LA LEY DEL KARMA

Tratándose de experimentos metafísicos trascendentes, no está de más aseverar solemnemente que yo he quedado plenamente satisfecho con el uso inteligente del Eidolón…

Sin ufanarme en modo alguno con ciertos descubrimientos de orden esotérico, sencillamente, humildemente, voy a relatar cierto acontecimiento íntimo notable:

Sucedió que una noche cualquiera, encontrándonos ausentes de la forma densa, la Maestra Litelantes y yo, resolvimos ponernos en contacto con el Templo del Zodíaco.

Es notorio y evidente, y cualquiera lo puede comprender, que hallar tal Santuario aquí en el mundo tridimensional de Euclides, resultaría algo más que imposible…

No es pues algo extraño, insólito e inusitado, el hecho de que para este tipo de investigación experimental utilizáramos el Eidolón.

De ninguna manera quiero hacer alarde de sabio, solo me propongo ahora aclarar que tal contacto resultó maravilloso…

El Sancta Santorum Zodiacal, virginal, resplandece gloriosamente entre los ritmos ardientes del Mahavan y el Chotavan que sostienen el Universo firme en su marcha.

Templo Cósmico, Basílica de Luz Zodiacal con doce adoratorios, casa sideral de lo divinal… Sublime iglesia circular de encantos irresistibles, sanctas opuestos que entre sí se complementan situados frente a frente…

Proyectándonos en el futuro, más allá de nuestra presente reencarnación, Litelantes penetró resueltamente en el Sancta de la brillante constelación de Libra…

En el umbral de ese adoratorio había una efigie con semejanza de ángel; con una mano sostenía la Balanza de la Justicia Cósmica y con la otra empuñaba la Espada.

Litelantes avanzando algunos pasos dentro del sacro recinto se detuvo al fin situándose sobre una piedra venerada…

-¿Vais a continuar con Libra?
-¡Sí!
-¡Pero fíjate que la Piedra de esa constelación es muy fría!…
-¡No importa!… Así contestó la Iniciada…

Como quiera que esta dama-adepto se prepara actualmente para cumplir misión muy especial con cuerpo masculino, es obvio que la constelación Libra le será muy favorable, máxime cuando su labor habrá de ser en el terreno de las leyes…

Yo por mi parte, lleno de profundo recogimiento y tremenda veneración, me metí resueltamente dentro del Sancta sublime de la Constelación de Leo.

El umbral de aquel adoratorio resplandecía adornado con un par de brillantes leones de oro puro…

Extático hube de acostarme silente en posición decúbito dorsal sobre delicioso diván cuyos aleonados brazos resplandecían…

Mi intención era aguardar dentro de aquel santuario a los sublimes Arcontes del Destino…

Es ostensible que ellos manipulan el antakarana (el Hilo de la Vida) conectándole al zoospermo fecundante…

Todo ser viviente al morir se lleva más allá de la muerte el átomo simiente de su cuerpo físico…

Los Señores del Karma depositan tal átomo en el zoospermo fecundante a fin de que podamos reincorporarnos…

El extremo del Hilo Magnético está unido a tal átomo… Cualquier criatura durante el sueño normal se sale del cuerpo para viajar muchas veces y a remotas distancias; el Hilo de la Vida se alarga hasta el infinito y siempre nos permite regresar al cuerpo físico…

Al morir, los Angeles de la Muerte cortan ese hilo plateado y entonces es obvio que ya no podemos regresar al cuerpo físico…

Yo, adelantado en el tiempo, no ignoraba nada de esto y pacientemente aguardaba a los Señores de la Ley, anhelaba reencarnificarme bajo la Constelación de Leo…

Mas, reflexionando un poco, me dije a mí mismo: ¿Qué hago yo aquí?, debo aguardar órdenes de mi Padre; además se me ha dicho que durante este Mahamvantara no volveré a tener más cuerpo físico… Reflexionando así me levanté y salí de ese lugar sagrado.

Es ostensible que los Maestros pueden escoger a voluntad el signo zodiacal bajo el cual van a reencarnarse…

En el Templo Zodiacal dentro del Sancta escogido, aguardan los Iniciados a los Señores del Karma con el propósito de relacionarse psíquicamente con el zoospermo fecundante que, navegando entre las Aguas de la Vida, ha de conducirlos al mundo físico bajo la regencia de la constelación escogida.

Para los budhatas (Esencias) inconscientes del valle doloroso del Samsara, todo es diferente, desencarnan sin saberlo y se reincorporan automáticamente bajo cualquier signo…

En esto del retorno no existe injusticia; los Maestros del Karma eligen el signo zodiacal de aquellos que duermen…

Cuando inhalamos por vez primera, devenimos impregnados íntimamente por la estrella que ha de gobernar nuestra nueva existencia…

En el libro maravilloso del Zodíaco está escrito el destino de toda criatura que vuelve al mundo…

“No solamente se paga Karma por el mal que se hace, sino por el bien que se deja de hacer pudiéndose hacer”…

Cada mala acción es una letra que firmamos para pagar en la vida subsiguiente…

La Ley de Acción y Consecuencia gobierna el curso de nuestras variadas existencias y cada vida es el resultado de la anterior…

Comprender íntegramente las bases y “modus operandi” de la Ley del Karma es indispensable para orientar el navío de nuestra vida en forma positiva y edificante…

Un gran Maestro de la Buena Ley, vestido con alba vestidura de lino blanco, acercándose muy quedito me dio la siguiente enseñanza:

“Cuando una ley inferior es transcendida por una ley superior, la ley superior lava a la ley inferior”.

Durante los procesos esotéricos iniciáticos del fuego, hube de comprender en forma plena los siguientes postulados:

“Al León de la Ley se combate con la Balanza”.
“Quien tiene capital con qué pagar, paga y sale bien en los negocios”;
“Quien no tiene con qué pagar, debe pagar con dolor…”
“Haz buenas obras para que pagues tus deudas…”

Es posible conseguir créditos con los Maestros del Karma y esto es algo que muchos ignoran…

Empero, es urgente saber que todo crédito se debe cancelar con buenas obras o con supremo dolor…

Yo debía Karma de vidas anteriores y fui perdonado. Ya se me había anunciado un encuentro especial con mi Divina Madre Kundalini. Sabía muy bien que al llegar a determinado grado esotérico, sería llevado a su presencia.

Y ciertamente llegó el ansiado día, y fui conducido ante ella, un Adepto de la Fraternidad Oculta me sacó del cuerpo físico en el Eidolón y me llevó al Adoratorio…

Vi en el muro del Sancta un misterioso obelisco en el que resplandecía una madona terriblemente divina: era mi Madre…

Hincado, arrodillado, postrado, en tremenda adoración, lloré, clamé, supliqué…

Aquella madona se desprendió del obelisco y vino a mí como síntesis maravillosa de la Sabiduría, el Amor y el Poder…

Imposible explicar con humanas palabras lo que en esos instantes de éxtasis sentí; en ella estaba representado lo mejor de todas esas bellas madrecitas que he tenido en mis varias reencarnaciones. Empero… es obvio que ella iba más lejos debido a sus infinitas perfecciones.

En un par de cómodos sillones nos sentamos frente a frente muy juntos, hijo y Madre… algo tenía que pedir y hablé con una voz que me asombró a mí mismo.

–Te pido que me perdones todos mis delitos cometidos en vidas anteriores, porque tú sabes que hoy en día sería incapaz de caer en esos mismos errores”.

–Lo sé hijo mío, respondió mi Madre Divina con voz de paraíso, llena de infinita ternura.

–Ni por un millón de dólares volvería yo a repetir esos errores, continué diciendo…

¿Qué es eso de dólares, hijo mío? ¿Por qué dices eso? ¿Por qué hablas así?…

–Dispénsame Madre mía, lo que sucede es que allá, en ese mundo físico vano e ilusorio donde vivo, se habla así…

-Comprendo hijo mío, –respondió mi Madre–, y con estas palabras de la adorable me sentí reconfortado…

–Ahora sí, Madre mía, te pido que me bendigas y perdones, exclamé lleno de beatitud suprema…

Terrible fue aquel momento en que mi Madre, de rodillas, hincada, con infinita humildad, me bendijo, diciendo:

–Hijo mío, estáis perdonado…

–Permitidme que bese tus pies, Madre mía, –exclamé–. Entonces, ¡Oh Dios! al depositar el ósculo místico en sus divinales plantas, descubrí cierto símbolo equivalente al del sagrado lavatorio de la ultima cena.

Es ostensible que capté intuitivamente la honda significación de tal símbolo…

Ya había disuelto el Yo Pluralizado en las regiones minerales de nuestro planeta Tierra, más debía seguir muriendo en los infiernos de Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno…

Más tarde, después de haber investigado cierto error muy lamentable de mi pasada reencarnación, estuve a punto de ser atropellado por un carro en México, D. F., es incuestionable que si previamente no hubiese sido perdonado el Karma habría ido a parar al cementerio o al hospital…

Cuando tuve en mis manos el Libro de mi propio Destino, pues cada persona tiene el suyo, encontré sus páginas en blanco; las cuentas pendientes habían sido borradas por mi Divina Madre Kundalini: sólo en cierta página hallé el nombre de una montaña donde más tarde deberé vivir.

–¿Es este algún Karma? pregunté a los Señores de la Ley.

–No es Karma, se me respondió. Iréis a vivir allí para bien de la Gran Causa. Empero esto último no es obligatorio; se me concede libertad de elección…

Ya no debo Karma humano común y corriente, más es claro que debo pagar impuesto a los Señores de la Ley. Todo tiene un precio y el derecho a tener un cuerpo físico y a vivir en este mundo hay que pagarlo; los Adeptos de la Fraternidad Oculta pagamos con buenas obras…

Negociar con los Señores de la Ley es posible a través de la Meditación: orad, meditad y concentraos en Anubis, el Regente más exaltado de la Buena Ley…

“Para el indigno todas las puertas están cerradas, menos una: la del arrepentimiento”… “Pedid y se os dará, golpead y se os abrirá”.

Samael Aun Weor

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