LA IGLESIA DE PÉRGAMO

El vientre bendito de la Diosa Madre del mundo, es el Edém. Nosotros salimos del Edém por la puerta del sexo, y sólo por esa puerta podremos entrar al Edém. En el huerto del Edém hay dos árboles milenarios: el árbol de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida.

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría y tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Y fueron abiertos los ojos de entrambos y conocieron que estaban desnudos: entonces cogieron hojas de higuera y se hicieron delantales”

(Génesis 3: 6, 7).

Han pasado dieciocho millones de años y todavía estamos desnudos. Si queremos regresar al Edém debemos vestirnos de reyes y sacerdotes de la naturaleza, según el orden de Melquisedec, Rey del Fuego.

La iglesia de Pérgamo es la iglesia del fuego. Este chacra es una preciosa flor de Loto, con diez hermosísimos pétalos, saturados de felicidad. Este chacra está situado en la región del ombligo, y controla el hígado, el estómago, etc. El color de este chacra es como el de las nubes cargadas de rayos, centellas y fuego vivo. Dentro de este chacra existe un espacio triangular. En ese espacio inefable se halla la región del fuego. La región del Agni-Tatwa.

Meditando en este chacra podremos caminar por entre el fuego sin quemarnos. El que desarrolle este chacra no temerá al fuego y podrá permanecer horas enteras dentro del fuego, sin recibir ningún daño.

“Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-negro, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí que yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante al hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-negro, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-negro salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aún el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían”

(Daniel 3: 23-27).

Cuando meditamos en este chacra penetramos en el Edém. Allí encontramos a los seres humanos todavía desnudos. Sólo los hermanos del templo estamos vestidos con las vestiduras del fuego. Desarrollando este chacra nos convertimos en reyes del fuego. Cuando la serpiente sagrada sube y llega a la altura del ombligo, se abre la iglesia de Pérgamo. Meditando internamente en este precioso loto del vientre, se nos confiere el poder de gobernar el fuego.

Avivad la llama del espíritu con el néctar divino del amor.

El fuego quema las escorias del mal. Arroja del santuario de tu alma, a los demonios del deseo.

Tu alma debe ser tan pura como la gota del rocío que vibrando de amor, se sumerge deliciosamente entre los pétalos fragantes de las rosas. Protege a tu alma contra las acechanzas del yo, mata no sólo el deseo, sino hasta las sombras mismas del árbol del deseo.

Recuerda que el semen Cristónico es la materia prima de la Gran Obra; limpia tu alma de todo deseo. Sé casto. Si tú estás seguro de haber aniquilado todo deseo, analízate a fondo; busca y rebusca en el fondo profundo de tu alma. Puede suceder que el yo te esté traicionando en otros niveles de conciencia.

Subyuga tus sentidos; controla tu mente. Mata todo deseo de vida. No desees nada.

“Y escribe al Ángel (atómico) de la iglesia de Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos (el Hijo del Hombre), dice estas cosas: Yo sé tus obras, y dónde moras, donde está la silla de Satanás (en la región del ombligo está la silla de Satán; sin embargo, el ángel atómico de Pérgamo es fiel) Pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe aún en los días en que fue Antipas mi testigo fiel, el cual ha sido muerto entre vosotros donde Satanás mora”

(Ap. 2: 12, 13).

Realmente Antipas fue un hombre que existió. Ese hombre, fue un santo mártir que murió asesinado cuando predicaba la palabra del señor. Aquel lugar donde Antipas fue asesinado, realmente era morada de Satán. Era una sinagoga de Satanás. Este hecho fue histórico.

En el chacra del ombligo existe un átomo nuclear tenebroso. El yo se halla íntimamente relacionado con ese átomo. Esa es la silla de Satán.

“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: Porque tú tienes ahí los que tienen la doctrina de Balaam, el cual Enseñaba a Balac a poner escándalo delante de los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación (Todas estas vulgares pasiones son de Satán. En la región del ombligo está la silla de Satán. En el campo del estómago, está la glotonería, la embriaguez, etc.). Así también tú tienes a los que retienen la doctrina de los Nicolaítas, lo cual yo aborrezco”

(Ap. 2: 14, 15).

Sólo la santidad y castidad absoluta, nos convierten en ángeles. Los Nicolaítas derraman el vino sagrado del templó. Gastan el aceite de la lámpara y quedan en tinieblas. Los Nicolaítas derraman la materia prima de la Gran Obra en prácticas de Alkimia sexual. Ese es el Tantrismo negro.

“Arrepiéntete, porque de otra manera vendré a ti presto, y pelearé contra ellos, con la espada de mi boca”

(Ap. 2: 16).

Esto ya está sucediendo, debemos saber que desde el año 1950, un verbo está peleando contra ellos con la espada flamígera. Los Nicolaítas se están hundiendo en el abismo. Los Nicolaítas se convirtieron en demonios terriblemente perversos.

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido (el maná de la sabiduría Crística), y le daré una piedrecita blanca (la piedra filosofal, el sexo), y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”

(Ap. 2: 17).

Ese nombre nuevo, es el nombre de nuestro Dios Interno, el nombre del Hijo del Hombre.

Las virtudes que se necesitan para abrir la iglesia de Pérgamo, son: castidad, lealtad, fe y obediencia al Padre.

El iniciado no puede ser glotón, ni borracho ni fornicario. Los Nicolaítas fornicando desarrollan tenebrosos poderes mágicos.

El iniciado debe ser templado, fiel, casto, humilde y obediente.

Samael Aun Weor

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