“Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva (la tierra del futuro, después del gran cataclismo); porque el primer cielo y la primera tierra (la actual), se fueron, y el mar ya no es” (Ap. 21: 1).
“Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalem nueva (la tierra de la futura sexta raza), que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido (el Cristo)” (Ap. 21: 2).
“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios (Interno) será su Dios con ellos” (Ap. 21: 3).
“Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más, y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas son pasadas” (Ap. 21: 4).
“Y el que estaba sentado en el trono (el Dios Interno) dijo: He aquí, yo hago nueva todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Ap. 21: 5).
“Y díjome: Hecho es. Yo soy Alpha y Omega; el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente” (Ap. 21: 6). Realmente Él es Alfa y Omega, el principio y el fin de todas las cosas.
El hombre tiene el cuerpo, el alma y el Íntimo. Más allá del Íntimo, todo hombre tiene tres profundidades: La primera es el origen de la vida; la segunda es el origen de la palabra, y la tercera es el origen de la fuerza sexual.
Estas tres profundidades divinales de cada hombre constituyen el resplandeciente Dragón de Sabiduría. Cada hombre tiene su Dragón de Sabiduría. Él es el Dios Interno. Y es Alfa y Omega, el principio y el fin. Él es el Cristo Interno que el hombre necesita encarnar dentro de sí mismo.
A todo aquel que tenga sed, él le dará de la fuente, del agua de vida gratuitamente. Dichoso aquel que sepa beber de las aguas puras de vida, porque nunca jamás volverá a tener sed (Juan 4: 14). La clave está en el arcano A.Z.F.
El fuego (I: Ignis) debe fecundar el agua (A: Aqua, agua) para que nazca el Espíritu (O: Origo; Principio, espíritu).
El gran Maestro Huiracocha ha hablado sobre el I.A.O. extensamente en su «Logos, Mantram, Magia», y en su novela «Rosacruz». Este Mantram se vocaliza letra por letra, separando cada letra y prolongando el sonido de cada letra en el preciso instante de estar conectado a la esposa (la sacerdotisa). Así despierta la serpiente sagrada.
“El que venciere (la pasión sexual), poseerá todas las cosas; y yo seré su Dios (me encarnaré en él), y él será mi hijo (porque se ha Crístificado). Mas a los tenebrosos (miedosos, cobardes e incrédulos), a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21: 7, 8).
El lago ardiendo con fuego y azufre, es el lago de la pasión carnal. Ese lago son los bajos fondos animales del hombre, y su región atómica es el abismo. Allí los tenebrosos se van desintegrando lentamente hasta morir. Esa es la muerte segunda.
“Y vino a mi uno de los siete ángeles que tenía las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo: Ven acá; yo te mostraré la esposa, mujer del Cordero” (Ap. 21: 9).
El ser humano puede viajar en cuerpo astral a cualquier lugar del mundo, o del infierno. La clave para salir conscientemente en cuerpo astral es la siguiente: Acostado boca arriba en su lecho, adormézcase el discípulo vocalizando las sílabas LA RA. El estudiante vocalizará estas dos sílabas separadamente, sin juntarlas entré sí, así:
LA….. RA…..
La vocalización de estas dos sílabas sagradas se hace mentalmente.
Estas dos sílabas tienen el poder de hacer vibrar intensamente las energías sexuales. El discípulo vocalizando, se adormecerá entre su cama tranquilamente. Cuando el estudiante vocaliza estas dos sílabas, hace vibrar las energías sexuales, las energías creadoras del Tercer Logos.
Esta clase de energías, cuando vibran intensamente, produce un sonido muy dulce y apacible, algo semejante al canto del grillo. El estudiante debe aprender a manejar este sonido. Esa es la sutil voz que nos confiere el poder de salir conscientemente en cuerpo astral. En instantes de estar escuchando el místico sonido, el estudiante debe levantarse de su cama y dirigirse a cualquier lugar del mundo. No es cuestión de levantarse mentalmente. Lo que estamos Enseñando tradúzcase en hechos.
Al levantarse el discípulo, se desprende de su cuerpo físico, y entonces puede entrar en los mundos superiores para estudiar los grandes misterios de la vida y de la muerte. Todo aquel que quiera aprender a cantar las dos sílabas sagradas, que escuche la flauta encantada de Mozart. Esa obra fue una iniciación que Mozart recibió en Egipto.
El profeta fue sacado de su cuerpo en espíritu y llevado a ver la Jerusalem Celestial. “Y llevóme en espíritu a un grande y alto monte, y me mostró la grande ciudad santa de Jerusalem, que descendía del cielo de Dios, teniendo la claridad de Dios; y su luz, era semejante a una piedra preciosa, como piedra de jaspe, resplandeciente como cristal” (Ap. 21: 10, 11).
Esta piedra preciosísima, como piedra de jaspe, son los órganos sexuales de los Cristificados. La piedra resplandece como cristal. Recordemos al cristal, vidrio líquido, flexible, maleable. Ese vidrio es el semen Cristónico. Vitriolo (Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Ocultum Lapidem: Visita el interior de la tierra que rectificando encontrarás la piedra oculta). Esa piedra oculta es la piedra filosofal. Hay que buscar en el interior de nuestra tierra filosófica, que rectificando hallaremos esa piedra preciosísima, como piedra de jaspe, resplandeciente como cristal.
Inmissio Membri Virilis in Vaginam Sine ejaculatio Seminis.
El sabio Huiracocha dice: “Probadlo. La posición descrita puede durar una hora y se sentirá una sensación de bienestar inefable. Pecho contra pecho, los dos plexos solares en inmediato contacto, todos los centros astrales sobrepuestos permiten un intercambio de corrientes para establecer una justa androginidad”.
Todo iniciado levanta su propia Jerusalem sobre la piedra viva. Esa piedra es el sexo. Existe la Jerusalem del hombre, la Jerusalem de arriba y la Jerusalem de abajo. “Sicut que superius Sicut quod inferius”.
Los mundos superiores son la Jerusalem de arriba. La tierra de la futura sexta raza es la Jerusalem de abajo. El hombre y todos sus vehículos Cristificados es la Jerusalem humana. La Nueva Jerusalem resplandece de gloria.
“Y tenía un muro grande y alto con doce puertas (las doce puertas zodiacales en el universo y en el hombre); y en las puertas, doce ángeles (zodiacales), y nombres escritos que son los de las doce tribus de Israel” (Ap. 21: 12). Son los doce tipos fundamentales en que se divide la humanidad de acuerdo con la influencia de los doce signos zodiacales.
“Tal como es arriba es abajo”. El hombre tiene doce facultades gobernadas por doce ángeles atómicos. En el espacio estrellado y en el hombre existen doce signos zodiacales. Es necesario transmutar la energía sexual y hacerla pasar por las doce puertas zodiacales del organismo humano.
Continúa hablando el profeta sobre las doce puertas zodiacales así: “Al oriente tres puertas, al norte tres puertas; al mediodía tres puertas; al poniente tres puertas” (Ap. 21: 13).
“Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos y en ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap. 21: 14). Los doce signos zodiacales, y las doce esferas energéticas que se penetran y compenetran sin confundirse.
En los doce planos se realiza totalmente la humanidad solar. El arcano doce es el fundamento de la Jerusalem Celestial, el arcano doce es el símbolo de la alquimia sexual. En el tarot el arcano doce aparece así: “Símbolo, un hombre que está colgado por un pie y cuyas manos están atadas a la espalda, de modo que su cuerpo forma un triángulo con la punta hacia abajo y sus piernas una cruz por encima del triángulo. La potencia tiene la forma de una Tau hebrea; los dos árboles que la sostienen tienen cada uno seis ramas cortadas”. Este es el sacrificio y la obra realizada. Este se llama alquimia sexual.
Existen en el mundo millones de libros de yoga, ocultismo, teosofía, rosacrucismo, etc. Existen también millares de escuelas, algunas de ellas con muy antiguas tradiciones y muy venerables.
Podría un estudiante someterse a las más rigurosas disciplinas, practicar con la Kriya, visitar millares de escuelas, centros, logias; adquirir títulos, grados, y recibir de sus instructores bellos nombres y muy sonoros; pero si el estudiante no practica magia sexual, no pasará de ser muy venerable para su gente, muy culto y hasta erudito.
Pero allá arriba, en los mundos superiores será siempre un aficionado a los estudios espirituales, un discípulo ignorante, una pobre sombra mística, un profano, o en el peor de los casos, un peligroso sujeto. Hay que trabajar con el oro y la plata; hay que trabajar con la luna y el sol para edificar la Jerusalem Celestial dentro de cada hombre. El oro y la plata, el sol y la luna, son las fuerzas sexuales del hombre y la mujer.
La mujer alquimista tampoco debe llegar hasta el orgasmo fisiológico. Así transmuta sus energías sexuales y despierta la culebra. El grado más alto que alcanza la mujer en estos estudios, es el grado de Virgen.
La alquimia sexual es el arte hermético. El arte hermético es altamente científico, altamente filosófico y altamente místico. En el arcano doce se halla encerrada toda la ciencia y la filosofía de la Gran Obra. En el semen Cristónico se esconde el fuego secreto viviente y filosofal. La mística de la alquimia sexual es la de todos los viejos iniciados. La filosofía de la alquimia sexual tiene sus principios en la escuela de los Esenios; en la escuela de Alejandría; en las Enseñanzas de Pitágoras; en los misterios de Egipto, Troya, Roma, Cartago, Eleusis; en la sabiduría de los aztecas y de los mayas, etc.
La ciencia de la alquimia sexual y sus procedimientos hay que estudiarlos en los libros de Paracelso, Nicolás Flamel, Raymundo Lulio. También encontramos los procedimientos escondidos entre el velo de todos los símbolos, en las figuras hieráticas de los viejos jeroglíficos de muchos templos antiguos, en los mitos griegos, egipcios, etc.
¡Tú! que buscas la iniciación. ¡Tú! que lees tanto.
¡Tú! que vives mariposeando de escuela en escuela, siempre buscando, siempre anhelando, siempre suspirando, dime con sinceridad: ¿Ya despertaste el Kundalini? ¿Ya abriste las siete iglesias de tu médula espinal? ¿Ya encarnaste el Cordero?
¡Tú! que buscas, dime: ¿Ya dominas los terremotos? ¿Caminas sobre las aguas? ¿Controlas los huracanes? ¿Calmas las tempestades? ¿Parlas en el lenguaje de oro?
¿Ves en los mundos superiores, y sois capaz de estudiar toda la historia de la tierra y de sus razas, en los archivos sellados de la naturaleza?
Contéstame, hermano lector. Sé sincero contigo mismo. Pon la mano en tu corazón y contéstame con sinceridad: ¿Te has realizado? ¿Estás seguro que con tus teorías te convertirás en un dios.? ¿Qué has logrado? ¿Qué has conseguido con todas tus teorías?
El pobre siervo que escribe este libro es un iniciado en los misterios lemures, egipcios, tibetanos, etc., y jamás conoció en la historia de los siglos a algún Maestro auténtico que se hubiera podido Crístificar sin practicar magia sexual.
Si tú tienes esperanza de liberarte, de realizarte, de cristificarte sin practicar magia sexual, eres digno de piedad, mereces compasión, eres un imbécil. Hay que transmutar el plomo de la personalidad en el oro purísimo del espíritu.
La sal (materia) y el azufre (fuego), son urgentes para preparar el mercurio filosófico (semen). A este mercurio hay que transmutarlo y sublimarlo hasta el corazón. En el corazón está el Cristo. En el corazón se mezclan las fuerzas que vienen de arriba con las que suben de abajo. Lo de abajo debe mezclarse con lo de arriba, para que lo de abajo suba a los mundos superiores de la Gran Luz.
Así es como logramos el ligamen de la cruz con el triángulo. La cruz hombre debe ligarse con el triángulo espíritu, mediante el oro potable (fuego sagrado del sexo). Estos son los doce fundamentos de la Jerusalem Celestial.
El hombre que se forma entre el vientre materno es el resultado del acto sexual, no es el resultado de ninguna teoría, ni de ninguna escuela. El hombre es hijo de un macho y de una hembra. Hubo besos, hubo amor, hubo un varón, hubo una mujer y también hubo un coito que te engendró y esa madre que te parió.
¿Por qué te olvidas de eso? ¿Con qué teoría te engendraron? ¿Por qué quieres ahora nacer como un Maestro del Gran Día en los mundos de la luz, excluyendo el Phalo y el útero? Lo natural es lo natural, querido lector; no cometas el error de querer nacer con teorías. Nadie puede nacer por las patas, ni comer con las rodillas. Cada cosa en su lugar. Cada cosa con su cosa.
Lo que es natural es natural. El nacimiento del Hijo del Hombre es sexual ciento por ciento. Si a pesar de todo lo que te decimos, tú tienes todavía esperanzas de lograr la iniciación con el famoso sistema fuelle -a base exclusiva de ejercicios respiratorios-, el tiempo y los años os van a probar que estáis equivocado, y rodaréis al abismo inevitablemente.
El sistema fuelle, los asanas, las kriyas, etc., son magníficos, son maravillosos, no los podemos subestimar, son coayudantes útiles para el despertar de los chacras y la limpieza de los canales nerviosos, etc. Pero si el yogui no practica magia sexual se hundirá en el abismo, aun cuando sea fanático del sistema fuelle.
“Y el que hablaba conmigo, tenía una medida de una caña de oro para medir la ciudad, y sus puertas, y su muros” (Ap. 21: 15). La caña de oro es la espina dorsal del hombre.
A lo largo del canal medular suben los fuegos espinales. El desarrollo, ascenso y evolución del Kundalini es dificilísimos. Cada una de la treinta y tres vértebras espinales corresponde a las treinta y tres cámaras sagradas del templo. Los fuegos espinales están controlados por los fuegos del corazón. El Kundalini sube muy lentamente basado en magia sexual y santificación. Cada vértebra tiene sus virtudes y sus pruebas. Es imposible lograr el ascenso a cualquier vértebra sin el permiso de los fuegos cardiacos. Los méritos del corazón controlan el ascenso del Kundalini.
El Gurú que no haya recibido la caña, no es un Gurú verdadero. Todo iniciado que levanta la serpiente sobre la vara recibe la caña. La ciudad y las puertas y su muro deben ser medidos con la caña. La Jerusalem de todo hombre debe ser medida con la caña. El maestro que todavía no ha despertado el Kundalini, es un falso profeta.
Existen tres vestíbulos: Primero, el vestíbulo de la ignorancia. El segundo, el vestíbulo del estudio. Tercero, el vestíbulo de la sabiduría.
En el primer vestíbulo viven las multitudes humanas. En el segundo vestíbulo están todas las teorías, escuelas, logias, ordenes, etc. El tercer vestíbulo es el de la sabiduría. En este vestíbulo encontramos al Maestro y al Dios Interno que nos conducen a la Gran Luz.
Cuando estamos en el segundo vestíbulo, estudiamos astrología, yoguismo, teosofía, etc.
Entonces estamos buscando; visitamos escuelas, mariposeamos de flor en flor. Cada flor es una secta, teoría, escuela, logia, etc.; y así hay gentes que pasan muchas reencarnaciones buscando, curioseando aquí y acullá leyendo, etc.
Cuando el estudiante cansado de suspirar quiere al fin saber, se mete por la puerta angosta, estrecha y difícil. Esa puerta es el sexo. Entonces es cuando realmente estamos en la tercera sala. La Sala de la Sabiduría. En esta sala encontramos al Dios Interno y al Gurú que nos conduce a la Gran Realidad. Necesitamos edificar la Jerusalem Celestial sobre la piedra viva.
“Y la ciudad está situada y puesta en cuadro, y su largura es tanta como su anchura: y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios, la largura y la anchura y la altura de ella son iguales” (Ap. 21: 16).
Hemos llegado a la cuadratura del circulo, al movimiento perpetuo. La ciudad está situada puesta en cuadro. Esto nos recuerda al Santo Misterioso Tetragrammaton, el Santo Cuatro.
Si exploramos profundamente el interior de nuestro Ser Divinal, hallamos tres profundidades. Esas tres profundidades emanan del punto matemático. Es urgente saber que ese punto es un átomo súper divino del Espacio Abstracto Absoluto. El nombre cabalístico de ese átomo es el de “Ain Soph”.
Las tres profundidades Crísticas que llevamos dentro, emanan del Ain Soph. Este es el ternario emanado del punto matemático. 3 + 1 = 4. Tres más uno es igual a cuatro. He aquí el Santo Tetragrammaton.
El Dragón de Sabiduría (el Cristo Interno) emanó del Ain Soph, y volverá al Ain Soph. La ciudad está puesta en cuadro porque es el templo perfecto del Cordero. Y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios. El número doce mil se descompone cabalísticamente así: 12,000 = 1 + 2 = 3. He ahí el ternario, el Cordero que emanó de un átomo súper divino.
El Adorable resplandece dentro de los vehículos internos de todo aquel que se haya Crístificado. Eso es amor.
Es imposible edificar la Nueva Jerusalem sin el Santo Cuatro.
El nombre del Eterno tiene cuatro letras hebraicas: IOD, HE, VAU, HE.
Estos son los cuatro vientos. Pocos son los que saben pronunciar este nombre como es debido. Todo aquel que quiera edificar la Nueva Jerusalem, debe despertar el fuego sagrado del Kundalini. La serpiente Pentecostal es el INRI, el Azoe. El sol es su padre, la luna su madre, el viento la llevó en su vientre, y la tierra filosófica fue su nodriza.
El alquimista que quiera edificar la Nueva Jerusalem, debe trabajar en su laboratorio con el azufre (fuego), el azoe (aire), el mercurio (agua) y la tierra.
La Gran Obra esta simbolizada por el león (fuego), el águila (aire), el hombre (agua) y el toro (tierra).
Estos cuatro elementos forman la Cruz de la Iniciación. Sabed vosotros que la cruz de la iniciación se recibe en el Templo-Corazón.
Debemos trabajar con los elementales del fuego, de los aires, de las aguas y de la tierra, en la Montaña Sagrada. Esa Montaña Sagrada ya sean los Himalayas o los Alpes o la Cordillera Andina, simboliza la médula espinal con sus treinta y tres vértebras. En la Montaña Sagrada debemos ser alquimistas. Sólo así podemos recibir la iniciación en el Templo-Corazón. Necesitamos transmutar el plomo en oro para edificar la Nueva Jerusalem.
Las salamandras encienden el fuego y fecundan a las ondinas del agua para que nazca la vida.
Los gnomos o pigmeos que habitan entre la Gran Cordillera, transmutan el plomo en oro. Los silfos alegres y juguetones animan el fuego para que la Gran Obra se realice.
El recipiente debe estar herméticamente cerrado, para impedir a toda costa que la materia prima se derrame. Así es como el plomo de la personalidad se transmuta en el oro vivo del espíritu. El recipiente debe estar animado por el fuego de las salamandras. “Cuece y recuece y vuelve a cocer, y no te canses de cocer”.
Los silfos del aire animan las llamas del pensamiento. Los gnomos transmutarán el plomo de tus pasiones en el oro del espíritu, y las ondinas, a veces pasionales, se moverán dichosas entre la materia prima o esperma universal.
Las criaturas del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra, no pueden estar ausentes en la Gran Obra. Sin las criaturas de los cuatro elementos no se puede transmutar el plomo en oro.
Los gnomos no podrían transmutar el plomo en oro, sin agua y sin ondinas. El agua y las ondinas deben ser fecundadas y calentadas por el fuego abrasador de las salamandras. Sólo así es posible evaporar las aguas, y transmutar el plomo de la personalidad en el oro purísimo del espíritu. Sin la mística acción de los silfos, el alquimista se desanima y la Gran Obra fracasa. Estas criaturas de los cuatro elementos están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Todo Maestro de transmutaciones metálicas edifica la Jerusalem Celestial.
“Y la ciudad esta situada y puesta en cuadro, y su largura es tanta como su anchura”. Sin el Santo Cuatro es imposible edificar la Nueva Jerusalem.
IOD, es el hombre; HE, la mujer; VAU, el Phalo; HE, la Vulva.
Con el Santo Nombre del Eterno se escriben las cosas inefables. Y los animales vienen y se van. Las cuatro letras sagradas se mueven y combinan en toda la creación.
“Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, medida de hombre, la cual es de ángel” (Ap. 21: 17). 144 = 1 + 4 + 4 = 9. Esta es la novena esfera (el sexo).
Hay que bajar a la novena esfera (el sexo), y trabajar con el fuego y el agua, origen de mundos, bestias, hombres y dioses. Toda iniciación auténtica blanca, comienza por allí.
A la novena esfera bajaron todos aquellos que lo encarnaron. Hermes, Jesús, Krishna, Rama, etc. A la novena esfera bajaron también Budha, Dante, Pitágoras, etc. Hilariux IX dice que el descenso a la novena esfera era, en los antiguos misterios, la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante.
El nueve es medida de hombre, la cual es de ángel. Nueve meses permanecemos entre el vientre materno. Sólo en la novena esfera puede nacer el Hijo del Hombre. No se ha conocido jamás ángel que no haya nacido en la novena esfera.
Aquel que quiera cortar la cabeza a la Medusa (el yo) debe bajar a la novena esfera.
Aquel que quiera encarnar al Cristo, tiene que bajar a la novena esfera. Aquel que quiera disolver el yo debe bajar a la novena esfera. La novena esfera es el Sanctum Regnum de la omnipotencia divina del Tercer Logos. En la novena esfera hallamos la fragua encendida de Vulcano.
Todo pichón que trabaje en la Gran Obra, debe apoyarse en su báculo, alumbrarse con su propia lámpara y envolverse en su manto sagrado. Todo pichón debe ser prudente. Si queréis encarnar al Cristo, sed como el limón. Huid de la lujuria y del alcohol. Matad hasta las más íntimas raíces del deseo.
“Y el material de su muro era de jaspe; mas la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio” (Ap. 21: 18).
Sólo con la piedra filosofal (el sexo) podemos levantar el muro de la Nueva Jerusalem. Mas la ciudad (los vehículos internos del hombre) era de oro puro, semejante al vidrio limpio. Los leones de oro adornan los tronos de los reyes divinos. El oro simboliza al fuego sexual del Kundalini.
El oro potable (fuego Pentecostal) es semejante al vidrio líquido flexible, maleable. Ese vidrio es el semen Cristónico. Los fuegos dorsales son pentecostales. Los fuegos del corazón son Crísticos y en la frente centellean terriblemente los rayos del Padre.
“Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados de toda piedra preciosa. El primer fundamento, era jaspe (la piedra filosofal); el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto esmeralda; el quinto, sardónica; el sexto, sardio; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista” (Ap. 21: 19, 20). Cada una de estas piedras representa determinadas virtudes. Todas estas piedras sagradas adornan la espada de justicia.
Existen nueve iniciaciones de misterios menores y siete grandes portales de misterios mayores. Todas las iniciaciones las recibe el íntimo. El Testamento de la Sabiduría dice: “Antes de que la falsa aurora amaneciera sobre la tierra, aquellos que sobrevivieron al huracán y a la tormenta, alabaron al íntimo, y a ellos se les aparecieron los Heraldos de la Aurora”.
El yo no recibe iniciaciones. La personalidad humana no recibe nada. Sin embargo, el yo de muchos iniciados se llena de orgullo diciendo: Yo soy un maestro, yo tengo tantas iniciaciones. El yo se cree iniciado y goza reencarnándose “dizque” para perfeccionarse. El yo no se perfecciona jamás. El yo se reencarna para satisfacer deseos. Eso es todo.
Las experiencias de cada reencarnación complican al yo y lo vuelven cada vez más perverso. La evolución es un proceso de complicación de la vida. Conforme vamos disolviendo al yo, recibimos las piedras preciosas. En los mundos superiores el íntimo recibe sus piedras sagradas: anillos, cadenas, joyas inefables adornadas con las sagradas piedras, etc.
Cualquier mala acción es suficiente como para perder ciertas piedras sagradas, lo cual significa pérdida de grados. Un iniciado que obligaba a su mujer a realizar el acto sexual estando enferma, estuvo a punto de perder un zafiro de su espada. Afortunadamente el iniciado supo obedecer cuando fue advertido por la Logia Blanca.
El yo es memoria, manojo de recuerdos, polvo de los siglos. Conforme lo vamos disolviendo recibimos grados y piedras preciosísimas. Cuando el Dragón de Sabiduría ha disuelto el yo, entonces los diez Sephirotes resplandecen como piedras preciosas en su inefable cuerpo de gloria.
Primero debemos decapitar al yo con la espada, en la fragua encendida de Vulcano. Después comenzamos a morir lentamente. El yo se va disolviendo a base de alquimia y rigurosa comprensión. Eso es revolución total.
“Y las doce puertas eran doce perlas; en cada una, una; cada puerta era de una perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio transparente” (Ap. 21: 21).
La perla es lunar. El sexo es lunar. Las doce perlas simbolizan el fuego sexual de Pentecostés resplandeciendo en las doce facultades del hombre. La plaza de la Jerusalem Celestial es de oro puro como vidrio transparente. La Jerusalem humana tiene doce puertas, doce vehículos.
Los hermanos teosofistas han estudiado el septenario del hombre. Todo Crístificado tiene doce cuerpos, doce vehículos que lo conectan a la Gran Realidad. Existen doce esferas energéticas donde vive y se desenvuelve una humanidad solar. Así, pues, la Jerusalem Celestial tiene doce puertas, y cada puerta es una perla, una región o mundo.
También existe un Cinturón Zodiacal con doce constelaciones. La Jerusalem Nueva, la tierra de la futura sexta raza se está gestando entre la matriz zodiacal. Toda evolución comienza en Leo y termina en Leo.
La plaza de la ciudad es de oro puro (fuego sagrado), como el vidrio, flexible, maleable, llamado también semen Cristónico. De ese vidrio líquido se levanta el fuego Pentecostal. Todos los doce vehículos de un Crístificado resplandecen gloriosamente entre el fuego y la luz del espacio infinito. Esa son las doce perlas. Esa es la Jerusalem Celestial.
Cada habitante de la Nueva Jerusalem será por si mismo una verdadera Jerusalem Celestial.
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso (el Ser Interno) es el templo de ella y el Cordero” (Ap. 21: 22).
Este versículo no significa que dejen de existir los templos cósmicos de instrucción interna. La cuestión es más profunda: En la Nueva Jerusalem las siete religiones actuales y las cinco mil sectas ya no tendrán razón para existir, porque el Cordero habrá encarnado en todo hombre. Esa será la edad del Cristo.
“Y la ciudad no tenía necesidad de sol (físico), ni de luna (física) para que resplandezcan en ella; porque la claridad de Dios la iluminó; y el Cordero era su lumbrera” (Ap. 21: 23).
“Y las naciones que hubieren sido salvas andarán en la lumbre de ella y los reyes de la tierra (los iniciados), traerán su gloria y honor a ella” (Ap. 21: 24).
“Y sus puertas nunca serán cerradas de día, porque allí no habrá noche” (Ap. 21: 25).
“Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella” (Ap. 21: 26).
“No entrará a ella ninguna cosa sucia, o que hace abominación y mentira; sino solamente los que están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Ap. 21: 27).
Samael Aun Weor
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