El templo está de fiesta, sobre el altar arde una lámpara preciosa.
Un pabellón tricolor ondea victorioso en el recinto sagrado, en ese pabellón resplandece el azul del Padre, el amarillo del Hijo y el rojo del Espíritu Santo. Dentro de la cámara de reflexión aguardan los tres reyes magos, que vinieron al templo guiados por el sol místico, la estrella de Belem. Jesús el sublime Bodhisattva se ha sentado frente al altar y está vestido con túnica de lino blanco y cubre su cabeza con manto blanco. El cielo está lleno de densos nubarrones y hay lluvia en abundancia. Así está escrito por el profeta: “Y tú Bethlehem de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador que apacentará a mi pueblo Israel”. Aquí está ese pastor asistiendo a su nacimiento espiritual, esta es la navidad del corazón.
Ahora se levanta el buen pastor y pasa a un recinto sagrado del templo; un terrible relámpago resplandece en las tinieblas, este es un rayo terriblemente divino. En estos terribles momentos, el maestro interno entró en su Bodhisattva, este ya había levantado su primera serpiente sobre la vara; el Bodhisattva Jesús estaba preparado.
Los tres reyes magos vinieron a adorar al niño hombre, cuyo nombre es Jesús el Cristo; este es el nacimiento del maestro. Esta es la navidad del corazón…
“Los hijos de Dios, no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios”.
Los tres reyes magos adoraron a Jesús en el templo; Jesús dijo entonces cosas sublimes. ¡Oh Jehová! Dios mío que terrible fue aquel rayo que cayó del cielo. Jesús había subido a un recinto misterioso del templo, ese precioso recinto estaba rodeado de bellas balaustradas.
El maestro se quitó su manto y se sentó en un sillón, en esos momentos cayó el rayo del cielo y su ser interno entró en él.
Lo que nace de carne, carne es, lo que nace de espíritu, espíritu es. Jesús nació en espíritu y en verdad. Un coro de Ángeles cantó lleno de alegría y los tres reyes magos adoraron al buen pastor.
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.
Jesús es un hombre de mediana estatura, de rostro trigueño quemado por el sol. Jesús tenía cabello negro y poca barba también negra. Los ojos de Jesús eran negros y penetrantes, tenía amplia frente, nariz aguileña y labios finos y fuertes. El nacimiento místico de Jesús, es la primera iniciación de misterios mayores.
Samael Aun Weor