iniciaciones, me fue urgente el desarrollo en la Luz con los Ocho Grados de la Iniciación Venusta.

Trabajar en la “Fragua Encendida del Vulcano” (El Sexo), resulta inaplazable cuando de verdad se quiere el completo despertar de la primera serpiente de luz.

Escrito está con palabras de oro en el libro de todos los esplendores, lo siguiente: “EL KUNDALINI se desarrolla, revoluciona y asciende, dentro del Aura maravillosa del MAHACHOHÁN”.

Incuestionablemente primero trabajamos con el fuego y luego con la luz; jamás debemos confundir a las sierpes del Fuego con las víboras de la Luz…

El ascenso extraordinario de la primera serpiente de luz hacia adentro y hacia arriba a lo largo del Canal Medular Espinal del Cuerpo físico, me permitió conocer el secreto del abismo.

El fundamento de tal secreto se encuentra en la Ley de la Caída, tal como fue formulada por San Venoma.

He aquí la formulación que el citado Maestro dio a esta ley cósmica por él descubierta:

“Todas las cosas que existen en el mundo caen hacia el fondo. Y el fondo, para cualquier parte del Universo, es su estabilidad más próxima, y dicha estabilidad es el lugar o punto sobre la cual convergen todas las líneas de fuerza provenientes de todas direcciones”.

“Los centros de todos los soles y de todos los planetas de nuestro universo son precisamente esos puntos de estabilidad. No son sino los puntos inferiores de aquellas regiones del espacio, hacia las cuales tienden definitivamente las fuerzas provenientes de todas las direcciones de aquella parte dada del universo. También se concentra en estos puntos el equilibrio que permite a los soles y planetas mantener su posición”.

“El Tigre del Turquestán49“, comentando, dice:

“Al enunciar su principio, San Venoma dijo además que al caer las cosas en el espacio, dondequiera que ello fuese, tendían a caer hacia uno u otro sol, o hacia uno u otro planeta, según a qué sol o planeta perteneciera aquella parte dada del espacio en que caía el objeto, constituyendo cada sol o planeta, en esa esfera determinada, la estabilidad o fondo”.

Los anteriores párrafos entre comillas citados, aluden claramente a los dos aspectos, externo e interno, de la Ley de la Gravedad.

Lo exterior es tan sólo la proyección de lo interior. Siempre se repite en forma tridimensional la gravitación secreta de las esferas…

El núcleo central de esta masa planetaria en que vivimos, es, fuera de toda duda, el lugar o punto matemático donde convergen todas las líneas de fuerza provenientes de diversas direcciones.

En el centro de estabilidad planetaria se encuentran y equilibran recíprocamente las fuerzas involutivas y evolutivas de la naturaleza.

Oleadas esenciales inician su evolución en el reino mineral; prosiguen con el estado vegetal; continúan en la escala animal y por último alcanzan el nivel del tipo humanoide intelectivo.

Oleadas de vida descienden luego involucionando de acuerdo con la Ley de la Caída, reviviendo procesos animales, vegetales y minerales, hacia el centro de gravedad terrestre.

Gira la rueda del SAMSARA: por el lado derecho asciende ANUBIS evolucionante y por el izquierdo desciende TIPHÓN involucionante.

La estadía dentro del estado “HUMANOIDE INTELECTIVO” es algo demasiado relativo y circunstancial.

Con mucha justeza se nos ha dicho, que cualquier período “HUMANOIDE” consta siempre de ciento ocho vidas de tipo evolutivo e involutivo que se procesan y repiten siempre, ya en espiras más elevadas, ya en espiras más bajas.

ACLARO: A cada período “HUMANOIDE RACIONAL” se le asignan siempre ciento ocho existencias que guardan estricta concordancia matemática con el mismo número de cuentas que forman el collar del BUDDHA.

Después de cada época “HUMANOIDE”, de acuerdo con las leyes del tiempo, espacio y movimiento, gira inevitablemente la rueda del Arcano Diez del TAROT; entonces resulta palmario y manifiesto que las oleadas de vida Involucionante descienden en el reino mineral sumergido hacia el centro de estabilidad planetaria, para re-ascender Evolutivamente un poco más tarde.

Cualquier nuevo re-ascenso evolutivo desde el centro de gravedad terrestre, exige previa desintegración del “MÍ MISMO”. Esta es la Muerte Segunda.

Como quiera que la esencia está embotellada entre el EGO, la disolución de este último se hace indispensable a fin de que aquella se libere.

En el centro de estabilidad planetaria se restaura la prístina pureza original de toda esencia.

Tres mil veces gira la rueda del SAMSARA. Comprender esto, captar su honda significación es indispensable e inaplazable si es que realmente anhelamos la liberación final.

Continuando con el presente capítulo es necesario llamar la atención del lector, con el propósito de aseverar lo siguiente: concluidos los tres mil períodos de la gran rueda, cualquier tipo de AUTOREALIZACIÓN ÍNTIMA resulta imposible.

En otras palabras, es necesario afirmar el hecho ineludible, de que a toda Mónada se le asignan matemáticamente tres mil períodos para su AUTO-REALIZACIÓN interior profunda. Es indubitable que después de la última vuelta de la rueda las puertas se cierran.

Cuando esto último sucede, entonces la Mónada, la Chispa Inmortal, nuestro Real Ser, recoge su Esencia y sus principios para absorberse definitivamente entre el seno del Espíritu Universal de Vida. (El supremo PARABRAHMAN50).

Escrito está con misteriosos caracteres de fuego en el testamento de la Sabiduría Antigua, el hecho concreto, claro y definitivo, de que muy pocas son las Mónadas Divinales o Chispas Virginales que realmente quieren la Maestría.

Cuando una Mónada cualquiera anhela ciertamente la Maestría, es incuestionable que la consigue trabajando intensivamente a su Esencia.

Toda Esencia íntimamente trabajada desde adentro por su Mónada divina, es muy fácil reconocerla en el mundo de las formas densas. Ese es el caso concreto de cualquier persona con grandes inquietudes espirituales.

Ostensiblemente, tal tipo específico de inquietudes místicas, jamás podría existir en personas cuyas esencia no hubiere sido trabajada desde adentro por su correspondiente Mónada Divinal.

Alguna vez, hallándome de vacaciones en el Puerto de Acapulco en las Costas del Pacífico, México, hube de entrar en el estado Yoguico de NIRVI-KALPA-SHAMADHÍ.

Quise entonces saber algo sobre esas Mónadas que, después de haber pasado por las tres mil vueltas de la rueda del Samsara, habían perdido ya toda oportunidad cósmica.

Lo que vi en aquella ocasión, lejos del cuerpo, de los afectos y de la mente, fue realmente extraordinario…

Completamente sumergido dentro de la “corriente del sonido”, entre el océano resplandeciente e inmaculado del Supremo Parabrahman-Atman51, me metí por las puertas de un templo inefable…

No fue necesario interrogar, escudriñar e investigar; en toda la presencia de mi Ser, pude vivenciar la tremenda realidad de tales Mónadas sublimes; ellas están más allá del bien y del mal.

Pequeñísimas criaturas inocentes, destellos de la Divinidad sin AUTO-REALIZACIÓN, seres felices pero sin Maestría.

Flotaban deliciosamente aquellas nobles criaturas entre la blancura inmaculada del Gran Océano; entraban al templo o salían; oraban y se prosternaban ante los BUDDHAS, ante los Dioses Santos, antes los Mahatmas.

Incuestionablemente, tales Mónadas Divinas ven a los Maestros en la misma forma en que las hormigas ven a los hombres.

Los AGNISVATAS, los BUDDHAS de compasión, los Hierofantes, son para tal tipo de Mónadas sin Maestría, algo que no se puede entender, seres extraños, enigmáticos, terriblemente Divinos…

En los SANCTAS o iglesias de la vida libre en su movimiento, las citadas Mónadas obedecen a los Dioses Santos y les sirven con infinita humildad.

El gozo de aquellas Mónadas es muy bien merecido, pues la esencia de cada una de ellas conoció los horrores del abismo y giró tres mil veces en la rueda del SAMSARA.

Cada una de las tres mil vueltas cíclicas de la Rueda del Samsara, incluye múltiples procesos “Evolutivos” a través de los Reinos Mineral, Vegetal, Animal y Humanoide.

Cada una de las tres mil vueltas fatales de la re-dicha Rueda, significa de hecho pavorosas involuciones descendentes hacia el centro de estabilidad planetaria, bajando lentamente por los escalones Humanoide, Animal, Vegetal y mineral.

Especificando datos concretos enfatizaremos lo siguiente:

Tres mil ascensos desde el Centro de Gravedad Planetaria.

Tres mil descensos hacia el Centro de Gravedad Planetaria.

Tres mil subidas desde la dura piedra hasta el Animal Racional. Tres mil bajadas desde el Homúnculo Racional, hasta la piedra.

Tres mil veces fracasados y repetidos los ciclos de ciento ocho vidas humanas.

Incuestionablemente, aquellas Mónadas Divinales excluidas radicalmente de la Maestría, ya por intencional rechazo o simplemente por haber fracasado en sus esfuerzos por lograrla, sufrieron lo indecible en el Valle doloroso del Samsara y en la Infernal Morada de Plutón (el Reino Mineral Sumergido).

Este ultimo dato demuestra la infinita Misericordia Divina y da sentido al estado de felicidad elemental que tales Mónadas poseen entre el seno del Espíritu Universal de Vida.

Samael Aun Weor

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