Indubitablemente, resulta urgente repasar mensualmente nuestro cuaderno o libreta de notas con el propósito de verificar por nosotros mismos el progresivo adelanto de la memoria onírica.
Cualquier posibilidad de olvido debe ser eliminada. No debemos continuar con las prácticas subsiguientes en tanto no hayamos logrado la memoria perfecta.
Resultan particularmente interesantes aquellos dramas que parecen salir de otros siglos o que se desarrollan en medios o ambientes que nada tienen que ver con la existencia de vigilia del soñador. Hay que estar en estado de alerta percepción, alerta novedad, y poner muy especial atención al estudio de los detalles que incluyen cuestiones específicas, pláticas, reuniones, templos, actividades inusitadas con otras personas, etc., etc., etc.
Logrado el desarrollo íntegro de la memoria onírica, eliminada ya cualquier posibilidad de olvido, el proceso de simbolización abrirá el camino de la revelación.
A la ciencia básica de la interpretación de los sueños debemos buscarla en la ley de las analogías filosóficas, en la ley de las analogías de los contrarios y en la ley de las correspondencias y de la numerología.
Las imágenes astrales, reflejadas en el espejo mágico de la imaginación, jamás se deben traducir literalmente pues son sólo representaciones simbólicas de las ideas arquetípicas y deben ser utilizadas de la misma manera que un matemático utiliza los símbolos algebráicos. No está demás afirmar que tal género de ideas desciende del mundo del Espíritu puro.
Obviamente, las ideas arquetípicas que descienden del Ser devienen maravillosas informándonos, yo sobre el estado psicológico de tal o cual centro de la máquina, ya sobre asuntos esotéricos muy íntimos, ya sobre posibles éxitos o peligros, etc., envueltas siempre entre el ropaje del simbolismo. Abrir tal o cual símbolo astral, tal o cual escena o figura, con el propósito de extraer la idea esencial, sólo es posible a través de la “meditación del Ser lógica y confrontativa”.
Al llegar a este estado de la disciplina del yoga del sueño, se hace indispensable entrar en el aspecto tántrico de la cuestión.
La sabiduría antigua enseña que Tonantzin (Devi Kundalini), nuestra Divina Madre Cósmica particular (pues cada persona tiene la suya propia), puede adoptar cualquier forma pues es el origen de todas las formas. Por lo tanto, conviene que el gnóstico medite sobre ella antes de quedarse dormido.
El aspirante deberá entrar diariamente en el proceso del sueño repitiendo con mucha fe la siguiente oración: “Tonantzin, Teteoinnan, ¡oh!, mi madre, ven a mí, ven a mí.
Según la ciencia tántrica, se el gnóstico insiste en esta práctica, más tarde o más temprano habrá de surgir como por encanto, de entre las cambiantes y amorfas expresiones de sus sueños, un elemento iniciador.
Hasta tanto no haya identificado íntegramente a ese iniciador, es indispensable continuar registrando sus sueños en la libreta o cuaderno.
El estudio y análisis profundo de cada sueño anotado resulta impostergable en la disciplina esotérica del sueño tántrico.
Incuestionablemente, el gnóstico sincero que llega a este estadio de la disciplina tántrica se encuentra, por tal motivo, listo para dar el paso siguiente, el cual será el tema de nuestro próximo capítulo.
Excelente tema, gracias.