Algunos antecesores de Darwin creyeron que el agrupamiento de especies en árboles genealógicos era el resultado de la evolución de una especie a otra. Es obvio que tal creencia es en el fondo una hipótesis absurda, pues nosotros jamás hemos asistido al nacimiento de una nueva especie.
Lamarck opinaba que la evolución había tenido lugar por la adaptación de plantas y animales al medio ambiente, transmitiéndose las características adquiridas a la generación siguiente.
Darwin llegó aún más lejos en sus exposiciones, con la idea descabellada de que los tipos nuevos emergían por variaciones ocasionales, debidas al azar, o debido a errores de herencia y que luego eran suprimidos por supervivencia del más apto.
Al echar una mirada retrospectiva al largo sendero de la evolución, concluye el señor Darwin manifestando que en el confuso pasado debe de haber existido alguna forma primieval, simple y sencilla de vida, de la que devienen todas las demás existencias. Resulta a todas luces muy interesante aquella pregunta que ese autor citado a sí mismo se hizo: “¿De donde provienen aquellas especies originales?”. En una de sus postreras cartas, que se supone fue la última que dictó y firmó antes de su defunción, manifestaba en forma enfática que los conocimientos en aquel tiempo eran tan pobres que cualquier intento serio para explicar el origen de la vida resultaría un fracaso.
Falleció el señor Darwin sin haber descubierto el origen de la vida, escribió una teoría absurda, sin bases, sin fundamento.
Pasteur fue mucho más comprensivo; Recordemos con claridad aquel golpe que asestó a la absurda idea de que la vida podía surgir de materia inorgánica. Dijo el gran sabio: “Hay una cualidad peculiar de las sustancias químicas de las cosas animadas, que las sitúa fundamentalmente aparte de las sustancias inorgánicas”.
Pasteur desautorizó tan rotundamente a todos los fanáticos de la generación espontánea, que en verdad y aunque parezca increíble, solo pocos secuaces de tan descabellada teoría se atrevieron a especular sobre el origen de la vida.
Sobra decir que de los restantes, unos optaron por el concepto de que fue necesaria alguna chispa milagrosa para dar vida al primer ser viviente; otros, indudablemente los más sabios, se acogieron a la sabiduría oriental, según la cual la vida es eterna y solo son perecederas las formas cambiantes.
Los gérmenes de la vida viajan eternamente de sol en sol, de mundo en mundo, a través del tiempo y la distancia. Remolinos eléctricos, vórtices de fuerza, se escapan de los mundos portando en su seno gérmenes de vida. Torbellinos eléctricos llegan a los mundos trayendo en su vientre gérmenes de vida.
La dificultad que ofrecía la TEORÍA DE LA PANSPERMIA de ARRHENIUS era que incluso las esporas de bacterias que sobrevivieron a la ebullición en los frascos de POUCHET, habrían sido probablemente muertas por los rayos ultravioletas solares poco después de atravesar velozmente la capa atmosférica protectora terrestre. Los rayos de mayor efecto letal para las esporas son posiblemente los de longitud de onda inferior a 3000 ángstroms. Según cálculos posteriores realizados por Carlos Sagan en la famosa universidad de California en Berkeley, estas esporas no hubieran podido sobrevivir ni siquiera durante el trayecto de la tierra a Marte o viceversa.
No obstante Sagan afirmaba que los rayos ultravioleta son mucho más débiles a distancias desde el Sol hasta planetas como Urano y Neptuno, y que en lo que concierne a estos, la teoría de la panspermia no queda del todo descartada, si bien —según él—, no es aplicable al origen de la vida en la tierra.
Nosotros los GNÓSTICOS vamos más lejos; no estamos hablando de esporas; afirmamos que los gérmenes elementales de la vida son llevados y traídos por torbellinos eléctricos.
Es evidente que si los gérmenes elementales de la vida universal no fuesen debidamente protegidos durante sus viajes interplanetarios, serían aniquilados por los rayos solares ultravioleta. Es ostensible y manifiesto que los gérmenes vitales de la existencia viajan entre el vientre eléctrico de los torbellinos, debidamente protegidos por la energía cósmica. Los gérmenes elementales evolucionan y se desarrollan doquiera encuentren condiciones vitales específicas.
Después de cualquier ciclo evolutivo devienen edades involutivas y las especies retornan a su estado germinal primitivo. La EVOLUCIÓN e INVOLUCIÓN de cada especie en particular, exige condiciones vitales precisas. Todas las especies vivientes que han evolucionado e involucionado en el planeta tierra, repitieron idénticos ciclos en otros mundos.
La TEORÍA DE LA PANSPERMIA de ARRHENIUS ha sido mejorada por los GNÓSTICOS y es obvio que sus fundamentos son exactos.
Samael Aun Weor