LOS DOS TESTIGOS

Y me fue dada una caña semejante a una vara (el bastón de Brahma, la vara de Aarón, símbolo de la médula espinal y de su maravilloso canal medular. El flujo ascendente de la creadora energía del Espíritu Santo, a lo largo del canal medular, nos convierte en dioses). Y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él” (Ap. 11: 1).

El templo de Dios es el hombre y hay que medirlo con una caña. Si quieres la iniciación, escríbela sobre una vara.

“Y echa fuera el patio que está fuera del templo, y no lo midas, porque es dado a los gentiles y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Ap. 11: 2).

Realmente el patio que está fuera del templo es el patio de los profanos, el patio de los fornicarios. Ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses; ellos profanaron la sagrada ciudad de las nueve puertas. La ciudad santa es el hombre, y la novena esfera o la novena puerta, es el sexo. Los fornicarios han hollado la ciudad santa cuarenta y dos meses.

La ciencia de los números nos dice que 4 + 2 = 6. Los cabalistas saben que el arcano seis del tarot es el enamorado. El número de la gran ramera es el 6, repetido tres veces: 666.

“Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos y sesenta días, vestidos de sacos” (Ap. 11: 3).

Esta cantidad se escribe así: 1,260. Si sumamos cabalísticamente los números entre si, tenemos el siguiente resultado 1 + 2 + 6 = 9. Nueve es la novena esfera. La novena esfera es el sexo.

Dice el gran maestro Hilariux IX, que en los antiguos tiempos el descenso a la novena esfera era la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante. Hermes, Budha, Jesucristo, Dante, Zoroastro, Mahoma, Rama, Krishna, Pitágoras, Platón y muchos otros, tuvieron que bajar a la novena esfera para trabajar con el fuego y el agua, origen de mundos, bestias, hombres y dioses. Toda auténtica iniciación blanca, comienza por allí.

El fuego y el agua suben por los dos cordones simpáticos que se enroscan en la médula espinal. Esos dos testigos, en el Oriente, son Idá y Pingalá.

F + A = C. Fuego más agua, igual conciencia. El fuego y el agua producen el despertar de la conciencia cósmica. Entonces profetizamos por mil doscientos y sesenta días vestidos de sacos y de cilicios, haciendo ayuno y penitencia.

Los dos cordones simpáticos son los dos testigos, por donde sube el fuego y el agua del sexo. “Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra (el Dios interno). Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos y si alguno les quisiere hacer daño es necesario que él sea así muerto 11 (Ap. 11: 4, 5).

Los dos testigos producen el despertar del Kundalini; entonces recibimos la espada flamígera que se revuelve amenazadora guardando el camino del árbol de la vida.

Fue necesario que el Señor hubiese así muerto. Ahora debemos resucitarlo dentro de nosotros mismos. Los dos testigos pueden matar y dar vida.

“Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisiesen” (Ap. 11: 6). Si la serpiente sagrada sube, abre el cielo; si baja, cierra el cielo. Las aguas se convierten en sangre cuando fornicamos; y la aflicción del abismo es más terrible que la muerte.

La fornicación es pecado contra el Espíritu Santo. El que fornica, contra su propio cuerpo peca. La humanidad fornicaria es herida con toda plaga.

Todo aquel que derrame el semen, es fornicario, aunque sea casado oficialmente. Los dos testigos tienen poder para despertar el Kundalini (fuego Pentecostal).

“Y cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cuerpos serán echados en la plaza de la grande ciudad, que espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado” (Ap. 11: 7, 8) .

En los antiguos tiempos hablaron los profetas. Los dos testigos dieron entonces su testimonio, y anunciaron los tiempos del fin. Los dos testigos dieron testimonio de la luz, y la luz vino a las tinieblas, pero las tinieblas no la conocieron.

La bestia que subió del abismo -el Satán que llevamos dentro- hizo guerra contra ellos y los venció y los mató, porque el hombre se entregó a la fornicación.

Los cuerpos de los dos testigos fueron echados en la plaza de Babilonia la grande, la madre de todas las fornicaciones y abominaciones de la tierra; la tierra de Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado; el valle de la amargura donde vive la gran ramera.

“Y los de los linajes, y de los pueblos, y de las lenguas, y de los gentiles, verán los cuerpos de ellos por tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en sepulcros” (V. 9).

Jesucristo, el Gran Hierofante, dijo: “Yo puedo destruir el templo, y en tres días edificarlo nuevamente” (Mateo 26: 61). El cuerpo del Salvador del Mundo permaneció tres días entre su Santo Sepulcro. Jonás estuvo tres días entre el vientre de la ballena.

Los cuerpos de los dos testigos todavía no merecen bajar al santo sepulcro; porque están llenos de fornicación. El hombre se entregó a la fornicación y los dos testigos están muertos.

“Y los moradores de la tierra se gozarán sobre ellos, y se alegrarán, y se enviarán dones los unos a los otros; porque estos dos profetas han atormentado a los que moran sobre la tierra” (Ap. 11: 10). Las palabras de los profetas son tormento para los moradores de la tierra.

“Y después de tres días y medio, el espíritu de vida enviado de Dios, entró en ellos, y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que lo vieron” (Ap. 11: 11).

Los tres días simbolizan al triuno espíritu del hombre. La Santa Trinidad Perfecta. Al tercer día tiene la resurrección de los muertos. Ya hemos sufrido mucho tres días, ahora resucitarán los dos testigos.

“Y oyeron una grande voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron” (Ap. 11: 12).

Con el arcano A.Z.F., ahora suben los dos testigos. Estamos en los tiempos del fin. Esta es la época del cumplimiento de la profecía. La resurrección de los dos testigos es un problema absolutamente sexual.

Cuando el hombre y la mujer saben retirarse del acto sexual sin derramar el semen, resucitan los dos testigos, porque la fuerza del Espíritu Santo retorna por entre ellos hacia adentro y hacia arriba.

Los dos testigos, son los dos maravillosos canales simpáticos de la energía creadora. Los tiempos del fin ya llegaron.

La divulgación del Gran Arcano, la resurrección de los dos testigos, y el gran cataclismo final, marcan con exactitud el fin de la raza aria.

Los seres humanos que no acepten la castidad científica, se hundirán en el abismo. Habrá un cataclismo pavoroso. Empero, ningún ser humano puede conocer la fecha, ni el día, ni la hora. Vendrá un choque planetario, una colisión de mundos, y sólo serán salvados aquellos que hayan hecho resucitar sus dos testigos.

“Y en aquella hora fue hecho gran temblor de tierra, y la décima parte de la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra en número de siete mil hombres; y los demás fueron espantados, y dieron gloria al Dios del cielo” (Ap. 11: 13).

La décima parte de la Gran Babilonia caerá. Girará la rueda del destino y se hundirá la gran ramera en el abismo.

El número 10 es la rueda del destino, el arcano 10 del tarot.

En el temblor de tierra fueron muertos siete mil hombres; el arcano 7, significa expiación, Karma, castigo. Realmente morirá la gran ramera, y los de los linajes, y pueblos y lenguas tan numerosos como las arenas de la mar.

Antes del gran cataclismo que se avecina, hablarán los dos testigos. Antes de la pavorosa catástrofe que se acerca, los cielos se abrirán con grande estruendo y las multitudes humanas de Marte, Mercurio, Venus y otros mundos, vendrán a la tierra en sus astronaves. Las humanidades hermanas de otros planetas, vendrán para Enseñarnos la ley y el orden. Se nos dará la oportunidad de escuchar al Hijo del Hombre.

Entonces… ¡Ay de los que repudien al Hijo del Hombre! ¡Ay de los que rechacen el Gran Arcano!… ¡Ay de los que sigan derramando el semen!

El hombre de la tierra se ha lanzado a la conquista del espacio y pronto tocará con sus astronaves a las puertas de otros mundos habitados. El resultado de su atrevimiento será la respuesta del Hijo del Hombre: “Entonces él vendrá sobre las nubes del cielo y todo ojo le verá”.

El Hijo del Hombre es la Humanidad Divina. El Hijo del Hombre son multitudes superiores de otros mundos habitados.

Cada cohete cósmico disparado al espacio, nos acerca más al gran acontecimiento cósmico. ¡Ay de los que no acepten la última palabra del Hijo del Hombre! ¡Después vendrá el gran cataclismo!

“El segundo ay es pasado; he aquí el tercer ay vendrá presto” (Ap. 11: 14).

“Y el séptimo ángel tocó la trompeta, y fueron hechas grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo, han venido a ser los reinos de nuestro Señor, y de su Cristo, y reinará para siempre jamás (Ap. 11: 15).

“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus sillas, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras, y que has de venir; porque has tomado tu grande potencia y has reinado” (Ap. 11: 16, 17).

“Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos para ser juzgados, y para que des el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra (los buitres de la guerra y los científicos del anticristo) (Ap. 11: 18).

El juicio final ya fue hecho el 12 de abril del año 1950. Los dioses juzgaron a la gran ramera y la consideraron indigna. La sentencia de los dioses fue: ¡Al Abismo! ¡Al Abismo! ¡Al Abismo! La tierra pasará por un proceso de desintegración y de reintegración planetaria. El día, ni la hora, nadie lo sabe, sino el Padre.

“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su testamento, fue vista en su templo. Y fueron hechos relámpagos, y voces y truenos, y terremotos y grande granizo” (Ap. 11: 19).

El arca del testamento es el sexo. El arca del testamento es el arca de la ciencia. El arca del testimonio es el arca de la alianza. Dentro del arca del testamento está la vara de Aarón, símbolo del Phalo; y el vaso, y Gomor, lleno del maná, símbolo del útero (Véase Éxodo 16: 31-36).

En la unión del Phalo y del Útero se halla la clave de todo poder. Dentro del arca de la ciencia están las tablas de la ley.

Todo aquel que viole el decálogo divino, se hundirá en el abismo. Sólo en el arca del testamento lograremos el milagro de nuestra salvación.

Samael Aun Weor

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