En cópula química, en el coito metafísico, durante SAHAJA MAITHUNA, se experimenta la máxima Sensación erótica a los cinco minutos.
Flamas dinámicas magnéticas, como ondeante mar de gas rojo purpúreo, terriblemente divino, rodean a la pareja durante el trance sexual.
Tremendo instante es ese en que las corrientes masculinas intentan unirse con las femeninas.
Con la pausa magnética creadora se establecen ritmos sexuales armónicos y coordinados entre el hombre y la mujer.
Tal pausa contiene en sí misma dos factores básicos:
A) Determinado período de tiempo inteligente y voluntariamente establecido entre cópula y cópula.
B) Gozo prolongado del coito metafísico, sin orgasmo, espasmo y sin pérdida del licor seminal.
Para que el intercambio de las fuerzas magnéticas sea profundo, edificante y esencialmente dignificante, es urgente que los más importantes centros del cuerpo hagan contacto en forma armónica y tranquila.
El clítoris, que se halla encajado entre ambos labios pequeños de la vulva, representa el punto más sensible del organismo femenino y eso es algo que ya esta demostrado.
Cualquier clarividente iluminado podrá percibir las fuerzas centrífugas magnéticas que inician su marcha desde el clítoris.
Es pues el clítoris fuera de toda duda el punto centrífugo magnético que provee el aura de la mujer de convenientes corrientes de energía.
Empero, nosotros debemos estudiar todo esto no en forma parcial sino total; sería absurdo suponer que el clítoris, que se encuentra ante la salida de la vagina —separado de ésta por el canal conductor de la uretra— sea el único portador y generador de la sensación para el sexo femenino.
Debemos pensar claramente y comprender que también el útero y partes aisladas del interior de la vagina pueden ser portadoras y generadoras de la máxima sensación sexual.
Es incuestionable que el tejido cavernoso y los corpúsculos terminales se encuentran en el clítoris.
Sin tales tejidos y corpúsculos la idoneidad fisiológica femenina y la posibilidad de alcanzar la máxima sensación sexual quedarían excluidas.
Tras el contacto con el varón, el clítoris provisto de cuerpos cavernosos entra en erección lo mismo que el Phalo masculino, inflamándose al par.
En el instante extraordinario en que también se hinchan los cuerpos cavernosos en la región de los labios de la vulva, es obvio que la entrada de la vagina se reviste de una especie de acolchado esponjoso que envuelve maravillosamente al Phalo masculino.
Cuanto más se humedece ahora la entrada de la vagina por la secreción glandular, tanto mayor es la posibilidad de llevar a los finos condensadores magnéticos que allí se encuentran ubicados a una afinidad eléctrica con el Phalo, que en la organización de tensión del organismo humano representa, por decirlo así, el emisor primario de energía, para intercambiar una corriente alterna fisicopsíquica.
El Sabio WALDEMAR dice:
“No lo olvidemos: nuestro cuerpo será invariablemente tanto más completo cuanto más desarrollado y bajo control consciente se halle el sistema nervioso simpático”.
“Cuando el hombre y la mujer, con el mínimo posible de movimientos, es decir, sólo con los que son necesarios para el mantenimiento y prolongación del contacto, hacen de la unión sexual también una unión psíquica, sólo entonces se procurará la oportunidad de que sean cargados de electricidad los ganglios cerebro-espinales, que se hallan ligados a la glándula pineal, la soberana del cuerpo, y además también al plexo solar (Plexus coeliacus) con los numerosos plexos radiadores para hígado, intestino, riñones y bazo”.
El abominable espasmo sexual es ciertamente un corto circuito que viene a descargarnos espantosamente; por ello debemos evitarlo siempre.
La fuerza maravillosa de OD se halla ciertamente especificada en los diversos órganos en calidad diversa; así, el mejor y más fecundo intercambio magnético creador se fundamenta en el siguiente procedimiento revolucionario: El lado del corazón del varón reposa al lado derecho de la fémina, uniéndose su mano izquierda con la derecha de ella y estableciendo contacto su pié derecho con el izquierdo de la mujer.
“Los órganos sexuales pueden entonces dedicarse a una tarea a la que con harta frecuencia son sustraídos, o sea a servir al principio físico de la asimilación y depuración de la materia, primariamente mediante la actuación sobre el plexo situado debajo del diafragma (parte ventral del sistema nervioso simpático), lo que es imprescindiblemente necesario como base para el desarrollo de la sensación más refinada”.
La cópula metafísica con todo su refinamiento erótico nos coloca en una posición privilegiada mediante la cual disponemos de fuerzas maravillosas que nos permiten reducir a polvareda cósmica a cada una de esas entidades tenebrosas que personifican nuestros defectos psicológicos.
Samael Aun Weor