Han pasado ya aquellos tiempos en que la mujer se entregaba de lleno a su divina misión de madre. La dicha de un hogar ha sido terminada por el duro batallar de la existencia. La madre fue sacada del Hogar y llevada a la oficina, a la fábrica, al almacén y hasta el cuartel…
Los niños que antes pasaban las horas jugando con sus madres y gozando con sus ternuras, ahora son depositados como perros en casas especiales, donde una empleada los cuida mientras la madre trabaja. Estos niños ya no tienen hogar. Esos tiempos pasaron.
La desgracia llegó a las puertas del hogar y penetró en él. Muchos matrimonios ya no quieren tener hijos y en verdad que la lógica está de su parte. ¿Para qué traer criaturas al mundo que no van a gozar de un hogar? ¿Niños que serán cuidados por criadas y vivirán encerrados en cuartos como ratones?
Ya el padre no gana lo suficiente para sostener su familia. Los salarios son bajos; la madre tiene que salir también a buscar trabajo para ayudar a su marido. Esta es la desgracia de nuestros tiempos. Los niños sufren las consecuencias, la generación se levanta acomplejada. Al llegar a grandes dicen: “Mi padre trabajó, mi madre no pudo criarnos bien porque también tuvo que trabajar. En este mundo lo que vale es el dinero”… A esta conclusión llega el hombre de esta generación. Porque el rico dice: “¿Quién eres tú? El dinero habla por ti, tanto tienes, tanto vales. Si no lo tienes, consíguelo trabajando y si no consigues trabajo… Siempre consíguelo”… Y es entonces cuando aparecen más ladrones, más timadores, más viciosos, más prostitución.
Estos problemas tienen solución sin necesidad de violencia, sin cuartelazos, sin revoluciones sangrientas, sin dictadores. Todos hemos creado esos problemas, todos debemos solucionarlos.
Es necesario acabar con el egoísmo, con las ganas de mandar. Estudiemos cada problema y tratemos de darle juiciosa solución.
Todo hijo que viene al mundo cuesta dinero. Los gobiernos deben proteger la Natalidad. Para los empleos debe preferirse a los casados, llenar vacantes con hombres casados. Crear subsidios por cada hijo que tenga el trabajador. Si se trabaja en sitios difíciles, en climas hostiles, acordar una bonificación. Debemos comprender el dolor de nuestro prójimo. Todos vivimos de todos, todos necesitamos de todos, todos somos sirvientes de todos. El problema de cualquier ser humano afecta dentro de su radio de acción a muchos. El problema de muchos afecta a todos.
El Movimiento Gnóstico Universal, La Acción Libertadora Sudamericana y Sivananda, han llegado a la conclusión de que sólo a base de rigurosa comprensión, es posible solucionar los problemas de la vida humana.
Insistimos que es cruel, despiadado, no mejorar el salario del trabajador cuya esposa o compañera ha traído un hijo al mundo. A todo esto los patronos se encogen de hombros diciendo: “A mí eso no me importa, no tengo por qué pagarle más por el hecho de tener un hijo más”… Es un error que afecta al patrono en sus intereses. Porque un trabajador con preocupaciones, con sufrimientos no puede rendir en el trabajo. Disminuye su efectividad y por lo tanto la producción. Cometeremos un crimen al sentirnos separados de nuestros semejantes; nosotros dependemos de ellos, si hay huelga en los transportes, en la energía, en la industria del petróleo, etc., etc., las consecuencias las sufrimos nosotros, como tantas veces nos consta.
Si queremos hogar feliz, si queremos que la mujer vuelva a su hogar como ángel de felicidad, si queremos que nuestros hijos se levanten sin complejos, debemos intervenir ante los gobiernos de acuerdo con nuestras capacidades, para que el trabajador sea mejor remunerado. Todos debemos cooperar para resolver este problema.
Samael Aun Weor