Mientras haya una lágrima que enjugar, los adeptos que han alcanzado la maestría renuncian a la dicha inefable del Absoluto que ganaron y retornan a la Tierra a servir,a consolar, a ayudar. Muchos de ellos, como el Divino Jesús, el Cristo, echan sobre sus espaldas el karma de los hombres y voluntariamente aceptan el martirio o aparentemente mueren en las mazmorras de la Inquisición como el Maestro Cagliostro.
La justicia está más allá del bien y del mal. Cuando usted llegue a la luz sabrá lo que es el amor, y cuando sepa lo que es el amor, sabrá amar y comprenderá que amor consciente es ley. No vale hacer el bien sino saberlo hacer.
Karma es ley de compensación, no de venganza. Hay quienes confunden a esta ley cósmica con el determinismo, y aún con el fatalismo, al creer que todo lo que ocurre al hombre en la vida está determinado inexorablemente de antemano. Es verdad que a los actos del hombre los determinan la herencia, la educación y el medio, pero también el hombre tiene libre albedrío y puede modificar sus actos, educar su carácter, formar hábitos superiores, combatir debilidades, fortalecer virtudes, etc.
Los Maestros del Karma son jueces de conciencia que viven en estado de Jinas. Ante ellos, el que tiene con que pagar, paga, y sale bien librado en los negocios. Tenemos que hacer constantemente buenas obras para que tengamos con qué pagar nuestras deudas de ésta y de vidas pasadas. Todos los actos del hombre están regidos por leyes superiores unas, inferiores otras. En el amor se resumen todas las leyes superiores. Por eso, hablando del amor, dice el Maestro Pablo: “El amor es sufrido, bueno; no envidia, no se ensancha, no injuria, no busca lo suyo, no se irrita, no se huelga de la injusticia mas se huelga de la verdad; todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
El jefe de los sacerdotes del Tribunal del Karma es el gran Maestro Anubis. En ese tribunal solo reina el terror de amor y justicia. En él existe un libro con su debe y haber para cada hombre donde se anotan minuciosamente a diario sus buenas y malas acciones. Las buenas las representan raras monedas que los maestros acumulan en beneficio de los hombres y mujeres que las ejecutan. En ese tribunal también se encuentran abogados defensores, pero todo se paga, nada se consigue regalado. El que tiene buenas obras paga y sale bien librado en los negocios. Los Maestros del Karma también conceden créditos a quienes los solicitan, pero estos créditos se pagan con trabajos desinteresados e inspirados por amor hacia los que sufren.
“Que ames a Jehová tu Dios, que oigas su voz y te allegues a Él, Él es tu vida y la longitud de tus días a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres Abraham, Isaac y Jacob, que había de dar”. La vida es un tablero de ajedrez en el cual cada acto nuestro es una jugada. Si nuestras jugadas son buenas, inteligentes y oportunas, el resultado será el éxito, salud y longevidad. Si, por el contrario, nuestras jugadas son hechas de mala fe, egoístas e inoportunas, el resultado será el fracaso, enfermedad y muerte.
“Que nadie se engañe a sí mismo; lo que el hombre sembrare eso cosechará y sus obras lo seguirán”.
Al ser llevados los iniciados al santuario secreto de la doble Casa de la Vida para pesar sus corazones, donde son puestos en orden de estaturas alrededor de la Gran Sala de la Verdad, sentados en cuclillas, los esperan el gran sacerdote Anubis y sus 42 jueces asesores, todos con máscaras en forma de cabezas de chacal o lobo emplumado, emblema de la verdad. Vestido todo de blanco y lleno de terror el iniciado declara:
“Yo no he hecho llorar a nadie, yo no he realizado hechos reprobables, yo no he practicado el mal, yo no he hecho trabajar a los hombres más de lo debido; yo no he hecho temer, yo no he afligido a las viudas, yo no he oprimido a los huérfanos; yo no he hecho que el amo maltrate al criado; yo no he matado; yo no he robado templos, yo no he robado sus objetos a los cadáveres; yo no he dormido con mujer ajena; yo no he encarecido los comestibles; yo no he alterado el fiel de las balanzas; yo no aparté la leche de la boca del niño; yo no he privado a los ganados de sus pastos; yo no he aprisionado a pájaros; yo no detuve el agua cuando debía correr; yo no he apagado la luz cuando debía alumbrar; yo no he puesto obstáculos en el camino de los hombres; yo no he fornicado. Soy puro, soy puro, soy puro”.
Cuando ofician como jueces, los Maestros del Karma usan la máscara sagrada en forma de cabeza de chacal o lobo emplumado, y con ella se presentan a los iniciados en los mundos internos. Esa es la crueldad de la ley del amor.
Lo único que aprovechamos de nuestras encarnaciones es el valor de la experiencia. Con la muerte de la personalidad, nuestros cuatro cuerpos de pecado dejan de tiranizarnos y se someten humildemente a la voluntad del Intimo o alma universal.
El “yo” no evoluciona, se va complicando en cada encarnación. Muchos llaman a esto evolución. Los hombres sencillos de hace milenios son los hombres complicados y difíciles de hoy. La evolución se realiza en la conciencia del mineral cuando éste despierta en el vegetal, en el vegetal cuando despierta en el animal, en el animal cuando despierta en el hombre, etc. Cuando el “yo” muere totalmente en nosotros, nacemos en el Absoluto. Pero antes, Satanás nos ofrece reinos y paraísos. Los que ceden se convierten en cadáveres, en sus esclavos, y aplazan por muchas encarnaciones su entrada en la dicha inefable del Absoluto.
Nadie, sino Cristo en el hombre, es el único que puede perdonar pecados. El perdón sólo lo obtiene el pecador cuando hace conciencia del pecado cometido y del propósito inquebrantable de no volver a pecar. Por eso dice Salomón: “Con todo lo que obtengas, obtén comprensión”. Y la Biblia añade: “Dios no quiere que muera el pecador, Dios quiere que viva para que se arrepienta”.
Práctica
Desde hoy en adelante su conducta debe ser muy cuidadosa para que en usted se exprese su Cristo interno. Sus pensamientos, palabras y obras, sólo serán inspirados por la verdad, el amor y la justicia. Practique diariamente la meditación, durante la misma vea que el fuego sagrado del Espíritu Santo, que se desprendió de su médula espinal para poner en movimiento al loto maravilloso de doce pétalos de su chakra cardíaco, se desprende ahora hacia el no menos maravilloso loto de dieciséis pétalos de su creador chakra laríngeo y lo pone en movimiento de izquierda a derecha; concéntrese en él por más de media hora, ya sea después de levantarse por las mañanas o antes de acostarse por las noches.
El Maestro Samael Aún Weor