EVOLUCIÓN E INVOLUCIÓN

En los antiguos tiempos, Anaxímenes de Mileto el gran sabio, enfatizó la idea de que el número de mundos habitables es infinito.

Entonces insinuó aquel filósofo, que la vida que vibra y palpita sobre la faz de la tierra, se originó en limo o fango oceánico y que luego, poco a poco, con el devenir de los incontables siglos, se fue adaptando al medio ambiente. Anaxímenes pensaba muy seriamente que todas las especies vivientes incluyendo el ANIMAL INTELECTUAL equivocadamente llamado hombre, descienden de arcaicos seres oceánicos.

EPICURO creyó en la “GENERACIÓN ESPONTÁNEA” y sus ideas repercutieron intensamente en el ambiente intelectual de los siglos XVII y XVIII, sobra decir qué NEWTON y HARVEY aceptaron esta teoría.

Juan Bautista Helmont creyó que la clave de la vida residía exclusivamente en la fermentación y hasta se dio el lujo de proponer métodos para la generación de escorpiones y otros seres vivos, lo más chistoso de aquel sabio fue su famosa receta para crear o generar ratones:

“Si se estruja una camisa sucia a través de la boca de un tarro que contenga algunos granos de trigo, la fermentación que exuda la camisa sucia, alterada por el olor de los granos de trigo, da lugar, al cabo de veintiún días a la transformación del trigo en ratones”.

Es obvio, que tal receta resulta siendo en el fondo ciento por ciento espantosamente ridícula.

En el año de 1765 el mundo intelectual en los Países Bajos, fue agitado por tremendas discusiones que giraban alrededor de las bacterias y protozoarios. Para muchos, tales organismos microscópicos, se desarrollaban en forma natural y espontánea, aunque Leeuwenhoek sospechaba que provenían del aire.

Entretanto, Buffon, el muy famoso naturalista francés, a quien debemos la teoría muy discutible de la colisión, con la cual muchos han intentado explicar el origen del sistema solar de ORS, en el cual vivimos todos nosotros, dio una habilidosa explicación científica al tema inquietante de la generación espontánea. La materia viva —dijo— consta de “moléculas orgánicas” que durante el proceso de putrefacción es capaz de reajustarse por si sola para formar nuevos organismos de materia acabada de fenecer.

El sofisma de tan absurda explicación es evidente que se encuentra en eso del “reajuste” espontáneo, al acaso, sin un principio directriz inteligente.

Laplace, el autor de la teoría aquella de la nebulosa o nube de polvo para explicar el origen del sistema solar, sugirió la idea de que las plantas y animales del mundo en que vivimos, deben su existencia a los rayos solares.

El conflicto intelectivo más agudo del siglo XIX tuvo su escenario en el terreno de las ideas de Pasteur y Darwin.

Aquélla cuestión bastante espinosa relacionada con las formas inferiores de vida y la generación espontánea ocasionó violentos debates cuando Darwin hizo pública su teoría de la evolución.

Pasteur lanza en ristre, se fue contra el dogma de la evolución cuando ridiculizó a Jules Michelet, quien en forma absurda describió la vida como originada en una gota de agua marina muy rica en nitrógeno y con un poco de mucosidad o jalea fecundante que posiblemente, al cabo de 10.000 años evolucionó a la dignidad de insecto y en el término de 100.000 años a la de mono y hombre.

Pasteur muy sabiamente canceló la teoría de la generación espontánea cuando dijo:

“No, actualmente no se conoce circunstancia alguna por la que uno puede afirmar que seres microscópicos hayan venido al mundo sin gérmenes ni antecesores que se les parezcan. Todos aquellos que pretenden desmentir esta realidad, no son más que juguetes de las ilusiones, víctimas de experimentos mal realizados, plagados de errores que no saben explicar o qué ignoran como evitarlos”.

Pasteur

Pasteur mostró al auditorio que atentamente le escuchaba, un frasco que contenía materia fermentable desde hacia muchos años. Es obvio que por hallarse el recipiente herméticamente cerrado, los microorganismos del aire no pudieron penetrar en su interior y por tal razón la materia no fermentó.

Darwin en una carta anterior al año 1871 escribe textualmente lo siguiente:

“Se ha dicho con frecuencia que todas las condiciones necesarias para la primera generación de un organismo se encuentran ahora presentes y podrían haber estado siempre presentes. (¡Y vaya un pero tan dudoso!). Si pudiéramos concebir que en una pequeña y cálida charca, con toda clase de amoniaco y sales de ácido fosfórico, luz, calor, electricidad, etc., fue formado químicamente un compuesto de proteína dispuesto a arrastrar aun más variaciones complejas, actualmente tal materia seria instantáneamente devorada o absorbida, lo que no hubiera sucedido antes de la formación de los seres vivos”.

Pasteur acabó con el fundamento de la teoría evolutiva y transformativa de DARWIN cuando redujo a polvareda cósmica la teoría de la generación espontánea. La vida en sí misma, incluso en la forma más baja y elemental como en una bacteria, solo puede surgir realmente de otra vida.

Los gérmenes de la existencia duermen durante la noche profunda del gran PRALAYA, entre el seno del espacio abstracto ABSOLUTO, y vienen a la manifestación cósmica cuando se inicia la aurora del MAHAMVANTARA. Los gérmenes vivientes durante el DÍA CÓSMICO están sometidos a las leyes de EVOLUCIÓN, e INVOLUCIÓN, RITMO, VIBRACIÓN, NÚMERO, MEDIDA y PESO.

Cada especie tiene en sí misma su prototipo viviente, sus gérmenes originales. Los gérmenes vivientes de la vida universal, suspendidos inteligentemente en la atmósfera vital del mundo en que vivimos, pueden ser clasificados. Resulta ostensible, palpable y claro, que el medio ambiente circundante, en cada planeta del inalterable infinito, está sujeto a variados cambios.

Es evidente que cada especie germinal específica, exige para su manifestación condiciones vitales claras y precisas.

Cualquier espécimen germinal elemental, puede y debe evolucionar y desarrollarse durante su ciclo de actividad particular. Es indudable y hasta axiomático que todo modelo o tipo germinal, involuciona y regresa hacia su estado elemental, primitivo, cuando finaliza su ciclo de actividad.

Ejemplo: Los pólipos de las flores, hoy simples microorganismos involucionantes en vía de regreso, fueron en la precedente ronda, espantosos gigantes armados con terribles tentáculos muy semejantes a los de los pulpos marítimos.

Los enormes monstruos antediluvianos que otrora asolaban ciudades ciclópeas dejando por doquiera su huella indeleble de terror y muerte, aunque parezca increíble, todavía existen en pleno siglo XX. Hoy son apenas simples microbios suspendidos en la atmósfera.

En un mundo del futuro MAHAMVANTARA, esos gérmenes de vida se desarrollarán inevitablemente.

¿Y qué diremos de la raza intelectual-animal, de bípedos tricerebrados o tricentrados?

¿Por qué tendría que ser este espécimen, muestra o modelo bestial, razonativo, una excepción a la regla magna? Es obvio que los gérmenes de ese bípedo equivocadamente llamado hombre iniciaron sus múltiples procesos evolutivos desde la misma aurora del MAHAMVANTARA.

¿Habéis oído hablar alguna vez sobre le raza protoplasmática?

A todas luces resalta con entera claridad meridiana, que esa sobredicha generación gigante, allende el tiempo y la distancia, fue en verdad la culminación de una larga serie de procesos evolutivos que tuvieron su escenario en las dimensiones superiores de la naturaleza.

Es pues de saber que las subsiguientes generaciones de la humana especie, descendiente de aquellos descomunales gigantes arcaicos, ha venido retrocediendo desde los antiguos tiempos, involucionando hacia su estado germinal primitivo.

La ANTROPOGÉNESIS enseña que cualquier mundo del espacio infinito, tarde o temprano se convierte en el escenario de siete razas humanas. En hora buena sabemos que en este malhadado mundo de tanto infortunio, somos nosotros precisamente, la quinta generación.

Es obvio que la sexta raza será aun más pequeña de estatura y a todas luces resulta evidente que la última generación será de LILIPUTIENSES.

La naturaleza siempre dispone de especímenes, modelos, ejemplares vivientes para demostrar sus verdades.

En instantes en que escribo estas líneas, me viene a la memoria el singular caso de cierta tribu LEMUR-LILIPUTIENSE que hasta hace poco tiempo vivió en LÍPEZ, BOLIVIA, SUR AMÉRICA.

Antiguas tradiciones afirman que dizque tanto los hombres como las mujeres de aquella misteriosa tribu, tienen humanos cuerpos que apenas si alcanzan estaturas que van desde los 15 hasta los 25 centímetros. Dicen las gentes que andan por ahí, que el curioso pueblo donde antes moraban estos LILIPUTIENSES todavía existe y está situado a unos 120 kilómetros de POTOSÍ, BOLIVIA.

A nosotros, nos parece francamente, muy lamentable que este inusitado poblado semejante a una aldea de juguete, haya sido abandonado por sus pequeñísimos y extraños moradores.

No sería difícil adivinar que tal tribu insólita se metió dentro de la CUARTA DIMENSIÓN para transportarse a algún lugar menos expuesto a la vista profana de los curiosos.

No se equivocaron los sabios aztecas cuando enfatizaron su idea de que: “los Hijos del Tercer Sol se convirtieron en pájaros”.

En el ocaso… de la vida terrestre, instantes antes de que la tierra se haya convertido en una nueva luna, la especie animal intelectual habrá regresado a su estado germinal.

Es obvio que después de la muerte del mundo físico los gérmenes humanos continuarán evolucionando en las dimensiones superiores de la naturaleza, hasta retornar al estado elemental, atómico, original.

Escrito está con caracteres de fuego en el gran Libro de la Vida, que al final del GRAN DÍA CÓSMICO, todo germen vital debe dormir profundamente entre el caos durante siete eternidades.

En verdad, en verdad os digo, que sólo la música, el Verbo, el Logos, pueden despertar a los gérmenes vitales en el amanecer de todo MAHAMVANTARA, para un nuevo ciclo de actividad.

OREMUS…

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