Aquellos que ya pasaron a la otra orilla, saben bien lo que son las rigurosas ordalías de la Iniciación…
Separarnos del monstruo de las mil caras (la humanidad), para auxiliarle en forma eficiente, no es un delito.
Treinta años de edad tenía cuando fui sometido a terribles y espantosas pruebas… Lo que entonces vi, lo que me sucedió bien vale la pena relatarlo.
Fue en la noche del misterio cuando sentí cerca de mi el aullido del huracán; entonces comprendí…
Cuán solo me encontraba aquella noche, y sin embargo.. doquiera me situase, aquí, allá o acullá, bien pronto me veía rodeado por las multitudes; no se como venían las gentes hasta mi y luego… Nuevamente sólo aullaba el huracán, entonces comprendí lo que el viento se llevó. Hoy parlo porque…
“¿Qué rumor lejos suena que el silencio en la serena negra noche interrumpió? ¿Es del caballo la veloz carrera, tendido en el escape volador, o el áspero rugir de hambrienta fiera, o el silbido tal vez del Aquilón, o el eco ronco de lejano trueno que en las hondas cavernas retumbo, o el mar que amaga con su hinchado seno, nuevo Luzbel, al trono de su Dios?”
Porque todos aquellos espectros de la noche del misterio fueron visto también por aquel poeta que cantó así:
“Densa niebla cubre el cielo y de espíritus se puebla vagarosos, que aquí el viento y allí cruzan vaporosos, y sin cuento, y aquí toman, y allí giran, ya se juntan, se retiran, Ya se ocultan, ya aparecen, vagan, vuelan”.
“Vago enjambre de vanos fantasmas de formas diversas, de vario color, en cabras y sierpes montados y en cuervos, y en palos de escobas, con sordo rumor…”
“Pasan, huyen, vuelven, crecen, disminuyen, se evaporan, se coloran, y entre sombras y reflejos cerca y lejos ya se pierden; ya me evitan con temor; ya se agitan con furor en aérea danza fantástica a mi alrededor”.
Con todos cuantos baladros, aullidos, silbos, relinchos, chirridos, mugidos, graznidos, maullidos, ladridos, bufares, roncares y crocotares, sigue oyendo el vidente poeta, hablándonos con palabras que son pinceladas lívidas y fosfóricas del Greco, en apariciones extraordinarias como las de los Caprichos de Goya.
Por todas partes escudos, con leones raspantes, Conchas de Compostela, moros degollados, flores de lis y truchas, doquiera palacios y casonas en ruinas, pobreza y más pobreza.
Muchas veces hube de enfrentarme valerosamente a las Potestades negras que dijera el Apóstol Pablo de Tarso en el capítulo II de la Epístola a los de Efeso.
Incuestionablemente el adversario más peligroso de aquella noche tenía el título fatal de “ANAGARIKA”. Quiero referirme en forma enfática al Demonio Cherenzi.
Aquella repugnante criatura tenebrosa había enseñado en el mundo “Tantrismo Negro”. (Magia Sexual con eyaculación seminal). El resultado aparecía a simple vista: cola diabólica desarrollada y horripilantes cuernos.
Aquel Tántrico de la mano izquierda llegóse ante mi presencia acompañado por otros dos demonios.
Parecía sentirse muy satisfecho con el “abominable órgano KUNDARTIGUADOR”, -la Satánica cola brujesca y terrible -, el fuego sexual proyectado desde el coxis hacia los infiernos atómicos del hombre, secuencia y corolario del tantrismo negro.
“A quema ropa” como dicen por ahí, le espeté la siguiente pregunta: ¿Tú me conoces?
Respuesta: “¡Sí! Te vi una noche en la ciudad de Bacatá cuando yo dictaba una conferencia”.
Lo que luego sucedió no fue ciertamente muy agradable: Aquel “ANAGARIKA” me había reconocido y enfurecido arrojaba fuego por los ojos y la cola… en forma violenta quiso herirme; yo me defendí con las mejores conjuraciones de la alta magia y al fin huyó con sus acompañantes…
Solitario continué por mi camino en la Noche del Misterio; aullaba el huracán…
En las hondas profundidades de mi conciencia tenía la extraña sensación de estarme despidiendo de todo y de todos…
Jadeante, cansado, después de haber peleado muchas veces contra la tiranía del Príncipe de las Potestades del Aire, que es el Espíritu que ahora reina sobre los hijos de la infidelidad, me metí dentro de la “Iglesia Gnóstica”.
Templo de mármol luminoso, que más bien pareciera de cristal por sus raras trasparencias.
La terraza de aquella Iglesia Trascendida dominaba invicta como una acrópolis gloriosa, el ámbito solemne de un sacro pinar…
Desde aquella, el constelado firmemente resplandeciente podía ser contemplado como antaño en los templos atlantes, aquellos hoy sepultados templos añorados por la extraordinaria poesía de Maeterlink, desde los que ASURA-MAYA, el astrónomo discípulo de NARADA, hiciese las observaciones previas para descubrir sus ciclos cronológicos de millares de años, enseñándoselas luego a sus amados discípulos a la luz de la Luna pálida, cual hoy la practican sus devotos sucesores.
Lentamente avancé, caminando muy despacio y en actitud reverente dentro del lugar santo.
Empero, algo me sorprende: veo a cierto personaje que atravesándose en mi camino me cierra el paso. ¿Otra batalla? Me preparo para la defensa pero el personaje sonríe dulcemente y exclama con voz de paraíso:
“¡A mí tú no me asustas, te conozco muy bien!…
¡Ah!.. le reconozco al fin… es mi Gurú Adolfo -a quien siempre le he llamado con el diminutivo “ADOLFITO”-. ¡Válgame Dios y Santa María! Pero… ¿Qué es lo que yo estaba haciendo?
¡Perdóname Maestro! No te había reconocido…
Mi Gurú me conduce de la mano hasta el interior de la Iglesia Gnóstica…
EL MAHATMA toma asiento y después me invita a sentarme a su lado; imposible declinar tan espléndida invitación.
El diálogo que devino luego entre Maestro y Discípulo, fue ciertamente extraordinario.
“Aquí en la Iglesia Gnóstica -dijo solemnemente el Hierofante – sólo podéis estar casado con una sola mujer, con dos no”.
“Tú, en un pasado le disteis vanas esperanzas a cierta dama XX, quien por esa causa y a pesar del tiempo y la distancia, todavía continúa esperándote”.
“Obviamente, en forma inconsciente le estáis haciendo un gran mal, pues ella, aguardándote, vive en una ciudad dentro de la más completa miseria”.
“Esa Dama, bien podría regresar al seno de su familia en el campo; así es claro que sus problemas económicos quedarían resueltos”.
Atónito, perplejo, al escuchar tales palabras, abracé a mi Gurú agradeciéndole infinitamente sus consejos.
Maestro -le dije – ¿Qué me podría usted decir ahora sobre mi esposa LITELANTES?
“Ella sí te sirve para la Magia Sexual -SAHA MAITHUNA-, con esta DAMA ADEPTO podéis trabajar en la “NOVENA ESFERA”. (El Sexo).
¡Oh, Gurú!, yo lo que anhelo con ansias infinitas es el despertar del KUNDALINI y la unión con el íntimo. Cuésteme lo que me cueste…
“Pero ¿Qué habéis dicho, oh discípulo? ¿Cueste lo que cueste?”.
Si Maestro, eso he dicho…
“Esta noche, aquí se le ha pagado a uno y luego se le ha confiado la tarea de ayudarte en el despertar del KUNDALINI”.
“Habéis pasado la prueba DIRENE” -exclamó el Hierofante – y luego poniendo en mi cabeza un turbante de inmaculada blancura con un botón de oro en la frente, dijo: “Vamos al altar”…
Levantándome presto, avancé con mi Santo Gurú hasta el Ara Santa…
Todavía recuerdo aquel instante solemne en que arrodillado ante el ara sacra, hube de prestar solemne juramento…
“¡Cuéstele lo que le cueste!” Exclamó mi Maestro con gran voz, y esta frase vibrando intensamente se repitió luego de esfera en esfera…
Cubrí entonces mi PLEXO SOLAR con la palma de la mano izquierda y extendí la diestra sobre el “SANTO GRIAL” diciendo:
¡Lo Juro!.
¡Terrible Juramento!…
Leyendas genuinas de Castilla, como aquella de Alfonso VII arrancando de manos de los moros de Almería la famosa escudilla o Grial -mejor dijéramos copa -, tallada en enorme esmeralda, y que se decía fue usada por el gran KABIR Jesús en su última cena, es terriblemente Divina…
¿Jurar ante el Vaso Santo?…
Dicen antiguas leyendas que José de Arimatea recogió en esa copa al pie de la cruz en el Monte de las Calaveras, la sangre bendita que manara de las heridas del adorable…
Semejante Vaso, antes fue regalado por la Reina de Saba a Solimán o Salomón -El Rey Solar- y fue patrimonio, según otros, de los Tuatha de Danand, raza “JINA” del Gaedhil (La Galicia Británica).
No se sabe como vino a para esta reliquia Venerada a la ermita de San Juan de la Peña en el Pirineo y desde allí continuó su peregrinación, ora a la Salvatierra Galaica, ora nova, por haberle recibido antaño los Genoveses en premio del auxilio que a Alfonso VII prestasen en el sitio de Almería.
EPÍLOGO
Muy de mañana escribí a la noble dama sufriente que en la ciudad remota me aguardaba…
Le aconsejé con infinita dulzura que regresase a la tierra de sus mayores y se olvidase de mi insignificante persona que nada vale…
Samael Aun Weor