Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego (este ángel es Orifiel, el Genio de Saturno). Y tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra” (Ap. 10: 1, 2).
“Y clamó con grande voz, como cuando un león ruge; y cuando hubo clamado, siete truenos hablaron sus voces” (Ap. 10: 3). Esos siete truenos son las voces sublimes de los siete espíritus ante el trono, las siete potencias de la naturaleza.
“Y cuando los siete truenos hubieron hablado sus voces, yo iba a escribir, y oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han hablado, y no las escribas” (Ap. 10: 4).
“Y el ángel que vi estar sobre el mar, sobre la tierra, levantó su mano al cielo. Y juró por el que vive para siempre jamás, que ha creado el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no será más. Pero en los días de la voz del séptimo ángel cuando él comenzare a tocar la trompeta, el misterio de Dios será consumado, él lo anunció como a sus siervos los profetas” (Ap. 10: 5, 6, 7).
Orifiel, el Genio de Saturno, es el último, y es el que siega con su hoz vidas de hombres y de pueblos. “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Realmente serán muy pocos aquellos que se sentarán victoriosos a la mesa del Señor. La humanidad tenebrosa se hundió en el abismo.
“Y la voz que oí del cielo hablaba otra vez conmigo, y decía: Ve y toma el librito abierto de la mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito y él me dijo: Toma y trágalo; y él te hará amargar tu vientre pero en tu boca será dulce como la miel” (Ap. 10: 8, 9).
“Y tomé el librito de la mano del ángel, y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; y cuando lo hube devorado, fue amargo mi vientre. Y él me dice: Necesario es que otra vez profetices a muchos pueblos y gentes y lenguas y reyes” (Ap. 10: 10, 11).
En los días del séptimo ángel, ya el reino de Dios se habrá consumado como él lo anunció a sus siervos los profetas. Veamos ahora lo que dice el Corán:
“La venganza celestial vendrá. Nadie podrá detenerla. Los cielos se estremecerán, las montañas se derrumbarán. Desdichados, aquel día, los que hayan acusado de impostura a los apóstoles, los que pasaren su vida en disputas frívolas. Precipitaos en las brasas, se les dirá. He aquí el fuego cuya realidad negabais. Víctimas de las llamas, bien prorrumpáis en maldiciones o sufráis resignados, vuestra suerte no cambiará. No tenéis más que la justa recompensa de vuestras obras”.
Realmente el Libro de la Profecía es dulce en la boca y amargo en el vientre.
En aquel día del séptimo ángel se abrirán los paraísos de Jinas (las tierras de la cuarta dimensión), donde mora la humanidad divina. Ese es el Jardín de las Delicias. Allí vivirán los justos.
“Los elegidos estarán más próximos al Eterno. Habitarán en el Jardín de las Delicias. Gran número de ancianos y algunos jóvenes serán huéspedes dichosos. Reposarán en lechos adornados de oro y piedras preciosas. Se mirarán con afecto; serán servidos por niños dotados de una juventud eterna. Y ofrecerán vino exquisito en copas de formas diferentes (el vino de la Luz del alquimista). Su vapor no se subirá a la cabeza ni oscurecerá la razón. Tendrán a discreción las frutas que deseen; y las carnes de las aves más raras. Junto a ellos se hallarán las Huríes de hermosos ojos negros. La blancura de su tez será igual al brillo de las perlas. Sus favores serán el premio a la virtud. Las conversaciones frívolas serán desterradas de esta mansión. En el corazón no se albergará el mal. No se escuchará allí más que el dulce nombre de paz. ¡Qué felices los que ocuparán la derecha! Se pasearán entre nabos que no tienen espinas y entre plátanos artísticamente dispuestos. Gozarán de su espeso follaje, junto a las aguas cantarinas. Allí una multitud de frutos diversos se ofrecerán a la mano que desee cojerlos. Reposarán en lechos elevados. Sus esposas serán de una creación especial, serán vírgenes. Les amarán y gozarán de la misma juventud que ellos” (Versículos 11 al 36 del Capítulo LVI del Corán).
En los días del séptimo ángel, el Reino de Dios se habrá consumado, como él lo anunció a sus siervos los profetas, y se abrirán los paraísos de Jinas donde mora la humanidad divina.
“Los justos serán los huéspedes de la mansión de las delicias. Acostados en el lecho nupcial, se dirigirán sus miradas por doquier. Brillará en su frente la alegría. Beberán un vino exquisito y sellado (el vino de luz del alquimista). El sello será el almizcle. Que quienes deseen la dicha se esfuercen en merecerla. Este vino estará mezclado con agua del Tasnim. Preciosa fuente donde apagarán la sed los que estén más cerca del Eterno” (Capítulo LXXXIII, versículos 22 al 28 del Corán).
El almizcle, el semen, es el origen y el sello de la gran dicha. El vino de luz del alquimista está mezclado con agua del Tasnim. Esa agua pura de vida es el semen Cristónico.
Hay que transmutar el agua en vino. No hay que derramar esa agua pura de vida. Puede haber conexión sexual; pero debemos retirarnos antes del espasmo para evitar la eyaculación seminal. Así nos volvemos dioses y entramos en el jardín de las delicias.
El semen es la preciosa fuente de la vida. “Preciosa fuente donde apagarán la sed los que estén más cerca del Eterno”.
Realmente con justa razón dijo Mahoma: “El sello será el almizcle. Que quienes deseen la dicha se esfuercen en merecerla”. Ese esfuerzo sólo es posible con la magia-sexual. Ese es el Arcano A.Z.F.
Los que quieran entrar en el Jardín de las Delicias no deben derramar el semen jamás en la vida.
Hay que transmutar el deseo en voluntad y retirarnos del acto sexual antes del espasmo para evitar la eyaculación del semen.
Así despertamos el fuego sagrado y nos convertimos en dioses. El semen no debe salir de nuestro organismo. El semen jamás, nunca jamás, se debe derramar.
Puede entrar el Phalo sagrado en el útero, pero no se debe derramar el semen. Esta es la puerta angosta, estrecha y difícil que nos conduce a la luz. Esta es la clave para despertar el Kundalini.
El Arcano A.Z.F. es la piedra de tropiezo y roca de escándalo para los malvados. Nosotros salimos de los paraísos de Jinas por la puerta del sexo; y sólo por esa puerta podemos retornar al jardín de las delicias.
En los días del séptimo ángel, sólo morarán en el jardín de las delicias los que hayan aceptado el Gran Arcano A.Z.F. Por ello dice Mahoma lo siguiente:
“Los verdaderos servidores de Dios gozarán de la felicidad. Tendrán alimentos escogidos y frutas exquisitas y serán servidos con honor. Los jardines de la voluptuosidad serán su asilo. Llenos de mutua bienaventuranza, reposaran en el lecho nupcial. Se les ofrecerá copas de agua pura, limpia y de un sabor delicioso (el semen). Ella no ofuscará sus rostros ni les harán insensibles, junto a ellos habrán vírgenes intactas, y bajarán humildemente los ojos” (Versículos 39 al 47 del Capítulo XXXVII del Corán).
Realmente, Dios resplandece sobre la pareja perfecta. El hombre y la mujer nacieron para amarse.
¡Dichosos los seres que se saben amar!
Samael Aun Weor