El coito químico subliminal, origina conmociones nerviosas transcendentales y extraordinarias vibraciones aúricas entre los muy diversos componentes de la humana pareja Adam-Eva.
Las divinales radiaciones de tipo sexual han sido calificadas por los mejores tratadistas del esoterismo, como Luz Odica.
Habiendo comenzado ya la ciencia a estudiar la teoría astral del cuerpo humano, conviene para mayor sencillez usar los términos de la tradición antigua.
Aquí el OD es fuera de toda duda, el brillante magnetismo positivo, activo, dirigido por el poder maravilloso de la Voluntad Consciente.
Aquí el OB es el fluido magnético pasivo, gobernado muy sabiamente por la inteligente facultad conocida como Imaginación Creadora.
Aquí el AUR es el agente luminoso diferenciado, el “Genius Lucis” del anfiteatro cósmico.
Una imagen regia que guarda sublime concordancia con el magnetismo sexual de Eros, es la ya conocida del famoso Caduceo de Mercurio ceñida de serpientes; la Víbora Flamígera Solar de la derecha representa el “Od”, la Culebra Lunar y húmeda de la izquierda alegoriza el “Ob”; en el remate magnífico del misterioso caduceo resplandece gloriosamente el Globo de “Aur” o la igualdad a la luz.
Mediante el Coito Metafísico, el Azoe y la Magnesia de los antiguos alquimistas, la Luz Astral polarizada, sufre alteraciones notables.
Tales alteraciones íntimas influyen secretamente sobre las relaciones electro-químicas en las últimas unidades vitales de nuestro organismo para transformar su estructura.
Waldemar dice: “Cuando los químicos nos dicen que la totalidad de los biocatalizadores de un organismo aparece como un sistema ordenado de inferiores factores teleo-causales, que se hallan bajo la legalidad de la vida, o sea al servicio de los superiores objetivos del organismo, no resulta difícil completar que la formación de emociones internas, reflejos o impulsos, depende de los factores radio-causales del Aura”.
“Demos de manera comparativa, dice Waldemar, una ojeada a las relaciones de electrones e Iones de la sustancia viviente, y nos aproximaremos de manera considerable a la comprensión de lo antedicho”.
Es algo palmario y manifiesto el que en el instante maravilloso del jardín de las delicias, en el momento exquisito en que el miembro viril entra profundamente en la vagina de la mujer, se presenta una especie muy singular de inducción eléctrica.
Es indubitable que entonces los factores teleo-causales del aura bajo el impulso eléctrico ofrecen posibilidades sorprendentes…
Cambios psicológicos de fondo pueden surgir en las honduras de la Conciencia si sabemos aprovechar inteligentemente la cósmica oportunidad que se nos brinda…
Se pierde tal oportunidad de maravillas cuando solo nos proponemos gratificar nuestros sentidos…
Desdichado el Sansón de la Kábala que se deja dormir por Dalila, el Hércules de la ciencia que cambia su cetro de poder por el huso de Onfalia, sentirá bien pronto las venganzas de Deyanira, y no le quedará más remedio que la hoguera del Monte Eta para escapar de los devoradores tormentos de la túnica de Neso.
Concupiscencia es abominación; caer como una bestia en el lecho de Procusto equivale a perder la mejor de las oportunidades.
En vez de la incontinencia fatal de la libido sexual mejor es orar; escrito está con palabras de fuego en el Libro de todos los Enigmas que el coito es una forma de la oración.
El patriarca gnóstico San Agustín dijo enfáticamente: “¿Por qué no hemos de crear que los humanos pudieran antes de la caída en pecado dominar los órganos sexuales lo mismo que los restantes miembros del cuerpo, a los cuales sirve el Alma a través del deseo sin molestia ni excitación?”
San Agustín propone la tesis incontrovertible de que solo tras el pecado o tabú se formó el libido (agitación despótica o arbitraria carnal o instinto, potencia sexual incontrolada): “Tras el pecado, la Naturaleza, que antes no se avergonzaba, sintió el libido, se percató y avergonzó de él, porque había perdido la fuerza soberana que originariamente ofrecía a todas las partes del cuerpo”.
El secreto de la felicidad del Dios Intimo de cada criatura consiste en la relación de El consigo mismo…
El propio estado divinal es fuera de toda duda el de la dicha suprema, un deseo y goce sexual que permanecen invariables en Eones, y que proceden de la relación de la Divinidad consigo misma…
En último extremo, los siete cosmos que resplandecen gloriosamente en el espacio infinito, se enlazan sexualmente… ¿Por qué habría de ser una excepción el Microcosmos hombre? El y Ella siempre se adoran… tú lo sabes…
El goce sexual es pues un derecho legítimo del hombre y deviene como ya dijimos de la relación de la divinidad consigo misma.
Con otras palabras enfatizaremos la realidad trascendental diciendo: el goce sexual es terriblemente divino.
San Alberto dice: “que el hombre espiritual debe dirigir el comercio carnal a un objetivo moral, y que una función de la sexualidad basada solo en el placer de los sentidos pertenece a los vicios más infamantes”.
En estos instantes resulta oportuno recordar que aquellos troncos o tablas de la Ley donde Moisés escribiera por mandato de Iod-Heve los preceptos luminosos del decálogo, no son sino una doble lanza de las runas, sobre cuyo significado fálico debemos meditar profundamente…
El Amor es el fiat lux del “Libro de Moisés”, el gran desiderato cósmico sexual, la ley divinal para todos los continentes, mares, mundos y espacios.
El Sahaja Maithuna, la Sexo-Yoga, es el fundamento diamantino y eternal del fiat luminoso y espermático del primer instante.
Es incuestionable que si empuñamos valerosamente la lanza sexual de Eros con el sano propósito de reducir a polvareda cósmica en sucesivo orden a cada uno de los variados elementos subjetivos que llevamos dentro, brota entonces la Luz.
Dentro de cada uno de esos variados y pendencieros Yoes gritones que personifican a nuestros errores de tipo psicológico existe sustancia, Esencia anímica…
Así como el átomo al ser fraccionado libera energía, así también la desintegración total de cualquiera de esos variados Yoes infernales libera Esencia, Luz…
Debemos, pues, fabricar luz, hacer luz…
“¡Luz, más luz!” gritó Goethe con todas las fuerzas de su Alma momentos antes de morir.
Comprensión es básico en Sicología Trascendental mas es obvio que no es todo, necesitamos eliminar.
En Devi Kundalini, la Serpiente Ígnea de nuestros Mágicos Poderes, está la clave.
No es posible eliminar Yoes-Diablos (defectos psicológicos), sin el auxilio de Devi Kundalini, tú lo sabes…
IO, nuestra Madre Cósmica Particular, es ciertamente el desdoblamiento maravilloso de nuestra propia Mónada divina y aunque carece de forma concreta puede, si así lo quiere, asumir humana y maternal figura…
En el momento supremo de la entrega sexual, en pleno coito, meditad y orad para que no caigas en tentación…
En esos instantes de dicha rogad con todas las fuerzas de vuestra Alma, suplicad a vuestra Divina Madre Kundalini, elimine de vuestro interior el Yo diablo, quiero referirme al defecto psicológico que a través de la meditación profunda habéis comprendido en todos los niveles de la mente. Así es como vamos muriendo de instante en instante. Sólo con la muerte adviene lo nuevo.
Samael Aun Weor