Don Mario Roso de Luna, el insigne escritor Teosófico, comentando la tercera parte del Parsifal Wagneriano escribe textualmente así:
“El tercer acto se desarrolla de nuevo en los dominios del Grial. Es primavera. Una campiña risueña cuyos límites se extienden desde el lindero del bosque hasta las montañas del Grial, muestra entre la arboleda un manantial, y, enfrente de él, apoyada en las rocas, una pobre choza de ermitaño”.
“Es la primera hora del Viernes Santo, Gurnemanz, el ermitaño, envejecido, y sin más ropa que la vieja túnica, que aún conserva, de los caballeros del Grial, sale de la choza y escucha unos hondos gemidos, como de alguien que, en profundo sueño, lucha contra una pesadilla”.
“Dirígese presuroso entonces hacia el zarzal de donde los gemidos partieran y halla a KUNDRY, fría y rígida, oculta no se sabe el tiempo, en los ásperos zarzales del invierno -la triste noche moral del pecador- sin conocer la llegada de la redentora primavera”…
“El anciano arrastra a KUNDRY fuera y empieza a reanimarla con su aliento. Despierta, al fin, lanzando un grito. Viste de penitente. Su tez es más pálida. Del rostro y de los modales ha desaparecido la fiereza huraña”.
“Contempla a Gurnemanz con prolongada mirada, como quien evoca viejos recuerdos; se levanta, y dirigiéndose a la cabaña del eremita se dispone a la faena de servirle, como antaño hiciera con los santos caballeros”.
“Saca, pues, un cántaro y le pone a llenar en la fuente. Luego regresa a la cabaña, en la que se dispone a trabajar, como de costumbre, en obsequio del último sobreviviente del Grial”.
“Entretanto sale del bosque Parsifal con negro atavío y armadura, calada la visera, baja la lanza y la cabeza inclinada bajo el peso de sus encontrados pensamientos”.
“Gurnemanz se le acerca por si necesita ser guiado, Parsifal no responde a las atenciones del asceta; pero éste le recuerda que es Viernes Santo, día cuya santidad no debe ser escarnecida con armas”.
“Parsifal se levanta, arroja sus armas, clava en tierra la lanza y, ante ella, cae de rodillas en extática oración”.
“Gurnemanz le contempla entonces emocionado y asombrado, al par que llama por señas a KUNDRY. En él reconoce al matador del cisne de antaño, pecador que ha venido, cual el hombre, al Santo Recinto por los caminos de la desolación y del desconcierto, cien veces maldito; por parajes sin senda y contiendas sin número”…
“El ermitaño le informa al punto del estado de desdicha en que han caído los caballeros del Grial, todos dispersados o muertos menos él, desde que Amfortas, impotente ya para resistir la maldición de su herida busca la muerte, renunciando a descubrir el sagrado Vaso para que ÉL no siga prolongándole su vida con el Hálito inmortal”.
“Parsifal, ante dolor tamaño, cae desvanecido junto a la fuente. Gurnemanz le sostiene y le hace sentar en el césped y KUNDRY acude con una vasija de agua para rociar el rostro de Parsifal”.
“¡No! dice Gurnemanz -sea la misma fuente sagrada el Vaso-. El YONI que al peregrino restaure”.
“Preveo que está llamado a realizar hoy una obra sublime; a ejercer una misión Divina. Sea pues, limpiado de toda mancha y lavado aquí de las impurezas de su larga peregrinación”.
“Entre ambos conducen a Parsifal hasta el borde de la fuente, mientras KUNDRY le desata las grebas y le baña los pies, al par que el ermitaño le despoja de las viejas vestiduras negras del dolor y de la lucha, dejándole sólo en la blanca túnica del Neófito que es la nueva túnica de la pureza, expurgado ya todo viejo fermento de pecado, que diría San Pablo”.
“KUNDRY, luego, unge los pies del elegido, vertiendo sobre ellos el contenido de un pomito de oro que ocultaba en su seno”.
“Cual nueva Magdalena, le seca con sus propios cabellos, a tiempo que Gurnemanz le unge también la cabeza como a futuro Rey, bautizándole como a Redentor del Grial, y como a sapiente por la compasión”…
“El inefable idilio comúnmente llamado LOS ENCANTOS DEL VIERNES SANTO, resuena entonces triunfal en el espacio, saludando gozoso al Redentor, en medio de la dicha augusta del monte y la floresta, donde todo sonríe al aproximarse el momento supremo de la liberación”…
“Las campanas del Grial vuelven a sonar como antaño llamando a la santa ceremonia”.
“Gurnemanz reviste con su guardada almilla y manto de caballero al nuevo Rey, y con él emprende la subida hacia el castillo, cuyos esplendores, gracias a la sagrada lanza sexual, no tardarán en retornar”.
“El ámbito de la gran Sala del Grial se llena de caballeros y de escuderos que, de un lado, conducen la litera de Amfortas y, de otro, el cadáver de Titurel, que viene a recibir la postrera bendición del Grial”.
“El hijo dolorido, buscando sólo el descanso de la muerte, ha causado inconscientemente la muerte de su padre al estar privado de la inmortal contemplación del Vaso Regenerador”.
“Los caballeros todos exigen a Amfortas que, ¡por última vez, cumpla su cometido!”.
“Amfortas presintiendo ya cerca de sí las dulces tinieblas de la muerte, resiste a tornar a la vida que, el Grial descubierto, habrá de darle, y rasga indignado sus vestiduras pidiendo a gritos la muerte en tremendo paroxismo”…
“Todos se apartan de él sobrecogidos al descubrirse, brotando sangre, la funesta herida”.
“Parsifal, que ha llegado, se desprende del grupo, blande la lanza, y tocando con su punta el costado de Amfortas, la cierra milagrosamente al fin”.
“Alza luego triunfalmente la lanza, todos ante ella se prosternan en éxtasis, mientras que Amfortas, extrayendo del arca la sagrada reliquia, hace que el ambiente entero se empape de la gloria del Grial, y Parsifal, elevado desde aquel momento a la dignidad suprema y bendiciendo desde aquel instante y por siempre con EL a la Santa Asamblea restaurada”…
“Titurel, vuelto un momento a la vida, se incorpora en el féretro a la par que, desde la cúpula la nívea paloma, se cierne cobre la cabeza del nuevo Rey, ¡del sapiente por la compasión!… mientras que estallan más vigorosos que nunca los cantos sagrados, y KUNDRY, la mujer símbolo, cae exánime también redimida al suelo, en medio del universal homenaje que cielos y tierra rinden gloriosos al Héroe que ha vencido a las potestades del mal, logrando la Liberación mediante el esfuerzo y el sacrificio”.
Samael Aun Weor
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