“Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia” (V.1).
(Apoc. 13: 1-18)
Esa bestia de siete cabezas es la humanidad fornicaria. Los diez cuernos son la rueda del destino. La bestia sube del abismo y cae al abismo. Las diez diademas sobre las siete cabezas significan que la bestia reina soberana durante la edad de Hierro, o Kali Yuga. Empero, cuando la rueda del destino gire sobre su eje, la bestia rodará al precipicio.
“Y la bestia que vi, era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder, y su trono, y grande potestad” (V.2).
Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, y la llaga de su muerte fue curada: y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia” (V.3).
Cuando los hermanos del templo examinan esa cabeza de la bestia herida y sanada, ven un nuevo símbolo. Ven un hombre semejante a un gorila, lleno de inteligencia maligna. El hombre-gorila, espantoso y terrible, lleva delante de sí cuatro bestias siendo él la quinta. Las cuatro van encadenadas y él las lleva delante. Con este símbolo entendemos que la cabeza herida es el hombre perverso de la quinta raza, el hombre actual. Esta raza maligna se lanza a la guerra fratricida y bárbara, y luego de ser mortalmente herida, es curada y se maravilla toda la tierra en pos de la bestia. Realmente los cuerpos internos también son heridos en la batalla. Empero son sanados, con ayuda de los maestros de la medicina.
“Y adoraron al dragón (el Satán) que había dado la potestad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y quién podrá lidiar con ella?” (V.4). Todo el mundo se cree civilizado y adora a la gran bestia. Todos adoran al yo, al mí mismo, al Satán que llevamos dentro. La gente vive en el mal. Todos aman a la bestia, y se revuelcan en el lodo.
“Y le fue dada boca que hablaba grandes cosas y blasfemias: y le fue dada potencia de obrar cuarenta y dos meses” (V.5). La bestia tiene preeminencia durante todo el Kali Yuga y reina soberana. Ella es la gran ramera cuyo reinado está terminado.
“Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre (con el ateísmo) y su tabernáculo (fornicación) y a los que moran en el cielo (los santos) V.6).
“Y le fue dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos (muchos iniciados se cayeron). También le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo, y lengua, y gente” (V.7). La humanidad entera capituló ante la gran bestia que sube del abismo y que ya está cayendo al abismo.
“Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo (V.8).
En el Corán, el Libro de la Vida es llamado Aliín, y contiene la conducta de los justos y de los ángeles.
El libro de los perdidos es llamado entre los mahometanos con el nombre de Syyín. Las buenas y malas obras son pesadas en la balanza de la Justicia Cósmica.
Aquellos que no están escritos en el Libro de la Vida, ya se están hundiendo en el espantoso abismo. La fe gnóstica es la única que puede salvar a los perdidos. El Cordero fue muerto desde el principio del mundo, cuando nosotros fornicamos. Ahora debemos resucitar al Cordero dentro de nosotros mismos con el arcano A.Z.F. Esa es la magia sexual.
“Si alguno tiene oído, oiga” (V.9). “El que lleva en cautividad va en cautividad, el que a cuchillo matare, es necesario que a cuchillo sea muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos” (V.10).
Ley es ley. Lo que se hace se paga. Los santos conocen la ley y por eso son pacientes. En verdad, en verdad os digo: que los tiempos del fin ya llegaron. El que lleva en cautividad, va en cautividad. El que a hierro mata, a hierro muere. Sólo entrando en el arca de la ciencia, podremos ser salvos. Nosotros salimos del Edém por la puerta del sexo. Sólo por esa puerta podemos entrar al Edém. El Edém es el mismo sexo.
Nadie puede entrar al Edém por puertas falsas. Ley es ley. Por donde salimos tenemos que entrar. Esa es la ley.
El Opus Magnus es la ciencia de la transmutación sexual. Hay que hacer retornar la energía del Tercer Logos hacia adentro y hacia arriba. Así nos convertimos en dioses. En la gran obra del alquimista se necesita el agua y el aceite. Mitad agua, mitad aceite. Aquellos que desprecian el agua, fracasan en la Gran Obra. Sólo podemos iluminarnos con nuestro propio aceite espiritual, cuando tenemos agua pura de vida (semen acumulado).
¿Qué significan las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
“Estos son los dos hijos de aceite que están delante del Señor de toda la tierra” (Véase Zacarías 4: 12-14).
Estos son los dos testigos que en síntesis nacen del lago. Ellos salen de las vesículas seminales. Por entre esas dos olivas, fluye la energía sexual transmutada, el aceite de oro puro. Aquellos que afirman que existen muchos caminos para llegar a Dios y que el sexo es tan sólo uno de tantos, realmente están despreciando el agua pura de vida, y por lo tanto, fracasan y se hunden en el abismo.
En verdad, en verdad os digo: que en toda eternidad sólo se ha conocido única y absolutamente una sola puerta angosta, y un solo camino estrecho y difícil que conduce a la luz. Esa puerta y ese camino es el sexo.
“Porfiad a entrar por la puerta angosta (el sexo); porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán” (Lucas 13: 24). Angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la luz, y muy pocos son los que lo hallan. Nuestro Adorable Salvador Jesucristo nunca dijo que hubiera muchos caminos, Él sólo nos habló claramente y sin rodeos, de una sola puerta y de un solo camino (el sexo) (Véase Juan 10: 7:9,14).
Nosotros, los Hermanos del Templo, os invitamos, querido lector, a estudiar los cuatro evangelios. Allí podréis comprobar, por vos mismo, que sólo hay una sola puerta y un sólo camino, estrecho y difícil.
Los predicadores que afirman la existencia de muchos caminos para llegar a Dios, ignoran que en la Gran Obra necesitamos mitad aceite y mitad agua.
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero; más hablaba como un dragón” (V.11). “Y ejerce todo el poder de la primera bestia en presencia de ella; y hace a la tierra y a los moradores de ella adorar la primera bestia cuya llaga de muerte fue curada” (V.12).
“Y hace grandes señales, de tal manera que aún hace descender fuego del cielo a la tierra, delante de los hombres”(V.13). “Y engaña a los moradores de la tierra por las señales que le ha sido dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que hagan la imagen de la bestia que tiene herida de cuchillo y vivió” (V.14).
Esta bestia que tiene dos cuernos semejantes a los de un cordero, mas habla como un dragón, es la ciencia materialista de los moradores de la tierra. Realmente la gran bestia es doble, porque tiene mente que habla grandezas. La ciencia materialista juega con lo que no conoce, y cojea entre las tinieblas.
La ciencia materialista engaña a los moradores de la tierra por las señales que le ha sido dado hacer en presencia de la bestia. Cohetes teledirigidos, cohetes cósmicos, radio- televisión, aviones ultramodernos, bombas de hidrógeno que hacen llover fuego del cielo sobre las ciudades indefensas, bombas atómicas, submarinos atómicos, rayos mortales, etc.
Todos esos inventos son las señales con que la bestia de dos cuernos engaña a los moradores de la tierra. Entonces los hombres engañados adoran a la gran bestia, y dicen:
¡No hay como la bestia! ¿Quién puede ser superior a la bestia?
“Y le fue dado que diese espíritu a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hable; y hará que cualesquiera que no adoren la imagen de la bestia, sean muertos” (V.15). Los hombres de la ciencia materialista envenenan con sus teorías a las multitudes. Entonces, la imagen de la bestia habla. Los santos que no adoren a la bestia, son matados, perseguidos, encarcelados y odiados. La bestia de dos cuernos es terrible.
“Y hacía que todos, los pequeños y los grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se
pusiesen una marca en la mano derecha, o en sus frentes” (V.16). “Y que ninguno pudiese comprar o vender, sino el que tuviera la señal, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (V.17).
“Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia; porque es el número de hombre: y el número de ella, seiscientos sesenta y seis” (V.18).
La marca de la bestia son los dos cuernos en la frente. Millones y millones de seres humanos ya tienen la marca de la bestia en la frente y en las manos. Casi toda la población humana de este valle de lágrimas, ya tiene la marca de la bestia en la frente y en las manos. Todas esas almas se perdieron y desde 1950 están entrando en el abismo. La evolución humana fracasó totalmente.
Realmente el mundo está ya tan perdido, que en el mundo del comercio nadie puede comprar ni vender si no tiene la marca de la bestia en la frente y en las manos. Así se ha vuelto el mundo de los negocios.
El número de la gran bestia es seiscientos sesenta y seis. Ese es el número de hombre porque ese número se descompone cabalísticamente así: 6 + 6 + 6 = 18. Luego, sumando este resultado entre sí, tenemos lo siguiente: 1 + 8 = 9. Nueve es el sexo. Nueve es el hombre, porque el hombre es hijo del sexo.
Total: en el 666 están contenidos los arcanos 18 y 9. El arcano 18, es el abismo, las tinieblas. Las tentaciones sexuales contra las cuales tiene que luchar el iniciado.
El arcano 9, es la novena esfera, la iniciación.
Los dioses juzgaron a la gran ramera, cuyo número es 666.
La sentencia de los dioses fue: ¡Al abismo! ¡Al abismo! ¡Al abismo!
Samael Aun Weor
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