La Señal de Jonás

Esta generación mala y adulterina demanda señal, más señal no le será dada, sino la de Jonás profeta. Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en la tierra tres días y tres noches”. (Mateo XII, 39-40).

Este exótico relato algo confuso del libro maravilloso de Jonás, tiene como basamento esotérico una ceremonia simbólica antiquísima que consistía en dejar al iniciado durante tres días y tres noches entre el misterio indecible de una caverna o penetral semejante en su forma a un pez.

Cuentan viejas tradiciones que se pierden en la noche aterradora de todos los siglos, que durante este intervalo, mientras el cuerpo del iniciado yacía como un cadáver entre un sarcófago, su alma ausente de la humana forma densa, experimentaba directamente en los mundos superiores el ritual de la vida y de la muerte.

Tanto el agua elemental como la perfumada tierra, elementos fuera de toda duda pasivos o sencillamente negativos, representan la purificación preliminar y la base seria de todo proceso regenerativo, que luego tiene que hacerse efectivo, por medio de los elementos superiores y activos, el aire y el fuego respectivamente, simbólicos del espíritu y de la gran realidad.

La forma extraordinaria y maravillosa del viejo ataúd de OSIRIS, llama naturalmente a la memoria por su semejanza y significado Iniciático, a otro pez, representado magníficamente por el alfabeto semita en la letra SAMEK, que ocupa el decimoquinto lugar Cabalístico, la que indudablemente simbolizaba en un principio a la famosa constelación de la ballena bajo cuya regencia debemos realizar ciertos trabajos de la “Novena Esfera”.

El quince cabalístico de Tiphón Bafometo -el Diablo-, la pasión animal, representativo de la citada constelación, nos invita a comprender lo que es el trabajo en la “Novena Esfera” (El Sexo).

El Iniciado que derrame el Vaso de Hermes, será fulminado por el Arcano dieciséis de la constelación de Aries; caerá desde la torre bajo el rayo de la justicia cósmica como la Pentalfa invertida, con la cabeza hacia abajo y las dos piernas hacia arriba.

Si adicionamos cabalísticamente las dos cifras del 15 tendremos el siguiente resultado: 1 + 5 = 6.

Seis en el Tarot es el Arcano del Enamorado; el hombre entre la virtud y la pasión. Aprended a polarizaros sabiamente con el Arcano seis y habréis vencido al espantoso 15 de la constelación de la ballena.

Recordad amado lector que en el centro del pecho tenéis un punto magnético muy especial que capta las ondas de luz y de gloria que vienen de tu alma humana.

Ella es TIPHERETH, el Arcano seis del TAROT. Escuchadla. Obedeced las órdenes que de ella dimanan.

Actuad de acuerdo con esos impulsos íntimos; trabajad en la forja de los Cíclopes cuando ella así lo requiera. Si aprendéis a obedecer no pereceréis entre el vientre de la ballena.

¡Mira! que tú te has vuelto un pez trabajando entre las aguas caóticas del primer instante. Ahora comprenderéis por qué el ataúd de OSIRIS tiene la forma de un pez.

Es incuestionable que los siete días o períodos genesíacos de Moisés se sintetizan en esos tres días y tres noches de Jonás entre el vientre de la Ballena; ceremonia Iniciática repetida por el Gran Kabir Jesús entre el Santo Sepulcro.

Algunas personas pésimamente informadas, suponen equivocadamente que la simple ceremonia Iniciática simbólica del Magno Sepulcro con sus famosos tres días, más la catalepsia del cuerpo físico, lo sea todo…

Ignoran lamentablemente esas buenas gentes que la simple ceremonia es tan sólo un signo, el símbolo o alegoría de algo inmenso y terrible que se proyecta en lo ignoto…

Jonás el Profeta, trabajando bajo la regencia de la constelación de la Ballena, metido en el pozo profundo del universo, en la “Novena Esfera” (El Sexo), realiza su trabajo en tres días o períodos más o menos largos.

A) Fabrica el traje de bodas del alma y establece dentro de sí mismo un centro permanente de conciencia.

B) Elimina radicalmente a los tres traidores del Cristo íntimo y reduce a polvareda cósmica al Dragón de las tinieblas y a las bestias secundarias (Trabajo Sublunar).

C) Continúa muriendo en las esferas superiores de Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, etc.

El primer período de tiempo concluye en el “Nacimiento Segundo” del cual hablaba el Gran Kabir Jesús al Rabino Nicodemus.

El segundo período finaliza con unas bodas maravillosas. Nada menos que en el desposorio del alma humana con Ginebra, la Reina de los Jinas. A las mujeres les diremos que entonces se casan con el Bienamado eterno…

El tercer período concluye magistralmente con la resurrección del Cristo secreto dentro de nuestro propio corazón.

Los textos esoteristas Indostánicos mencionan constantemente a la famosa Trimurti: ATMAN-BUDDHI-MANAS (Esto es el Intimo con sus dos almas: Buddhi y Manas respectivamente).

De esa Trimurti sólo una insignificante fracción del tercer aspecto está encarnada en el humanoide intelectual equivocadamente llamado hombre.

A tal fracción se le denomina “ESENCIA”; en el Zen Nipón… se le llama simplemente “El Buddhata”.

Lamentablemente la “Esencia” subyace en sueños dentro de ese abigarrado y grotesco conjunto de entidades sumergidas, tenebrosas, que constituyen el Ego, el Mi mismo, el Sí mismo.

Empero tal “Esencia” es la materia prima para fabricar alma; concepto éste que desafortunadamente no ha sido todavía muy bien entendido por nuestros estudiantes Gnósticos.

El TAO Chino enseña claramente que la “Esencia” enfrascada entre todo ese conjunto de Yoes Diablos que constituyen el Ego, tiene que pasar en la “Novena Esfera” por incesantes transformaciones alquímicas antes de convertirse en la “Perla Seminal”.

El reflujo maravilloso de la energía sexual en forma de torbellino luminoso como cuando un rayo de luz regresa al chocar contra un muro, viene a cristalizar dentro de nosotros en la “Flor áurea”, la cual como es sabido, establece dentro del Neófito un centro permanente de conciencia.

La “Perla Seminal” desarrollándose mediante la Magia Sexual y el trabajo formidable con la lanza de Longinos, ha de pasar por indecibles amarguras antes de convertirse en “el embrión áureo”. (En la flor áurea).

El “Nacimiento segundo” es un evento cósmico en verdad extraordinario, maravilloso; entonces encarnamos el tercer aspecto de la Trimurti: ATMAN-BUDDHI-MANAS.

La Humana alma (el Manas superior de los Indostanes), entra en el “Embrión áureo”, desde ese instante se dice de nosotros que somos hombres con alma; individuos sagrados; personas verdaderamente responsables en el sentido más completo de la palabra.

El “Embrión áureo” vestido con el traje de Bodas del alma, experimenta en verdad un goce supremo en el instante en que se fusiona con el alma humana.

En el “Embrión áureo” se encuentran resumidas todas las experiencias de la vida y por ello es ostensible que origina transformaciones de fondo en los principios Pneumáticos inmortales del hombre. Así es como nos convertimos en Adeptos de la Blanca Hermandad.

El Matrimonio con Ginebra, la Divina Amazona, es ciertamente otro evento de maravillas que marca el final apoteósico del segundo gran día o período de tiempo. Entonces es incuestionable que experimentamos otra transformación radical porque dentro del Buddhi, como dentro de un vaso de alabastro fino y transparente arde la llama de Prajna.

Empero, es indubitable que la transformación superlativa, sólo es posible con la resurrección del Cristo íntimo en el corazón del hombre. Esta es la fase culminante del tercer período. El instante formidable en que la brillante constelación de la Ballena vomita a Jonás el profeta en la playas de Nínive; el momento supremo en que resucita Jesús el Gran Kabir; el segundo extraordinario del triunfo de Parsifal en el templo resplandeciente del Santo Grial.

Samael Aun Weor

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