Escrito está con carbones encendidos en el libro de la Vida, que todo aquel que logre la eliminación total del ego puede llegar a cambiar de signo y de sus influencias a voluntad.
En nombre de la verdad, tengo que declarar que Ese que está dentro de mí ha cambiado de signo a voluntad. El signo de mi expersonalidad era Piscis, mas ahora soy de ¡Acuario! un signo terriblemente revolucionario.
No podemos negar que las influencias de los signos existen y nos manejan mientras no se haya hecho una revolución psicológica dentro de sí mismos. Mas en el camino de todo estudiante que aspira a la iluminación, se debe empezar por revolucionarse contra lo que establecen los horóscopos.
Eso de que un signo no es compatible con otro signo es totalmente absurdo, porque los que son compatibles son los egos, los yoes, esos elementos indeseables que cargamos dentro.
La Astrología de estos tiempos del fin no sirve para nada porque es puro comercio. La verdadera Astrología de los sabios caldeos ya ha sido olvidada.
Las gentes-máquinas no quieren cambiar porque dicen: ¡Ese es mi signo, esa es mi influencia zodiacal! etc. Jamás me cansaré de enfatizar que lo importante es cambiar emocional y mentalmente.
Se necesita cambiar mentalmente para que penetren y se manifiesten en nosotros las auténticas fuerzas zodiacales que emanan del Ser, desde la Vía Láctea, las cuales nos darán un centro permanente de gravedad.
La luz no hay que buscarla en los horóscopos, la luz surge cuando hemos eliminado de sí mismos el Rasgo Psicológico característico particular y cuando hemos creado un odre nuevo-la mente-, para verter en él las enseñanzas de la Psico-Astrología que he enseñado en mi obra Curso Zodiacal.
El Ser y la Madre Divina son los únicos que pueden emanciparnos de horóscopos de periódico y de revistillas baratas, dándonos así la educación integral.
Hay que sacudirnos el polvo de los siglos y eliminar todas nuestras rancias costumbres y creencias y salir del fanatismo astrológico. De que: ¡Es mi influencia zodiacal y qué remedio tiene! Esta forma de pensar tan subjetiva es un sofisma de distracción del ego.