Vamos ahora a estudiar un capitulo del Evangelio Chino llamado el TAO, con el propósito de aclarar cada vez más nuestra doctrina gnóstica.
“Cha Hsiang Tzu envió una compañía de cien mil hombres a cazar a la cordillera central. Encendieron con chispas una hoguera que se extendió por todo el bosque, y el resplandor de las llamas se veía desde cientos de kilómetros. De repente apareció un hombre, saliendo de entre las llamas y se le vio entre el humo. Todos le tomaron por un espíritu, y cuando el fuego se extinguió, salió rápido sin mostrar la menor quemadura. Hsiang Tzu, maravillado de ello, lo detuvo para examinarlo cuidadosamente. Su forma corpórea era sin duda la de un hombre, con sus cinco sentidos, su respiración y su voz. Así que el Príncipe le preguntó qué extraño poder le permitía pasearse por los precipicios y las llamas. -¿Qué creéis que es una roca? ¿Qué creéis que es el fuego? -el hombre preguntó. Hsiang Tzu dijo: ¿De dónde vienes, y por dónde has pasado? -No sé nada de ello -contestó el hombre”.
“El incidente llegó a oídos del Marqués Wen, del Estado de Wei, quien habló a Tzu Hsia acerca de él diciendo: -¡Qué hombre más extraordinario debe ser! Por lo que he oído hablar al Maestro -replicó Tzu Hsia-, el hombre que está en armonía con TAO entra en intima comunión con los objetos externos y ninguno de ellos puede hacerle ningún mal. Pasa a través del metal y de la piedra sólida, pasa a través del fuego o sobre el agua, todo es posible para él. -¿Por qué, amigo mío -dijo el Marqués- no puedes tú hacer todo eso? -Aún no he llegado -contestó Tzu Hsia- a limpiar mi corazón de impurezas y de falsa sabiduría. Sólo encuentro gusto en discutir el asunto. -Y ¿por qué -preguntó el Marqués no hace el Maestro lo mismo? -El Maestro -contestó Tzu Hsia- puede hacer estas cosas, pero también se puede abstener de hacerlas”.
“Esta contestación encantó al Marqués”.
Es urgente encender el fuego sagrado en la cordillera central, es decir, en la espina dorsal; la Madre Kundalini confiere al iniciado poderes extraordinarios sobre el fuego flamígero, el aire, las aguas y la tierra.
¿Qué creéis que es una roca? Esto nos recuerda la piedra filosofal de los viejos Alkimistas Medioevales. Esto nos recuerda la doctrina de Pedro. Petrus significa Piedra, Pedro, uno de los doce apóstoles del Cristo cuyo nacimiento celebramos esta noche de Navidad.
La doctrina de Pedro es la doctrina del sexo, la ciencia del Maithuna (magia sexual). La piedra viva es el sexo, la peña, la roca sobre la cual debemos levantar el Templo Interior para el Cristo Intimo, nuestro Señor.
Y dijo Pedro: “He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en ella, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, Él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon ha venido a ser la cabeza del ángulo; piedra de tropiezo y roca de escándalo”.
Quien enciende la hoguera en la cordillera central (la espina dorsal) edifica el Templo (fabrica los Cuerpos Solares) y entra en armonía con el TAO (encarna al Ser).
Jesús el Cristo, cuya Navidad celebramos esta noche, dijo: “A todo el que me oye y cumple lo que digo lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca”. (El sexo.) “Y cayó lluvia, y vinieron riadas y vientos, y la casa no cedió, porque estaba cimentada sobre piedra” (el sexo).
“Y al que me oye y no me cumple lo compararé a un hombre necio, que edificó su casa sobre la arena” (teorías de todo tipo, prácticas de toda especie, con exclusión total del Maithuna o magia sexual).
“Y vinieron lluvias, y vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina” (cayendo al abismo).
En el mundo millones de personas edifican sobre la arena y odian el Maithuna (magia sexual), no quieren edificar sobre la roca, sobre la piedra (el sexo), edifican sobre la arena de sus teorías, escuelas, etc., y creen que van muy bien.
Esas pobres gentes son equivocadas sinceras y de muy buenas intenciones, pero caerán en el abismo.
Todo el que nace en los mundos superiores debe reducir a polvo el ego, para libertarse de los cuerpos lunares y ejercer todo el poder sacerdotal de la alta magia.
El Maestro que no ha disuelto el yo pluralizado, el Maestro que no ha eliminado los cuerpos lunares, no puede ejercer todavía el poder sacerdotal, porque no ha limpiado su corazón de impurezas y falsas sabidurías.
Jesús dijo a sus discípulos:
“No dejéis noche ni día de buscar hasta que hayáis encontrado los misterios del reino de la luz”.
“Porque ellos os purificarán y os llevarán al reino de la luz”.
“Y decidles: Renunciad al mundo y a cuanto hay en él”.
“Y a todas sus sevicias, y a todos sus pecados, y a todas sus gulas”.
“Y a sus discursos todos, y a cuanto hay en él, para que seáis dignos de los misterios de la luz”.
“Y para que seáis preservados de los suplicios reservados a aquellos que se han separado de los buenos”.
“Y decidles: Renunciad a la murmuración, para que seáis preservados del ardor de la boca del can”.
“Y decidles: Renunciad al juramento, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis librados de los suplicios de Ariel”.
“Decidles: renunciad a la lengua embustera, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los ríos ardientes de la lengua del can”.
“Decidles también: renunciad a los falsos testigos, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los ríos ardientes de la boca del can”.
“Renunciad a los malos pensamientos, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que se os preserve de los tormentos del infierno”.
“Renunciad a la avaricia, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que se os libre de los arroyos de humo de la boca del can”.
“Renunciad a las rapiñas, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los arroyos de Ariel”.
“Renunciad a las malas palabras, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis salvados de los suplicios del río del humo”.
“Y decidles: Renunciad al amor propio, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis salvados de los suplicios del infierno (reino mineral)”.
“Renunciad a la elocuencia (verborrea de la intelectualidad sin espiritualidad), para que seáis dignos de la luz. Y para que seáis preservados de las llamas del infierno”.
“Renunciad al engaño, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los mares de fuego de Ariel”.
“Renunciad a la crueldad, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los suplicios de las fauces de los dragones”.
“Renunciad a la cólera, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los ríos de humo de las fauces de los dragones”.
“Renunciad a la desobediencia, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los demonios de Iadalbaoth y de los ardores del mar de fuego”.
“Renunciad a la cólera, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los demonios de Iadalbaoth y de sus suplicios”.
“Renunciad al adulterio, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados del mar de azufre y de las fauces del león”.
“Renunciad a los homicidios, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados del archons de los cocodrilos, que es la primera de las criaturas que están en las tinieblas exteriores”.
“Renunciad a las obras perversas e impías, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de los archons de las tinieblas exteriores”.
“Renunciad a la impiedad, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados del llanto y del rechinar de dientes”.
“Renunciad a los envenenamientos, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis salvados de la gran helada y el granizo de las tinieblas exteriores”.
“Renunciad a las blasfemias, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que seáis preservados de todos los suplicios del gran dragón de las tinieblas exteriores”.
“Y decid a quienes predican y escuchan malas doctrinas: ¡malhaya vosotros!”
“Porque si no os arrepentís de vuestra malicia caeréis en los tormentos rigurosísimos del gran dragón y de las tinieblas exteriores”.
“Y nada en el mundo os rescatará, hasta la eternidad”.
“Sino que seréis sin existencia hasta el fin (entraréis en la tierra del no retorno, los mundos infiernos)”.
“Y decid a quienes descuidan la doctrina de la verdad del primer misterio: ¡malhaya vosotros!”
“Porque los suplicios que habéis de experimentar superarán a los que experimentan los demás hombres”.
“Y permaneceréis entre la nieve, en medio de los dragones, en las tinieblas exteriores”.
“Y nada podrá rescataros hasta la eternidad (hasta que se reduzcan a polvo en los mundos infiernos del reino mineral)”.
“Y decidles: amad a todos los hombres, para que seáis dignos de los misterios de la luz. Y para que os elevéis en el reino de la luz”.
“Sed dulces, para que podáis recibir el misterio de la luz y elevaros al misterio de la luz”.
“Asistid a los pobres y enfermos, para que os hagáis dignos de recibir el misterio de la luz y os podáis elevar al reino de la luz”.
“Amad a Dios, para recibir el misterio de la luz y llegar al reino de la luz”.
“Sed caritativos, para que recibáis el misterio de la luz y lleguéis al reino de la luz”.
“Sed santos, para recibir el misterio de la luz y elevaros al reino de la luz”.
“Renunciad a todo, para ser dignos del misterio de la luz y elevaros al reino de la luz”.
“Porque éstas son las vías de los que se hacen dignos de misterio de la luz”.
“Y cuando halléis hombres que renuncian a cuanto constituye el mal y practiquen lo que yo digo, transmitidles los misterios de la luz sin ocultarles nada”.
“Y cuando fuesen pecadores, y cometiesen los pecados y faltas que os he enumerado, dadles también los misterios, para que se conviertan y hagan penitencia, y no les ocultéis nada”.
“Porque yo os he traído los misterios a este mundo, para redimir cuantos pecados han sido cometidos desde el principio”.
“Y por eso os he dicho que no he venido a llamar a los justos. Yo he traído los misterios para redimir los pecados de todos, y para que todos sean llevados al reino de la luz”.
“Porque estos misterios son un don del primer misterio para borrar los pecados”.
Samael Aún Weor