La energía sexual del Tercer Logos armoniza en forma espléndida todas las funciones del organismo humano.
La energía sexual no solamente es perfecta en sí misma, sino que además quiere la perfección en todo lo existente.
La energía sexual produce acuerdo y concordancia entre todas y cada una de las funciones especificas del organismo humano.
La energía sexual trabaja en el laboratorio maravilloso del organismo humano, con el propósito de darle a éste su más alta potencialidad y armonía.
La energía creadora del Tercer Logos procura siempre completar en forma perfecta cada una de las maravillosas funciones fisiológicas, psicosomáticas y espirituales del ser humano.
La energía creadora del Tercer Logos complementa, corrige deficiencias y hace obra completa.
Si consideramos al hombre en sí mismo como medio ser y a la mujer como su otra mitad, llegamos entonces por deducción lógica a la atracción amorosa de los opuestos.
Las almas andan sedientas de amor buscando siempre su otra mitad, el alma gemela de la que fueron separadas desde la aurora de la creación.
Siempre necesitamos en el camino de la vida de otro ser que pueda llenarnos, que pueda suplir con entera exactitud lo que nos hace falta, no solamente en lo fisiológico, sino también en lo psicosomático y espiritual.
Cada una de nuestras funciones físicas y psíquicas necesita un complemento muy humano, esa es una necesidad natural de todo ser viviente.
La mutua combinación de elementos de la naturaleza, las bodas químicas, la combinación sexual de elementos opuestos para lograr un todo perfecto, constituyen el fundamento vivo de todo lo que es, de todo lo que ha sido y de todo lo que será.
Está demostrado que los elementos químicos se atraen y combinan amorosamente de acuerdo con el número complementario de electrones.
Todo hombre de ciencia química sabe muy bien mediante la observación y la experiencia que, estando constituida la cubierta perfecta por un número de electrones, el sodio con un electrón sobrante se une sexualmente al cloro, al que falta un electrón.
Lo asombroso de todo esto, lo maravilloso, es que el sodio con su electrón extra jamás en la vida podría combinarse con otros álcalis compuestos de modo análogo.
En el fondo de todas esas maravillas, de todos esos prodigios del amor, encontramos el matrimonio de los elementos y la piedra fundamental sobre la que descansa toda química.
Sin exageración alguna podemos afirmar que este mismo principio de la atracción sexual de los opuestos es aplicable siempre, sin excepción alguna, a la atracción y matrimonio de hombres y mujeres.
Cada función orgánica y psíquica quiere siempre complementarse y el sentido de indiferencia, atracción o repulsión, entre hombre y mujer, es el resultado exacto de un cálculo sutil extraordinariamente veloz realizado silenciosamente.
El sentido sexual más rápido que el pensamiento hace cálculos que asombran, y sabe con precisión matemática si la persona de sexo opuesto que tenemos enfrente puede contener todos los factores de reciprocidad necesarios para complementarnos.
Dentro del organismo humano las diferentes glándulas y sus sistemas y funciones dependientes actúan por pares, unas controlando los aspectos masculinos, otras controlando las funciones femeninas.
Existe un maravilloso intercambio de sustancias químicas entre las glándulas masculinas y femeninas.
El doble aspecto masculino-femenino de la glándula pituitaria es algo que asombra.
Todo hombre de ciencia sabe muy bien que el lóbulo anterior de la pituitaria es masculino y que el posterior es femenino.
Dentro del organismo humano las glándulas masculinas y femeninas coordinan en forma armoniosa todas las funciones biológicas.
Venus y Marte controlan las glándulas pituitaria y pineal. Mientras Venus en la pituitaria quiere dormir, Marte en la pineal quiere seguir luchando.
En el cuello vuelve a repetirse esta misma lucha entre Venus y Marte. Venus controla la tiroides y Marte la paratiroides.
La corteza y la médula de las suprarrenales representan siempre contrapartes masculinas y femeninas que conducen a la lucha o a la evasiva.
Esta unión de elementos sexuales masculino-femeninos en cada una de las glándulas del organismo humano está sabiamente simbolizada en las imágenes del Tantrismo Tibetano, donde cada Dios aparece acompañado de una Diosa o Shakti femenina.
Las tragedias del mundo son terribles y cada hombre y cada mujer, desde los catorce años de vida, anda buscando su complemento sexual.
Un varón cualquiera puede encontrar en alguna mujer su complemento para determinada función específica, pero puede darse el caso de que sólo con otra mujer encuentre el complemento para su centro de gravedad fundamental.
La mujer en esto no es una excepción y ahora nos explicamos mejor la causa trágica sexual de los famosos triángulos, que siempre terminan con el divorcio o con balazos.
Sólo con la virtud, sólo cumpliendo con el mandamiento cristiano de no adulterar, dejan de existir los triángulos fatales.
Lo ideal en el amor es encontrar a la otra mitad, la otra media naranja, el alma gemela.
Sólo el complemento total y perfecto puede darnos felicidad inagotable; desgraciadamente es mucho pedir, nosotros no merecemos tanto, todos nosotros estamos llenos de Karma.
En el terreno de la vida conyugal hemos podido verificar que a veces conduce el hombre y otras veces la mujer.
En todos los hogares hay uno que conduce y otro que es conducido, no se confunda esto con aquello de mandar y ser mandado.
Hablando astrológicamente diremos que Venus debe conducir a la Luna, Mercurio a Venus, Saturno a Mercurio, Marte a Saturno, Júpiter a Marte, la Luna a Júpiter.
Es claro que para esto se necesita saber cuál es la estrella que guía nuestra vida.
Estas sabias combinaciones de tipo astrológico, tal como aquí las damos, significan mutua atracción y perfecto complemento sexual.
Cualquier otro tipo de uniones sexuales fuera de este orden resulta absurdo y hasta ilegítimo, porque viola la naturaleza sexual de los interesados, dejándoles profundas heridas psíquicas, muy difíciles de cicatrizar.
El hombre Mercurial que adora a la bella Venusina por el amor y dulzura que ella irradia, puede sacarla de su romántica pereza y darle la ligereza mercurial que ella necesita.
La mujer Jupiteriana locamente enamorada del hombre Marciano, puede extinguirle su violencia y encauzar su energía en forma edificante.
La atracción de los contrarios tiene su origen en un modelo cósmico Divinal, Inefable.
El tipo Lunar tiende siempre a moverse hacia el Venusino, el tipo Venusino se mueve hacia el Mercurial, el tipo Mercurial se mueve hacia el Saturnino, el tipo Saturnino se mueve hacia el Marcial, el tipo Marcial se mueve hacia el Jupiteriano y el tipo Jupiteriano da vuelta hacia el Lunar.
Sobre esta base de combinaciones cósmicas maravillosas, pueden combinarse los tipos humanos para establecer sobre la faz de la Tierra el Matrimonio Perfecto.
Las parejas gnósticas trabajando intensamente en la Fragua Encendida de Vulcano, dentro de la Novena Esfera (el sexo), pueden mediante el Maithuna (magia sexual) ganar lo que no puede ganar el enemigo del sexo, aunque se declare vegetariano y se torture durante toda la vida llevando vida de ermitaño.
En el sexo se encuentra la mayor fuerza que puede liberar o esclavizar al hombre.
Samael Aun Weor